Almodóvar libera el pezón. Claves para entender el primer y provocador póster de ‘Madres paralelas’

Hace más de 80 años, John Steinbeck decidió ceder el protagonismo de los últimos párrafos de Las uvas de la ira a un pecho descubierto. El retrato del seno no contenía ninguna connotación erótica, sino que se relacionaba con la maternidad. A su vez, el concepto de familia dejaba de estar atado a lo biológico para acercarse a lo social. El pecho y la leche representaban cómo la luz está cerca del ser humano hasta en los tiempos más oscuros, meciéndolo y acariciándolo: no hay nada que defina mejor nuestra condición que el hecho de que dos cuerpos se acerquen y se den alimento y calor. Era de algún modo el cierre perfecto para el libro, uno que John Ford omitió comprensiblemente en su adaptación cinematográfica de 1940, pese a que el monólogo final de aquel filme (“We’ll go on forever, Pa, ‘cause we’re the people”, persistiremos y resisitremos porque somos el pueblo) mantuviera esa misma idea de esperanza.

Póster promocional de 'La piel que habito' (2011), diseñado por Juan Gatti y parte de su serie 'Ciencias naturales'.
Póster promocional de ‘La piel que habito’ (2011), diseñado por Juan Gatti y parte de su serie ‘Ciencias naturales’.El Deseo

Hoy la productora El Deseo ha dado a luz el primer póster de Madres paralelas, la nueva película de Pedro Almodóvar, y la puerta de entrada a la misma responde a una idea parecida: un pecho en blanco y negro con un pezón lactante como centro absoluto, enmarcado por la forma de un ojo que parece estar llorando, desde un depurado fondo rojo y con una gruesa tipografía rosa. Todo ello nos da la bienvenida a la nueva obra del cineasta manchego, pero, pese a los elementos, aquí no hay asomo de pasión y estamos casi más cerca del manual de anatomía que Juan Gatti diseñó para el primer póster de La piel que habito (2011) que del trasero con labios y en forma de corazón que Iván Zulueta ideó para Laberinto de Pasiones (1982).

Cartel de 'Laberinto de pasiones', diseñado por Iván Zulueta en 1982.
Cartel de ‘Laberinto de pasiones’, diseñado por Iván Zulueta en 1982.

Todavía no hemos visto Madres paralelas, pero precisamente ahí radica la importancia de esta carta de presentación: cada cartel crea un imaginario mental en la audiencia que persigue llevarla a las salas, pero también uno que determina la lectura del filme. En este caso, el significante no puede ser más poderoso: sabemos que Almodóvar vuelve a hablar de la maternidad, pero parece que el acercamiento tendrá una fuerza novedosa y simpar, directa y sin recatos, iluminada pero con claroscuros. No podremos comprobarlo hasta el 10 de septiembre, día del estreno, pero tampoco nos importa porque si algo nos ha enseñado el cine de Almodóvar es que sus carteles hablan por sí mismos, como ramificaciones imposibles que dirigen la mirada y convierten poco a poco el exterior de las salas en parte de su mundo.

El arrojo del teaser póster de Madres paralelas es todavía más pronunciado teniendo en cuenta la época actual que nos toca vivir. Ya no estamos en los años cuarenta y sufriendo el código Hays, pero en pleno 2021 resignificar un pecho provoca más hoy que hace 20 años. La regulación de la mayoría de redes sociales en pleno 2021 sigue impidiendo que se muestre uno femenino (no así el masculino) en sus plataformas. Y de la normativa sobre la sexualidad a la sexualidad normativa hay un paso. Con este cartel, El Deseo y Almodóvar parecen hacer toda una declaración de intenciones: se suman al movimiento feminista #FreeTheNipple al mismo tiempo que se arriesgan a una, posiblemente ya prevista, censura.

Frame de la película ‘Madres Paralelas’ de Pedro Almodóvar. En vídeo, el tráiler de la película.EL DESEO | VÍDEO:EPV

Javier Jaén, el diseñador del cartel, parece pensar lo mismo: hoy ha compartido el póster en su cuenta de Instagram pero su anterior actualización es la de una vaca con las ubres pixeladas en lo que es una editorial clara respecto a lo ridículo que suele resultar vencer al algoritmo. Más allá de la estrategia publicitaria, el cartel de Madres paralelas no puede ser más coherente con un cineasta que nunca ha dejado de provocar –al menos a esa parte del público que quiere ser provocada–, desde la inabarcable anarquía underground de sus orígenes y hasta su última fase de estilización y depuración actual. Y Almodóvar es un agitador cultural ya desde sus carteles.

Bien es sabido que la filmografía de Pedro Almodóvar da continuamente pistas sobre su propia obra, pasada y futura. Así, en La flor de mi secreto (1995) accedíamos a un anticipo de Dolor y Gloria (2019) o descubríamos que, en la última novela de Amanda Gris, una mujer escondía el cadáver de su marido en un arcón frigorífico a lo Volver (2006). En La mala educación (2004) veíamos pósteres visibles de proyectos como La abuela fantasma o Los amantes pasajeros (2013) dirigidos por Enrique Goded, su protagonista. Y en Los abrazos rotos (2009), la historia de un cineasta que no puede ver, aparecía ya un cartel de Madres Paralelas.

Un póster con el título de 'Madres paralelas', en un instante de 'Los abrazos rotos', de 2009.
Un póster con el título de ‘Madres paralelas’, en un instante de ‘Los abrazos rotos’, de 2009.

Pero si en aquel póster ficticio lo que cobraba importancia era la idea del azar y del nido vacío, con un diseño un tanto inocuo, aquí se remite a la visibilización y al llenado con algo que llama al posicionamiento. De un modo similar a la estrategia seguida por el diseñador José María Cruz Novillo en sus ya clásicos carteles para Ana y los lobos (1973), El espíritu de la colmena (1973), La prima Angélica (1974) o Cría Cuervos (1976), donde eran las formas geométricas las que permitían descubrir la imagen, aquí el pezón se convierte en el iris y la pupila. De un modo cercano también a la valentía de la escuela polaca de diseñadores de carteles de los años sesenta-setenta, donde la alegoría incómoda siempre estaba por encima de la representación, aquí el pecho lloroso remite a una maternidad dolorosa. En pleno apogeo de las narrativas seriales, donde el audiovisual se vende principalmente a partir de la trama, este cartel vende un concepto.

Si tuviésemos que quedarnos con algo de este anticipo, sería sin duda con esa gota a punto de salirse de su marco e inundar el título. De un modo similar a ese instante de Nymphomaniac (2013) en el que Lars Von Trier construye una imagen donde las piernas de su protagonista lloran a partir del flujo vaginal, aquí la leche se convierte, ante todo, en un sollozo visible que brota del cuerpo. Gonzalo de Lucas hablaba de las lágrimas en el cine como si fueran una imagen-puente entre el interior y el exterior del cuerpo, como una forma de hacer visible lo invisible, y, tal vez, eso sea lo que este teaser póster pretenda. Podría ser que referencie alguna secuencia de Madres paralelas donde Penélope Cruz, Milena Smith o Aitana Sánchez-Gijón sufran por sus respectivos vástagos. O tal vez podría referirse a todas esas mujeres que se sientan en el banco más alejado posible y se tapan para dar el pecho a su hijo. No sabemos si este póster remite al dolor punzante que surge al comenzar a amamantar, o si se refiere a otro tipo de dolor que sólo puede entender una madre. En cualquier caso, y como siempre, el primer día y en primera sesión, seremos los primeros en comprobar si nuestro imaginario y el de Almodóvar coinciden. We’ll go on forever, Pedro, ‘cause we’re the people.

Endika Rey es profesor lector en la facultad de Filología y comunicación en la Universidad de Barcelona. Está especializado en estudios fílmicos.

Puedes seguir ICON en Facebook, Twitter, Instagram,o suscribirte aquí a la Newsletter.




Source link