El hilo de vida del Barça en la Champions todavía se detecta tímidamente en el Camp Nou después del paso mortecino del Dinamo de Kiev. El partido fue de supervivencia más que de afirmación barcelonista en una jornada que no admitía más resultado que la victoria después de las derrotas contra el Bayern y el Benfica. No juegan ni compiten los azulgrana, sino que participan y dan fe de vida hasta que la competición diga basta en cualquiera de los campos de Europa.
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Ter Stegen, Clement Lenglet, Óscar Mingueza (Coutinho, min. 45), Alba, Piqué, Frenkie De Jong, Busquets, Pablo Páez Gavira (Sergi Roberto, min. 68), Depay (Agüero, min. 74), Luuk de Jong (Ansu Fati, min. 45) y Sergiño Dest
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Bushchan, Oleksandr Syrota, Mykolenko, Kedziora (Tymchyk, min. 77), Illia Zabarnyi, Tsygankov (Karavaev, min. 84), Shaparenko, S. Sydorchuk, Carlos De Pena (Vitinho, min. 60), Buyalsky (Eric Ramírez, min. 84) y Vladyslav Supriaha (Garmash, min. 60)
Goles 1-0 min. 35: Piqué.
Árbitro Clément Turpin
Tarjetas amarillas Frenkie De Jong (min. 89)
No es fácil descifrar al Dinamo de Kiev. Aunque joven y hasta puede que un punto ingenuo, es también un equipo ambicioso y desacomplejado, dispuesto a correr el riesgo de salir malparado por haber aspirado a cantar victoria, incluso en los escenarios más lujosos de la Champions. Al líder de Ucrania le cayeron cinco goles en Múnich después de negar al Benfica en Kiev. Una hoja de servicios a fin de cuentas mejor que la del Barça. Ya no se sabe qué rival es accesible para los azulgrana en la emblemática Copa de Europa.
Al Barcelona le apremiaba la condición de colista y, además, había quedado atrapado por las lesiones y las sanciones, condicionado también por la visita el domingo del Madrid. El calendario y la precariedad física de la plantilla influyeron seguramente en la alineación dispuesta por Koeman. Jugaba Luuk de Jong y descansaba Ansu Fati. Un cambio que no ayudó precisamente a levantar el ánimo de los pocos hinchas reunidos en el Camp Nou. La desafección no mengua en el Barça.
La hora era mala, el partido llegaba en un día poco propicio, el factor campo no influía, el rival incordiaba más que ayudaba y el once titular no invitaba al optimismo porque a falta de una defensa fiable no presentaba a la mejor delantera por la ausencia de Ansu, el ídolo que renovará después de cargar con el equipo, con el club y con el 10. El equipo estaba dispuesto para que Dest y Alba pusieran centros como extremos para De Jong y no para que Dest rematara los pases de Memphis.
La mayoría de jugadas acababan en Dest y los desmarques los tiraba Busquets. A pesar del desorden, los azulgrana tenían un buen ritmo para atacar y también para replegar ante las transiciones de Zabarnyi, Sydorchuk, Shaparenko y Tsygankov. La presión, sin embargo, no era sincronizada y efectiva, permeable a los pases de Dinamo a espaldas de Piqué y Lenglet. Las recurrentes faltas tácticas se convirtieron entonces en el mejor recurso del Barça.
El partido, en cualquier caso, quedó a merced de los remates del Barça. Los delanteros, sin embargo, cabeceaban mal y cuando acertó De Jong apareció entonces el portero para suerte de un Dinamo dominado y expectante, espectador del Camp Nou. El desespero azulgrana fue contagioso, los futbolistas se impacientaron tanto como los aficionados y Koeman puso a calentar a Ansu y Coutinho cuando los pitos ya se escuchaban más que los aplausos, centrada la bronca en Luuk De Jong.
Al esforzado fútbol azulgrana le faltaba atrevimiento por no decir riesgo, demasiado frío y poco profundo, hasta el punto de que los futbolistas salían más que entraban en el área, alérgicos al mano a mano, solo pendientes de los centros laterales de Alba. Ante la dimisión de los delanteros, compareció un central como Piqué para atrapar por fin el pase del lateral al segundo palo después de un córner y poner el 1-0. El regate y el descaro aparecieron por un momento después del descanso con la entrada de Ansu y Coutinho.
La jugada del partido
Ansu protagonizó la jugada del partido después de un robo de balón y un remate de chilena innecesario porque la jugada demandaba la asistencia para Coutinho. La frivolidad desajustó y destempló al Barça. El equipo se descolocó y propició la respuesta del Dinamo de Kiev. Nadie entendió qué pretendía Koeman. Los cambios de dibujo y de jugadores desorientaron a los azulgrana, confundidos en ataque, reiterativos en las pérdidas de la pelota en la medular y expuestos en defensa a pesar de la inocencia del Dinamo de Kiev. La pelota era del equipo de Lucescu y las faltas se sucedían en cancha del Barça. No se contó, sin embargo, ni un solo remate del equipo de Lucescu.
Volvió la intranquilidad y reaparecieron los pitos, irreconocible como quedó el caótico Barça. Los azulgrana se agarraron de mala manera al gol de Piqué como fe de vida mientras la hinchada se recogía apesadumbrada por el comportamiento desconcertante del plantel de Koeman. El domingo llega el Madrid y difícilmente se llenará el Camp Nou. Hoy sobran entradas para ver al Barça.
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