Alberto Fernández (Buenos Aires, 63 años) llegó al poder en 2019 con un gran resultado electoral y una sombra permanente: la de Cristina Fernández de Kirchner, su vicepresidenta. La pandemia, durísima en toda América Latina, y el acuerdo con el FMI han tensado aún más la situación y ahora ella lo critica abiertamente mientras la oposición se refuerza en las encuestas. Pero él, de viaje en Madrid para buscar inversiones y acuerdos energéticos —Argentina tiene mucho gas— contesta que ella mira demasiado al pasado. Y confía en la recuperación económica para sacar al país de su crisis permanente y pagar la deuda de la que responsabiliza a Mauricio Macri, su antecesor.
Pregunta. ¿Por qué este viaje a Madrid, París, Berlín?
Respuesta. Es producto de la preocupación por la guerra en Ucrania y las consecuencias en todo el mundo, también en Argentina. Suben los precios de los alimentos e incluso faltan. Me parecía necesario hablar con Olaf Scholz, Emmanuel Macron y Pedro Sánchez, con el que tenemos una mirada común sobre lo que al mundo le pasa. Le transmití algunas cosas que pueden ser útiles para España.
P. ¿Por ejemplo?
R. Que tenemos una reserva de gas no convencional muy importante en Vaca Muerta, que estamos desarrollando un proyecto de licuefacción para exportar, y España tiene el 30% de las regasificadoras de Europa. Puede ser una gran oportunidad para España participar de la construcción de esa planta.
P. ¿Argentina, América Latina, pueden beneficiarse de esta guerra? Están subiendo los precios de todas las materias primas.
R. Nunca el mundo se beneficia con una guerra. Suben los precios, pero también en Argentina suben los alimentos, y eso repercute en la inflación. Lo único que tenemos es un excedente de gas que nos permite contener los precios de la energía. En pandemia perdieron su vida más de seis millones de personas, es éticamente imperdonable entrar ahora en una guerra. No mido las ventajas para Argentina en términos económicos.
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P. ¿Dónde está Argentina en el mundo con esta guerra? ¿Se arrepiente de haber ido a Moscú a ver al presidente ruso, Vladímir Putin, dos semanas antes de la guerra? Fue muy criticado.
R. No, ¿cómo me voy a arrepentir? Yo no fui a ver a Putin por la guerra, lo fui a ver porque Argentina necesita inversiones y Rusia expresaba interés de invertir. No fui a hablar con Putin de la guerra, días después también hablé con el chino Xi Jinping. Algunos medios argentinos, con posiciones dominantes en el mercado, quisieron convertir esto en un alineamiento ideológico que no es. Somos firmes defensores del multilateralismo, creemos que Argentina debe conectarse con el mundo sin alineamientos automáticos y respetar las reglas del derecho internacional. No me arrepiento. Si lo hubiera hecho a sabiendas, o me hubieran invitado a hablar de la guerra, o a involucrar a Argentina en eso, no hubiera ido.
P. Argentina tiene petróleo, gas, incluso litio. Y soja, trigo, carne. Pero cae una y otra vez en manos del Fondo Monetario Internacional, vive como en crisis perpetua, ahora otra vez pendiente de la deuda. ¿Qué pasa?
R. Que cada tanto los liberales y la derecha vuelven a ganar el Gobierno y vuelven a generarnos un montón de problemas. El Gobierno de Mauricio Macri se endeudó de un modo absolutamente irresponsable y tuvimos que renegociar en plena pandemia 100.000 millones de dólares de deuda con acreedores privados. Y tuvimos una negociación durísima con el FMI para que no nos impusiera su plan. Ahora, la Argentina tiene problemas estructurales, y cuando crece mucho necesita mucho insumo importado y la carencia de dólares complica la economía. Es un problema que tienen todos los gobiernos argentinos.
El daño que hizo Macri a la Argentina es incalculable
Alberto Fernández
P. Pero tiene una inflación incluso superior a la que había cuando llegó al Gobierno.
R. No, no. 54% heredé, hasta ahora no llegamos.
P. Pero están a punto este año, van camino del 60%.
R. Para nosotros es una enorme preocupación. Hace 15 años que Argentina tiene una inflación de dos dígitos. Ahora, cuando yo llegué estaba en el 54%. En 2020 lo bajamos al 35%, en 2021 volvió a subir al 50%. Este año se dispara por efectos externos, que han llevado inflación a todo el mundo, también España, Holanda, Alemania, Estados Unidos.
P. Nadie roza el 60%, presidente.
R. Está claro. Pero si vos vas del 50% al 60%, creces un 20%, pero Estados Unidos, que del 1% puede llegar al 10%, habrá crecido el 900%. No me gustan estos juegos estadísticos, la Argentina tiene un problema inflacionario, resolverlo con seriedad va a demandar tiempo. Se lo dije a los votantes en la campaña. Ahora, si al 54% le sumás una pandemia y una guerra, el problema es mucho mayor.
P. ¿Argentina puede pagar al FMI?
R. La Argentina ha hecho un acuerdo con el FMI que le permite no pagar durante los próximos cuatro años. En esos años tenemos que recuperar y crear reservas para afrontar el pago. Yo en campaña dije que no iba a hacer absolutamente nada en ese acuerdo que significara una reforma laboral, del sistema jubilatorio o una reestructuración del Estado que quitara derechos a los argentinos que lo necesitan. Y lo cumplí.
P. ¿Está preparado el país para tomar esas medidas que exige el FMI?
R. Es que son medidas en las que creemos. El déficit fiscal es malo y tenemos que bajarlo. El tema es cómo. Podemos bajarlo del modo que el FMI quiere, con un ajuste brutal, o como elegimos nosotros, paulatinamente. No es algo impuesto.
Alberto Fernandez, presidente de Argentina, en entrevista con .
P. Algunos sectores del Gobierno, los kirchneristas, rechazaron el acuerdo con el Fondo y se oponen al ajuste de tarifas para subir el precio de la energía retirando subvenciones.
R. Nosotros propusimos un ajuste de tarifas siguiendo una ley que votaron los que ahora se han opuesto, que planteaba ajustarlas por un coeficiente de variación salarial, que es lo que hemos hecho. Se ajustan teniendo en cuenta el ingreso de la gente. Eso está muy lejos de los tarifazos que se vivieron en los años de Macri.
P. Pero tiene mucha oposición interna del sector de Cristina Kirchner, que es su vicepresidenta.
R. Argentina tiene que ponerse a mirar el futuro y dejar de discutir el pasado. El pasado nos sirve para tener memoria, pero mi mirada la tengo en el futuro, y creo que la mayoría de los argentinos también. Cuando alguien dice que nuestros votantes pueden estar decepcionados con nosotros, creo que nuestros votantes son conscientes de que tuvimos que enfrentar una pandemia con un sistema de salud quebrado por Macri, y lo hicimos bastante bien. Logramos una inmunidad de las más altas del mundo. Nuestro votante, que vive esa realidad, entiende las dificultades.
P. Fue Cristina Fernández de Kirchner quien dijo el viernes que ustedes están decepcionando a sus votantes. ¿Le dolieron esas críticas, viniendo de su vicepresidenta? ¿Es ella la que está mirando al pasado?
R. Creo que [la de Cristina] es una mirada parcial, absolutamente económica, que desatiende todo lo que nos tocó pasar en el medio. Vivimos una pandemia, una tragedia que la humanidad vive muy de tanto en tanto, que se ha llevado seis millones de vidas en el mundo, más de 100.000 argentinos. Y con todo, logramos que ningún argentino se quedara sin la atención médica que necesitaba.
P. ¿Por qué entonces estas críticas internas tan duras de su vicepresidenta?
R. Mire, el 17 de noviembre pasado la plaza se llenó, y yo tuve que hablar ante decenas de miles de compañeros. Les dije que proponía que en nuestro espacio político se abra un gran debate. Les proponía que no se acallara ninguna voz, y que debía ser resuelto por la gente en primarias abiertas y obligatorias como existen en Argentina. En ese momento me criticaron mucho. Veo con alegría ahora que ese debate es bienvenido. Tengo un enorme respeto por Cristina. Ella representa en la historia algo significativo, y en el presente es líder de un espacio importante. Pero hay cosas en las que no comparto su mirada. Además he sido públicamente crítico con su gestión de gobierno. Todo el mundo sabe que tengo una mirada diferente. Respeto lo que dice, pero pido que respeten lo que digo yo.
P. ¿Se imagina en unas primarias contra Cristina Kirchner?
R. Yo no estoy pensando en 2023. Estoy pensando en qué puedo hacer para que esta guerra se termine. Para 2023 falta mucho tiempo. En Argentina el reloj corre de otro modo.
P. Desde que se supo que Cristina Kirchner sería su vicepresidenta hasta hoy con estas críticas se repite una pregunta. ¿Quién manda en Argentina? ¿Usted o ella?
R. El presidente de la nación es quien manda en Argentina. Desde 2019 decían que yo sería un títere de ella. Pero la verdad es que yo tomo las decisiones. Eso no quiere decir que no escuche a Cristina, que desprecie su opinión. Pero la decisión la tomo yo. Y llevó mucho tiempo que se den cuenta de que yo estoy gobernando. Los debates que propongo son en este tono de voz, no necesito gestos grandilocuentes ni insultos ni maltratos.
P. ¿Ratifica usted a su ministro de Economía, Martín Guzmán, muy criticado internamente?
R. Detesto la idea de la ratificación. Nunca fue puesto en duda. Martín es el ministro que hizo frente a las deudas privadas y con el FMI, que nos hizo crecer al 10,3%, que bajó la desocupación del 13% al 7%.
P. Los kirchneristas han llegado a decir “el Gobierno es nuestro, Alberto no se lo va a llevar a la mesita de luz”. ¿Cómo vive eso?
En Argentina nadie está seriamente pensando en un proceso de desestabilización
Alberto Fernández
R. De ninguna manera, es algo que dijo alguien.
P. ¿Aguantará el Gobierno toda la legislatura?
R. Por supuesto. No creo que en Argentina nadie está seriamente pensando en un proceso de desestabilización después de todo lo que hemos vivido. Eso también es una creación intelectual de muchos medios. Los gobiernos no son propiedad de nadie, son de los pueblos. Yo soy un mandatario que cumple órdenes de un mandante, que es el pueblo. No solo los que me votaron, todos. Escucho, veo sus necesidades, las enfrento. No creo que la política sea un acto de prepotencia, sí es una representación de intereses. Soy peronista, sé qué represento: los intereses de los más postergados, los que han caído en la pobreza, de la pequeña y mediana empresa, del pequeño agricultor.
P. En América Latina hay un giro a la izquierda: Gabriel Boric, Gustavo Petro, Lula da Silva. Pero las encuestas dicen que Argentina iría en sentido contrario, girando de nuevo a la derecha. ¿Cómo se explica?
R. El crecimiento de las derechas, en Argentina, en América Latina y en todo el mundo, tiene que ver con la decepción, el desánimo que ha generado la pandemia. Boric ganó, pero la derecha fue muy fuerte. En América Latina vivimos un proceso de integración y en los últimos años, los de {Donald] Trump, de mucha desintegración. Cuando llegó la pandemia nos dimos cuenta de lo difícil que era conseguir vacunas todos divididos. Estamos repensando una reunificación de América Latina y el Caribe.
P. ¿Por qué crece alguien como Javier Milei, la extrema derecha argentina?
R. Es una suerte de anarquía de derecha, la nueva versión del liberalismo más cruel. Dice negar el Estado, pero lo que hace es sostener el statu quo de los poderosos. Esto empezó con el Tea Party en Estados Unidos.
P. ¿Hace algo de autocrítica? Llegó con mucho apoyo popular y ahora las encuestas dicen que perdería.
R. Seguramente tendremos cosas que habremos hecho mal, pero al día 99 de Gobierno se desató la pandemia y teníamos un sistema de salud destruido. Eso demandó esfuerzo. Durante más de un año subsidiamos el empleo privado. Por eso fuimos uno de los países del mundo que menos trabajo formal perdió. Lo que sí pasó es que hubo un gran desánimo en la gente, un martilleo permanente de algunos medios. Si cerrábamos era un problema, si abríamos era un problema. Hicieron creer que las vacunas estaban poco probadas. Eso fue llegando al ánimo de muchos argentinos. Es hora de que empiecen a ver el tiempo que nos tocó vivir y los resultados positivos que obtuvimos.
Alberto Fernández, en la residencia del embajador argentino en Madrid.
P. Por lo que dice, parece que buscará una reelección.
R. Mire, yo milito desde los 14 años. Nunca he llegado al poder para enriquecerme. Soy hijo de una familia de clase media. Debo haber sido el presidente con menos bienes de la historia. Lo que necesité lo tuve: una casa, una oficina, un auto. Y viví cómodamente. Puse en valor cosas que se habían dejado de lado. En la Argentina del presente no hay nadie perseguido, no hay jueces visitados por espías para perseguir a alguien, no hay teléfonos pinchados de opositores ni de nadie. La inteligencia funciona para saber los riesgos de Argentina en terrorismo o narcotráfico. La libertad de prensa es absoluta, cada uno dice lo que se le da la gana, hasta barrabasadas. Eso tal vez no se ponga en valor todavía por el problema económico, pero se logró.
P. ¿Argentina tiene arreglo?
R. Por supuesto. Argentina, con la cantidad que tiene y proyecta tener, va a ser de los más importantes proveedores de energía del mundo. Eso puede resolver el problema de los dólares. Tenemos 10 años por delante muy buenos. Pero tenemos que hacerlo bien. Nadie puede vivir con déficit permanente. Eso hay que corregirlo.
Nadie puede vivir con déficit permanente. Eso Argentina tiene que corregirlo
Alberto Fernández
P. ¿Convencerá a Cristina Kirchner, estará de acuerdo?
R. En algunas cosas sí, en otras no. Legítimamente. Cristina probablemente estará más convencida de lo que ella hizo en sus tiempos de Gobierno. Yo la respeto. Está bien. El debate no me preocupa, me preocupa la obstrucción al Gobierno. Es que a veces las voces se vuelven tan altisonantes que no dejan ver la realidad.
P. ¿Si Macri hizo una gestión tan mala, cómo es posible que esté en condiciones de volver al poder él o alguien cercano a él?
R. Si los argentinos vieran lo que yo me encuentro día a día, nunca pensaría en volver a entregar el poder a Macri ni a nadie que se le parezca. El daño que hizo Macri a la Argentina es incalculable. La desaprensión es imperdonable. Espero que alguna vez la justicia investigue con seriedad a los negociados que Macri llevó adelante en su Gobierno. Nosotros hemos denunciado a todos. Macri ha sido el más dañino. Por eso, con todo respeto, durante la entrevista me invitó a subirme a un ring a pelearme con Cristina, pero ella no es mi enemiga, mi enemigo es Macri. Y a quien tengo que pelear si quiero una Argentina más junta es a Macri, no entre nosotros.
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