Para el partido inaugural de la edición 46 de la Copa América, Brasil desempolvó la camiseta blanca que llevaba seis décadas en el destierro exorcisando su mal fario. De paso, abrió un nuevo frente comercial con la venta del uniforme nacido en tiempos de la Primera Guerra Mundial.
Los brasileños, un pueblo tan alegre como supersticioso, habían decidido sepultar la indumentaria después de su fracaso histórico frente a Uruguay en el célebre “Maracanazo” de 1950.
Tras la gran tragedia había que encontrar culpables. No era suficiente con que la acusación popular crucificara al portero Moacir Barbosa o al defensa “Bigode”, conocido así por su bigote.
Símbolos desaparecidos
También decidieron desaparecer todo símbolo que recordara esa derrota. Como Maracaná era demasiado grande para esfumarlo, cargaron contra el uniforme nacido en 1914 y utilizado en los mundiales de 1930, 1934 y 1938.
Se olvidaron de que con esa camiseta habían empezado en 1919 la racha ganadora con su primera Copa América, entonces Campeonato Sudamericano, al ganar 1-0 a Uruguay en la prórroga. La conmemoración de ese centenario le dio a la Confederación Brasileña el pretexto perfecto para reflotarla.
La historia de la competencia de selecciones más antigua del mundo hace constar que una vez, en 1937, en Argentina, los brasileños tuvieron que cambiar a la fuerza su uniforme porque coincidía con el de Chile. Les tocó usar la camiseta del Boca Juniors. Una premonición de sus futuros colores: amarillo y azul.
Concurso para diseñar la camiseta
Pasado Maracaná, un año antes del Mundial de Suiza de 1954 el diario carioca Correio da Manha promovió un concurso popular para que se presentara un diseño de la nueva camiseta. La condición era que fuera más acorde con la cromática de la bandera brasileña. El ganador obtendría una cantidad de dinero y un auto Volkswagen, el popular “fusca” del paisaje urbano del Río de entonces.
Las propuestas llovieron. La ganadora resultó la de un joven dibujante de 19 años. Aldir García Schlee, originario del sureño estado de Rio Grande do Sul, recibió además una butaca vitalicia en Maracaná y un trabajo en la redacción del periódico.
La famosa “canarinha” se estrenó el 14 de marzo de 1954 con una victoria sobre Chile por 1-0. “El diseño tenía su dificultad porque ningún equipo usa cuatro colores, y los de la bandera no se veían bien todos juntos. ¿Cómo combinabas el blanco y el amarillo en una camiseta?”, recordaría Aldir años después. “Pensé que no pasaría de ese año, después del nuevo fracaso en el Mundial de Suiza”.
Más ‘uruguayo’ que ‘brasileño’
La gran paradoja es que el creador de tan glorioso y célebre uniforme, originado en la gran humillación de 1950, era más simpatizante de Uruguay que de Brasil. Había nacido en la ciudad de Jaguarao, a pocos metros de la frontera. Cuando ocurrió el “Maracanazo”, el dibujante tenía 16 años y ya en su corazón futbolero asomaba su predilección. “La gente lloraba, gritaba, pero yo no sabía si yo lloraba de tristeza o de alegría ”, contaba. “En aquellos años estábamos más cerca de Montevideo que de Porto Alegre, por lo cual la identificación era más con los uruguayos”.
En un video de la televisión O Globo, realizado en 2014, se puede ver a Aldir en todo su esplendor de “torcedor” celeste: una placa que dice “Rua Uruguai” presidiendo la sala de su casa, una colección de botellas conmemorativas de las gestas charrúas y un póster de Uruguay campeón de América 2011.
“Hay gente que se burla, que me critica. Pero, ¿qué puedo hacer? Me identifico más con la fuerza uruguaya que con el estilo brasileño”, dijo.
Escritor de referencia
Los caminos de la vida llevaron a García Scheel a transformarse en un escritor de referencia en la tierra de Ronaldinho. Su obra la desarrolló fundamentalmente en castellano y en ella figura un cuento, donde un adolescente aparece jugando al lado de Alcides Ghiggia, el verdugo de los brasileños en Maracaná.
Fue un gran defensor de la enseñanza del castellano en las escuelas brasileñas y participó campañas que reivindicaban el valor de la lengua de Cervantes.
“Soy un hombre de frontera. Nací a 200 metros de Uruguay y conozco naturalmente el español, forma parte de mi formación y es parte de mi día a día”, decía.
Aldir murió a los 84 años, el 15 de noviembre de 2018. Al día siguiente, como si estuviera todo sincronizado, Brasil jugó en Londres un partido amistoso contra Uruguay. Las camisetas de sus amores, la “canarinha” y la celeste, se abrazaron antes del partido en una ronda de silencio para homenajearlo, aunque no muchos, en ese momento, se enteraran de su aporte a la historia del fútbol.
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