América Latina inicia en noviembre un mes de vértigo electoral

Un hombre deposita su voto en las elecciones locales en Chile, en marzo de 2021.
Un hombre deposita su voto en las elecciones locales en Chile, en marzo de 2021.MARTIN BERNETTI (AFP)

América Latina tendrá en noviembre una agenda electoral cargada. Las citas cambiarán el mapa político en Argentina, Chile y Honduras y elevarán al tensión en Nicaragua, con unas generales en las que el presidente Daniel Ortega logrará su reelección tras encarcelar uno a uno a todos los candidatos de la oposición. Venezuela, en tanto, tendrá elecciones regionales con participación opositora, tras la decisión del antichavismo de poner fin al boicot electoral y conformar una lista de unidad.

Nicaragua va a las urnas este domingo, con Ortega como único candidato, debido a que los otros competidores en el proceso son considerados “comparsa” del régimen por la oposición. El mandatario busca su tercera reelección consecutiva. Ortega desató una fuerte represión en junio, cuando comenzó a encarcelar a todos los aspirantes opositores que según las encuestas contaban con más probabilidades de ganar, entre ellos Cristiana Chamorro, la hija de la expresidenta Violeta Barrios de Chamorro, quien aspiraba a repetir la hazaña de su madre, quien en 1990 derrotó al exguerrillero sandinista.

Una encuesta de la firma Cid Gallup publicada el domingo por la revista Confidencial muestra que el 76% de los nicaragüenses considera que la reelección de Ortega no es legítima. La encuesta revela de que, en una elección competitiva, el 65% de los votantes elegiría a cualquiera de “los candidatos de la oposición”, mientras que el 17% votaría por Ortega y su esposa y vicepresidenta, Rosario Murillo. Las elecciones son consideradas como una “farsa” por la oposición y tanto Estados Unidos, como la OEA y la Unión Europea han alertada de la falta de garantías en el proceso electoral.

El domingo siguiente, día 14, el gobierno del peronista Alberto Fernández enfrenta una cruciales elecciones legislativas en Argentina. Las primarias celebradas en septiembre, un primer tiempo electoral obligatorio para electores y partidos, supuso una catástrofe para el oficialismo, con derrotas en 18 de los 24 distritos del país. Si el resultado se repite ahora en la elección definitiva, el peronismo perderá la mayoría en el Senado (y el quorum propio) y dejará incluso de ser la primera minoría en Diputados. La oposición quedaría en la Cámara Baja en condiciones legales de exigir la presidencia de ese cuerpo.

El Gobierno ha intentado por todos los medios posibles revertir los sondeos con millonarios planes de ayuda social a los más pobres, créditos para la clase media y una campaña basada en el cara a cara de los candidatos con los electores. La crisis económica, el malestar derivado de la pandemia y las peleas intestinas en la coalición que llevó a Fernández a la Casa Rosada lastran el éxito de esa estrategia.

El tercer domingo de noviembre, día 21, será el turno de Chile, donde se elegirá en primera vuelta al sucesor de Sebastián Piñera. Serán las elecciones más polarizadas desde el regreso a la democracia, en 1990. El malestar social a dos años de la revueltas de octubre apenas a amainado, mientras una Asamblea Constituyente dominada por independientes lleva cuatro meses redactando una Constitución que reemplace a la heredada de la dictadura. El clima económico ha empeorado, lo mismo que el humor social. El malestar ha dado alas a la candidatura de José Antonio Kast, un candidato de la extrema derecha que defiende el legado del dictador Augusto Pinochet. Kast lidera los sondeos con el 22% de los votos, seguido del candidato de la coalición de izquierda Frente Amplio. Formado en las revueltas estudiantiles de 2011, Boric cuenta con el apoyo del 17,4% de lo chilenos. En cualquier caso, el escenario es de un resultado que obligará a una segunda vuelta de desempate, prevista para el 19 de diciembre.

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Mientras vote Chile, los venezolanos elegirán 23 gobernadores, 335 alcaldes y concejales y diputados locales. Será una elección con participación opositora, luego de que el grueso de los partidos decidiese el 31 de agosto pasado poner fin al boicot electoral que sostenía desde 2017 y presentar una lista unificada de candidatos. Tras meses de debate, el antichavismo acordó que era mejor dar pelea en las urnas que despejar el camino para que Nicolás Maduro tomase el control absoluto.

Después de 15 años, habrá observadores de la Unión Europea y el Centro Carter, entre otras organizaciones. Esta es una de las condiciones que ha pedido la oposición para garantizar la transparencia del proceso. Como parte de la negociación que han propiciado algunos sectores de la sociedad civil y países como Noruega, en febrero pasado se renovó el árbitro electoral y por primera vez dos de los cinco rectores no tienen vinculación política con el chavismo.

Pese a lo crucial de estos comicios, la oposición no ha incentivado la participación. El agotamiento de la estrategia de presión del líder opositor Juan Guaidó se cobra la factura. Aunque la mayor parte de los partidos han presentado candidatos, Guaidó y un sector de dirigentes que le siguen no han tomado las regionales como bandera, evidencia de las fracturas internas que favorecen al Gobierno, informa Florantonia Singer.

El mes electoral lo cerrarán los hondureños, el domingo 28 de noviembre. Serán unas elecciones deslucidas por acusaciones de fraude y los señalamientos de supuestos vínculos con el narcotráfico del presidente Juan Orlando Hernández, que han sido investigados por las autoridades de Estados Unidos. Las encuestas señalan que elección se decidirá a dos bandas, entre el candidato del oficialista Partido Nacional, Nasry Asfura, y la líder Libertad y Refundación, Xiomara Castro. Son más de cinco millones de hondureños los convocados a elegir presidente, 128 diputados al Congreso y 20 diputados al Parlamento Centroamericano.

Una encuesta del Centro de Estudios para la Democracia (Cespad), publicada la semana pasada, pone a la cabeza de las preferencias electorales a Castro, esposa del expresidente Manuel Zelaya, derrocado por el golpe de Estado que en 2009 lo sacó a punta de pistola y en pijama del poder y que polarizó a la sociedad hondureña. El sondeo revela que la candidata de Libertad y Refundación cuenta con el 38% de las preferencias de votos, frente al 21% de su rival más cercano, el conservador Asfura, que obtiene el 21% de la intención de votos. Es decir que, si la elección se diera ahora, Castro ganaría la contienda con 17% de votos de ventaja.

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