Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), ha aclarado este jueves que el objetivo del organismo fuera sacar a Nicolás Maduro del poder este año. “El objetivo que podíamos tener en la OEA, y que quizá difiere con la estrategia que otros podían tener, era redemocratizar el país”, ha dicho en una rueda de prensa en Washington. Cerrando el año, Almagro califica de “positivos” los alcances y resultados obtenidos en dicho propósito “considerando la realidad venezolana”. En enero se cumple un año desde Juan Guaidó se proclamó presidente interino de Venezuela, reconocido como tal por más de 60 países, pero no ha materializado su plan: “cese de la usurpación, Gobierno de transición y elecciones libres”. Algo que sí ha conseguido la oposición al régimen de Maduro es que el embajador Gustavo Tarre, designado por Guaidó, tenga un puesto en el principal organismo de la región.
“Nuestra estrategia era que Venezuela no abandonara el sistema interamericano, que tuviera capacidades de representación de sus poderes democráticos y de aquellos que realizaban tareas de fortalecimiento institucional o de promoción de la democracia en el país”, explica Almagro, que en marzo opta por un segundo mandato frente a la OEA. Esta estrategia “no podía confundirse con una estrategia de sacar a Maduro. Yo creo que la estrategia nunca podía ser sacar a Maduro”. El trabajo del organismo se enfocó entonces, según el secretario general, en fortalecer las instituciones democráticas dentro del país, dar garantías a las víctimas de violaciones de los derechos humanos y de crímenes de lesa humanidad. Tratar de generar condiciones para paliar y aliviar la crisis humanitaria y los efectos de la crisis migratoria.
Para el secretario general lo que mantiene a Maduro en el poder son seis pilares que “nunca han sido desafiados”: la presencia de más de 20.000 cubanos en Venezuela; la financiación ilegal que recibe el Ejército de Liberación Nacional —la mayor organización guerrillera que opera hoy en Colombia—; la presencia de los disidentes de las FARC; los fondos que obtiene la Hezbolá e Irán del narcotráfico en el país caribeño; los carteles de drogas; y el propio aparato represivo que opera en el régimen. En el listado no menciona a China, el gran acreedor de Venezuela. Le ha prestado a Caracas cerca de 62.000 millones de dólares (unos 54.000 millones de euros) en la última década, según la Base de Datos de Financiación China-América Latina del Diálogo Interamericano y la Universidad de Boston. “Ese es un tema del fracaso del propio sistema bolivariano. No tiene sentido trasladar la responsabilidad a nadie”, comenta el secretario general.
La razón por la que China o Rusia no figuran en el listado de los responsables de que el líder chavista no abandone Miraflores, explica Almagro, es que ambas potencias han “resuelto siempre muchísimas cosas negociando”. “Con ellos en algún momento siempre ha sido posible arreglar y es posible arreglar y resolver. Son países propositivos para alcanzar soluciones porque les interesa que las cosas funcionen bien y les interesa ser parte de la solución. Los problemas son los otros pilares”.
La salida de Evo Morales
El lapidario informe de la OEA sobre las graves irregularidades efectuadas durante las elecciones presidenciales de Bolivia en octubre desempeñó un papel fundamental en la renuncia de Evo Morales. La mañana del 11 de noviembre, Morales, siguiendo con las recomendaciones del documento elaborado por el organismo, convocó nuevas elecciones y se comprometió a renovar la totalidad de vocales del Tribunal Supremo Electoral. Más tarde, el jefe del Ejército, Williams Kaliman, presionó al líder indígena para que renunciara al cargo. Horas después, abandonó la presidencia. Uno de los hechos que llamaron la atención durante la jornada fue el silencio de la OEA respecto a la presión efectuada por los militares, que varios países latinoamericanos como México y Uruguay han calificado de un golpe de Estado.
“Sabíamos que Morales estaba hablando con su comandante en jefe, Kaliman, habló varias veces en el día. Kaliman le recomendó como amigo ‘no hay otra, este despropósito institucional que has creado en el país no tiene otra manera de resolverse’”, narra Almagro. Para el secretario general, las presiones militares no fueron el motivo de su renuncia, sino el abandono de sus bases. “Creo que su renuncia era lo único posible, y creo que además era lo único que él mismo quería. Por las conversaciones con él, por las conversaciones que tuvo con el jefe de Gabinete, por las conversaciones que tuvo su equipo, eso ya estaba cinco días antes…”, explica Almagro, dejando caer que la salida del líder indígena estaba prevista una semana antes de que ocurriese.
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