Alejandro Gaviria: “Soy el candidato capaz de unir a quienes piensan distinto en Colombia”

Alejandro Gaviria, en su casa de Bogotá, un día después de anunciar su candidatura a la presidencia de Colombia.
Alejandro Gaviria, en su casa de Bogotá, un día después de anunciar su candidatura a la presidencia de Colombia.Camilo Rozo

Alejandro Gaviria (Santiago de Chile, 55 años) está nervioso. Después de semanas jugando al despiste con su posible candidatura a la presidencia de Colombia, este viernes hizo realidad una idea que llevaba meses madurando. El sí, por este orden, de su oncólogo, de su familia y de los alumnos y compañeros de la Universidad de Los Andes, de la que fue rector hasta este viernes, le dieron el impulso para saltar al ruedo electoral de cara a las elecciones de 2022. Gaviria, que levanta pasiones entre la élite intelectual capitalina, tiene por delante el reto de que su discurso de académico llegue a todos los rincones del país. Con el rubor que, confiesa, aún le produce el autobombo, quiere unificar el centro político en torno a su candidatura, en un país tremendamente polarizado. Gaviria recibe a EL PAÍS en su casa de Bogotá este sábado, un día después del anuncio, entre abrumado y emocionado por la nueva puerta que acaba de abrir en su vida.

Pregunta. ¿Cómo se presentaría ante alguien que no lo conozca?

Respuesta. Como una persona que ha pasado parte de su vida en la academia. Que tiene una experiencia en el sector público también [fue ministro de Salud en el Gobierno de Juan Manuel Santos]. Que dedicó su vida de académico a estudiar los problemas principales de Colombia: la violencia, la desigualdad y la pobreza. Que creo que puedo jugar un papel importante en este momento, de encontrar caminos de reconciliación en nuestro país, de inspirar, de encontrar un sentido de propósito colectivo. Crecí en Medellín, me considero una persona casi del común, soy sencillo, tengo una vida familiar. Me gusta pasear con el perro a la vuelta de la esquina. Mi vida en los últimos años ha sido una transformación. Después de que enfermé de cáncer pasé de lo que era, un tecnócrata, a ser una persona más reflexiva. Esa doble experiencia es algo que también puedo aportar.

P. Usted es conocido y está bien valorado entre una clase urbana y la élite intelectual. ¿Cómo piensa conectar con el resto del país?

R. Ese es mi gran reto en los próximos meses. La idea que yo tengo de lo que necesita el país quiero alimentarla de historias de vida. En tres o cuatro meses tengo que hacer eso. Lo hacía en mis clases de la universidad. Lo primero que hacía con los estudiantes era que me contarán su historia, y eso iba alimentando lo que yo contaba de la clase. Probablemente tenga un reto también de lenguaje, de convertir mi visión del país en algo que le llegue directamente a las necesidades sentidas de la gente en cada lugar del territorio. No quiero que eso sea producto de una campaña estratégica política, sino que sea algo que yo vaya encontrando en mis conversaciones con la gente. Mi reto es que esta campaña sea también una invitación a un trabajo colectivo, yo no creo en los mesianismos.

P. ¿Qué cree que lo diferencia del resto de aspirantes?

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R. Una trayectoria vital, un conocimiento del país. Yo creo que yo soy -no me gusta el autobombo, y me resulta difícil hacer esto-, pero yo soy en este momento el candidato que es capaz de unir a quienes piensan distinto, de ser unificador y abarcador, de dejar de lado esas rencillas de las que la gente está cansada. Y de llamarle la atención a los colombianos de que este país no es un fracaso sin atenuantes, como se ha repetido tanto, y de que Colombia tiene un futuro por construir. Que debe ser ejemplo al mundo en sostenibilidad, en crear unas historias de desarrollo distintas y dejar de lado ese legado violento. Uno de los temas que más me preocupa es que Colombia pueda entrar en un tercer pico de violencia, los homicidios están volviendo a crecer.

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P. ¿Qué haría para frenarlo?

R. Primero, yo creo que el Gobierno ha fracasado en la recuperación de la seguridad territorial. Segundo, hay que construir historias de desarrollo en la periferia diferentes a la economía ilegal y a la la minería ilegal. Y tercero, a mí me preocupan las palabras violentas, todas las violencias han empezado con las palabras violentas y la deshumanización del contrario. Y lo que voy a hacer es dar ejemplo. Mi campaña no va a ser una campaña de mentiras ni de calumnias.

P. ¿Cuáles serían sus primeras medidas como presidente?

R. Los primeros 20-30 días trataría de conectarme sobre todo con comunidades indígenas porque yo creo que ahí hay un mensaje de protección al medio ambiente, de esa diversidad que Colombia no ha entendido ni ha asumido plenamente. Trataría, en los primeros 50 días, de tender esa agenda reformista que este Gobierno ha perdido. Empezando por una reforma tributaria progresista, una reforma a la seguridad social y un plan social de emergencia, eso estaría listo para la primera semana.

P. ¿Qué falló en la primera reforma tributaria de Iván Duque?

R. Falló por dos cosas. Primero porque no entendió el momento que vivía el país, ni política ni económicamente, con la mayor devastación social por la pandemia. Segundo, porque nunca trataron de crear un consenso político y una comunicación efectiva. El país no entendió la reforma.

P. ¿Era una buena reforma?

R. Tenía elementos rescatables, otros no tanto. Pero sí tenía algunos elementos que probablemente se van a tener que recoger en otra reforma posterior.

P. ¿Quién es su rival a batir?

R. Yo tengo dos etapas en esta campaña. Yo sé que si quiero llegar a la presidencia, en la consulta de centro de marzo tengo que derrotar a Sergio Fajardo y a Juan Manuel Galán, pero a pesar de que yo veo eso como una competencia, también veo cooperación y conversación. Después probablemente sería Gustavo Petro, aunque puede haber algún candidato de la derecha. Pero yo no quiero que esta campaña sea contra nadie, pues tendré que derrotar a todos.

P. Sostiene que usted es más progresista que Petro, pero busca conquistar el centro. ¿No se considera un político de izquierdas?

R. No creo que yo sea del todo un político de izquierdas. Yo creo en el papel del sector privado en la sociedad, creo, con las cortapisas que les haya que poner, en la economía de mercado, creo que las capacidades de la sociedad están acumuladas, muchas de ellas, en el sector privado. Defendí un sistema de salud mixto, en contra de muchas tendencias de la izquierda, porque me parece que destruirlo sería muy perjudicial para el país. Defiendo las libertades individuales y la dignidad humana, con ideas del liberalismo clásico. Creo en el papel redistributivo del Estado, como lo creería un socialdemócrata. Creo que soy un político difícil de definir en esa línea izquierda-derecha.

P. ¿Descarta un acercamiento a Petro?

R. Creo que no tendremos un acercamiento. El acercamiento que tengo que hacer yo es unificar el centro y darle al centro una identidad y una emoción que no tenía, darle una agenda, una posición ideológica.

P. No tiene estructura partidista. ¿Piensa aliarse con algún partido?

R. He recibido apoyos retóricos del partido Liberal, de alguna facción del Partido Verde, del Nuevo liberalismo, de fuerzas independientes. Yo quiero ser ese candidato unificador, eso es lo que me diferencia del resto. Inicialmente esta candidatura será por firmas.

P. ¿Tiene en mente un número 2?

R. No lo tengo en mente. Seguramente será una mujer, pero creo que es mejor esperar.

P. Claudia López ha sido valedora suya, ¿qué opinión le merece su gestión?

R. Yo tengo una opinión favorable, creo que ha sido una líder política buena para el país. Me han preocupado algunas de sus declaraciones recientes sobre la estigmatización que ha hecho de los migrantes venezolanos, pero respeto a Claudia López.

P. ¿Qué balance hace del Gobierno de Duque?

R. [Abre un cuaderno de notas] El balance no es bueno. No ha tenido una agenda reformista, ha existido una concentración del poder perjudicial para el país, hay una especie de menoscabo de la democracia liberal, creo que en el paro [las protestas] fue evidente que no escucha a la gente, actuó de espaldas a la población y no hubo una defensa irrestricta de los derechos humanos. Creo que ha fracasado en este tema de la seguridad territorial, en hacer una presencia efectiva del Estado en todo el territorio. No ha sido un buen Gobierno

P. ¿Cuál es el principal problema de Colombia?

R. El principal problema ahora tiene que ver con lo que yo podría llamar una devastación social que nos deja la pandemia, un aumento de la pobreza, una deserción escolar altísima, un crecimiento de la desigualdad que se ha traducido en un desánimo de la gente. En el mediano plazo, el principal problema es ese surgimiento de la violencia en buena parte del territorio. Y ya en perspectiva amplia, cambiar el modelo de desarrollo, cambiar la oferta exportadora, que no puede seguir dependiendo del carbón y del petróleo. El tema ambiental es la gran responsabilidad global de Colombia. Fracasaríamos como país y como generación si no impedimos la destrucción del Amazonas.

P. Hay un malestar notorio entre los jóvenes y las minorías. ¿Cómo resolvería la frustración de parte del país?

R. Hay un tema de exclusión, de falta de oportunidad, que se ve tanto en los jóvenes universitarios que no encuentran un trabajo como en los jóvenes que no han podido acceder a la universidad. Ahí hay un conjunto de políticas públicas que hay que hacer. Lo que está pasando con los jóvenes es que no están viendo un futuro, hablando con algunos me pareció difícil y triste que muchos estaban pensando en irse del país. Por eso yo planteé esta idea de que entre todos hay que construir un futuro. Colombia tiene que tener futuro.

P. ¿Y cómo se construye?

R. En el corto plazo se necesitan medidas puntuales. Hay que invitar al sector privado colombiano a que abra las puertas, que tiene que ser incluyente, que lo que estaban haciendo no funciona. Seguramente va a haber incentivos para que los jóvenes puedan acceder al trabajo. En el mediano plazo Colombia necesita una revolución educativa, de más apertura y de otras formas de educación. Y hay que invitarlos a participar, que sus voces sean escuchadas. Es algo que yo pienso hacer en la campaña.

P. ¿Qué fue lo que hizo dar el salto a la presidencia?

R. Yo tenía tres dudas. La primera era una duda grande sobre mi salud. Yo fui ministro de Salud seis años, en el cinco me enfermé. Creo que el estrés crónico tuvo algo que ver algo con mi enfermedad. La última conversación con mi oncólogo fue extraña, porque yo le empecé a plantear el estrés como una de mis preocupaciones, como para que él tomara la decisión por mí. Él en algún momento se rio y me dijo ‘tiene mi voto’, como dándome aliento y diciendo ‘está bien de salud’. El otro fue la conversación con la familia. Mi esposa era codirectora del Banco de la República, su carrera profesional y su vida era algo que teníamos que discutir aquí. Mi hija Mariana, ya 24 años, se negaba de manera determinante, y hubo un proceso familiar de que ella le fue viendo a esto un sentido. Cuando yo lo planteé hace unos meses ella dijo ‘mira papi, eso es una ambición personal que va a acabar con nuestra vida’. Y yo con eso no podía vivir. Así que vivimos un proceso, no yo de tratar de convencerla a ella, fue ella la que lo fue viendo. Lo tercero fue cuando yo comencé a darme cuenta de dos elementos, el primero que yo era beneficiario de una confianza pública creciente y el segundo de que mi salida de la universidad no era una falta de compromiso sino una continuidad. Así pude hacer las paces con mi salida de la universidad, que fue lo que me atormentó hasta la semana pasada.

P. ¿Tiene miedo a algo?

R. Tengo miedo a una recaída en el tema de salud. Tengo miedo a no responder a la expectativas de los otros, lo he tenido desde muy pequeño. Me dan miedo los ataques personales también. Cuando hay mentiras flagrantes, a veces todavía no sé cómo lidiar personalmente con eso.

P. ¿Por qué le dijo que no a Petro cuando le propuso para la alcaldía de Bogotá?

R. Estaba en el proceso de ser rector de la Universidad de los Andes. Y luego hay que ser coherente. Yo con Petro tengo algunas coincidencias, pero me parecía que la invitación tenía para él un sentido estratégico más que programático. Él quería usar mi nombre para su agenda, no invitarme a construir juntos programáticamente.

P. ¿Cree que la izquierda se va a agarrar a que trabajó con Uribe?

R. Probablemente, pero yo estuve con Uribe un año y medio no más, cuando el 90% de Colombia estaba con Uribe. Yo construí los primeros presupuestos participativos de Colombia. En el año 2004 yo salgo del Gobierno de Uribe y un mes después se comenzó a hablar de la reelección. A mí me tocó un Gobierno de Uribe enfocado en resolver los problemas de Colombia, no había esa locura que vino después. Yo defiendo lo que yo hice allí, fue un trabajo razonable.

P. ¿Tiene un plan para acabar con la corrupción?

R. La corrupción no es solamente la causa de los problemas, sino una consecuencia y síntoma de un problema más profundo de mal diseño del Estado. El tema de la corrupción necesita método también. Creo en que hay que confiar en la gente con medidas de cambio cultural complementarias a las medidas de cambio del diseño del Estado. Tengo en mi cabeza bien en dónde están los problemas de corrupción del país, en eso tenga mucha experiencia. Implementaremos un plan y ese plan tiene que ir acompañado de una forma de enaltecer a los otros, eso es fundamental.

P. Su presentación está muy centrada en usted. ¿Cómo piensa aglutinar apoyos?

R. No quiero que sea una candidatura personalista. Tal vez está muy centrada en mi persona al comienzo porque el país no me conoce. Quiero que sume a personas diversas y que gente que piensa distinto pueda encontrarse aquí, quiero que sea lo contrario: unificadora.

P. ¿En quién se inspira?

R. Me inspiro en lo que yo he leído, pero yo quiero encontrar una inspiración especial en la cultura: en los creadores, el cine, el teatro, la literatura. Colombia tiene dos grandes fortalezas: su biodiversidad y su diversidad cultural. Esa diversidad cultural que la celebra y la protege. Es como el libro de Wade Davis sobre el Río Magdalena, que es en el fondo una carta de amor a Colombia, ahí encuentro una inspiración. En el indígena Hernando Chindoy, con el que me voy a ver esta semana y que luchó contra los cultivos ilícitos. No solo tiene ese conocimiento ancestral de como defender el medio ambiente, sino la forma de cómo ha resuelto los problemas en su comunidad colectivamente. Es inspirador. En mis momentos de descansos, que no son muchos, me gusta leer poesía. Borges siempre me ha inspirado, tengo una frasecita en mi mente: En el fondo no conocemos los designios del universo, pero actuar con justicia y razonar con lucidez puede hacer la diferencia.

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