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Alcaraz se va con oro en la mochila


Inconformista como lo es, buena señal, a Carlos Alcaraz le queda un regustillo agridulce porque, lógico, no le gusta perder (6-4, 6-1 y 6-2 con Daniil Medvedev) y no está nada acostumbrado. Superada la etapa juvenil y adentrándose en el profesionalismo, se dirige hacia cotas mayores y en este primer año a pleno rendimiento entre los mejores los tropiezos son frecuentes y normales. Se despide de Wimbledon en la segunda ronda, pero la grada inglesa ha disfrutado con él y pese a la ovación, al murciano, 18 años, todavía le dura el mosqueo cuando analiza su paso por Londres con los periodistas.

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“Todavía no he pensado qué he hecho bien o mal, porque cuando pierdes sueles estar la hora siguiente dándole vuelas, cabreado, así que ahora mismo no puedo sacar muchas cosas positivas de esto”, dice en un primer instante, antes de hacer una pausa y hacer un viraje en positivo, porque su paso por el torneo, la primera vez que ha desfilado por el cuadro principal del grande inglés, le deja un buen puñado de píldoras –entre ellas, su primer triunfo a cinco sets– que a buen seguro le servirán el día de mañana; “sobre todo, que debo aprender a ser más regular en partidos así, porque este tipo de jugadores te juegan todo el rato a una intensidad muy alta.

De entrada, Alcaraz ha comprobado qué supone jugar en una pista como la Court 1 de Wimbledon, con formidables episodios en su historial. A continuación, que pese a estar todavía muy lejos del ruso, ha sido capaz de tutearle al número dos durante un parcial y se ha metido a la grada inglesa en el bolsillo, hasta el punto de poner celoso a su rival; por eso, cuando desbarata el nudo, Medvedev se echa la mano al oído e interpela a los aficionados, que han estado arropándole al chico sin parar. Y para cerrar, que con la victoria en el estreno (Yasukata Uchiyama) ya ha dejado una muesca en Londres, y no es un consuelo menor.

“Es especial. Está jugando sus primeros Grand Slams y ya consiguió ganar un partido en Melbourne y dos en París. En mi primer grande, yo no gané ningún partido”, le recuerda el moscovita a pie de pista, donde también le augura un futuro brillante en la misma línea que se pronuncian los compañeros del circuito, técnicos y especialistas. “Me alegra que alguien como él, que es uno de los mejores de jugadores del mundo, diga eso sobre mí. Significa que estás haciendo un buen camino”, dice el español, al que los nervios, normal, le han jugado una mala pasada en el arranque del partido.

“Si te digo que no me ha impresionado [la situación] te mentiría. Antes de salir a la pista estaba tranquilo, pero al entrar me han entrado unos nervios por encima de lo normal. Me ha costado manejarlos en los primeros juegos. Al final estás aquí, en esa pista, contra Medvedev… Todo eso te genera muchos nervios y eso es lo que me ha pasado a mí”, prosigue Alcaraz, que conforme avanza el encuentro con los periodistas llega adonde seguramente le ha invitado a pasar su preparador, Juan Carlos Ferrero, media hora antes en el vestuario.

Badosa, Bautista y Martínez, adelante

“Esto es parte del aprendizaje, jugar en este tipo de pistas y contra estos adversarios son experiencias que hay que vivir”, valora mientras va cambiándole el gesto poco a poco. “Jugar aquí es un paso de gigante que he dado en mi proceso. Me ayudará mucho de cara al futuro y la próxima vez que venga podré enfocarlo de otra manera. Ya sabré qué es pasar por esto y sabré gestionar mejor los nervios”, concluye Alcaraz, sensible pérdida de un día en el que Roberto Bautista sí ha conseguido saltar la barrera de la segunda ronda: 6-3, 6-3, 6-7(3), 3-6 y 6-3 a Miomir Kecmanovic.

También lo ha hecho el valenciano Pedro Martínez, que se ha impuesto al francés Gael Monfils para lograr su victoria de mayor pedigrí (6-3, 6-4, 4-6 y 7-6(5) y alcanzar otra vez la tercera estación de un gran torneo, su tope hasta ahora; enfrente estará este viernes el chileno Cristian Garín. De la mano, progresa felizmente la catalana Paula Badosa, que ha reducido a Yulia Putintseva (6-4 y 6-1) y se las verá el viernes con Magda Linette, 44ª de la WTA, con el oficio de los 29 años. Mientras tanto, el tenis español lamenta la derrota de Sara Sorribes, que no estuvo lejos de hincarle el diente a la campeona de 2018, la alemana Angelique Kerber: 7-5, 5-7 y 6-4.

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