La fecha de la final de la Copa del Rey ha adquirido, a estas alturas, tintes de culebrón por el cariz impredecible de su desenlace. De noche, ni siquiera es posible asegurar con todas las de la ley si efectivamente se llegará a disputar y, en tal caso, si sería a puerta cerrada o con acceso al público. MD ha podido saber que agosto pierde fuelle como mes señalado para albergar el duelo vasco por el título.
La organización de la final, compuesta por las diferentes federaciones y los propios clubs, habría empezado a buscar alternativas por si hubiera que reubicar el Real-Athletic más cerca del próximo otoño, cuando los efectos del coronavirus puedan apaciguarse con mayor margen de maniobra. En este sentido, cobra fuerza la idea de que sería apresurado, y quizá temerario, pensar en un éxodo de 60.000 aficionados de Real Athletic -30.000 por cada bando- dentro de sólo cuatro meses, dado que son aficiones que podrían estar dispuestas a viajar sin entrada aunque la final fuera a puerta cerrada. Por otra parte, y sobre todo si finalmente fuera en verano, asoma entre los órganos rectores la idea de que la final se celebre en Euskadi para evitar el calor reinante en Sevilla.
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