Aimar Oroz encuentra el camino del triunfo para Osasuna

Un gran gol de Aimar Oroz en el amanecer del segundo tiempo le bastó a Osasuna para vencer a Mallorca en El Sadar (1-0) en un encuentro a cara de perro que el cuadro rojillo supo gestionar mejor en los momentos clave para poner fin a una racha de tres jornadas sin conocer la victoria. Los de Arrasate no brindaban un triunfo a su afición desde el pasado 8 de noviembre.

El primer tiempo tuvo ritmo, intensidad, alternativas en el dominio del partido pero a ambos equipos les costó generar ocasiones de gol. Empezó algo más entonado el Mallorca, que logró sortear con cierta asiduidad la presión adelantada de Osasuna, pero sus ataques morían antes amenazar a Aitor Fernández. 

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La brega de Muriqi y la calidad de Kang-In Lee no se impusieron al orden de un Osasuna que fue creciendo poco a poco a partir de la insistencia de Abde por la derecha. Sin hacer gran cosa, el equipo de Arrasate inclinó el campo hacia la portería de Rajkovic, con el extremo y Maffeo batiéndose en un duelo vibrante.

Budimir gozó de una ocasión muy clara y poco después el meta bermellón despejó a saque de esquina una volea del Chimy, que pecó de individualista durante los primeros 45 minutos.

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El marcador no se movió en el primer tiempo y la reanudación arrancó a pedir de boca para Osasuna. El cuadro rojillo trazó una posesión larga hasta que Abde aceleró la jugada filtrando un pase interior para la llegada de Moi, que con un gran pase de la muerte citó a Aimar Oroz con el gol para poner el 1-0 en el luminoso (47′). Un golazo.

El gol trastocó los planes de un Mallorca obligado a quitarse el corsé para ir al ataque en busca del empate. El duelo entró en una fase de ida y vuelta con muchas imprecisiones y acercamientos de peligro que ninguno de los dos equipos supo materializar.

En ese guion caótico pidió la vez Moi Gómez, el mejor de los locales, para reclamar para sí el balón y rebajar las revoluciones del encuentro. La pausa del volante permitió a Osasuna domar los últimos compases y sacó de quicio a un Mallorca con pocos recursos para robar el balón y hacer daño a la contra.

Aguirre quemó las naves y acabó el partido con cuatro delanteros pero la sobrepoblación de puntas no arregló la falta de pegada de un Mallorca que se fue de vacío de El Sadar.