Andrew Tan, el emperador del brandi, echa raíces en España



Andrew L. Tan, presidente de Alliance Global, en una imagen corporativa.

Andrew Chong Buan Lim Tan (Quanzhou, China, 1952) llegó siendo un adolescente a Filipinas, donde ha construido un imperio empresarial. Sus negocios se extienden por el archipiélago del Pacífico en forma de bloques de viviendas, edificios de oficinas, casinos, hoteles o franquicias de McDonald’s; y lo convierten en el octavo hombre más rico del país, con una fortuna de 2.900 millones de dólares (algo más de 2.500 millones de euros), según Forbes. Pero entre todas sus empresas, hay una por la que es particularmente conocido: la destilería Emperador. Esta aporta más del 40% de los ingresos de Alliance Global Group Inc. (AGI), la matriz del grupo, y es la mayor productora mundial de brandi.

A Tan se le atribuye haber convertido ese destilado en una bebida muy popular en su país de acogida. Y en el origen de esa aventura se encuentra una visita a España en 1983. “Ese primer viaje fue crucial”, señala Jorge Domecq, consejero delegado de Emperador Properties, la filial inmobiliaria del filipino en España. “Viaja una o dos veces al año y ha mantenido contacto con el país. Cada vez que viene se toma días libres y le gusta moverse por España, la conoce bastante bien”, añade.

Pero además de a hacer turismo, Tan viene a hacer negocios. Tres décadas después de pisar por primera vez el país, volvería en plena resaca de la Gran Recesión para comprar bodegas y edificios. Y aunque su rostro entre los españoles es mucho menos conocido que alguna de las marcas que comercializa (Terry, Fundador…) o los edificios de los que es propietario, el Grupo Emperador tiene vocación de permanencia y de darse a conocer. La última prueba: en septiembre rebautizó con su nombre el cuarto rascacielos más alto de España.

La Torre Emperador es una de las cuatro moles que cierran el Paseo de la Castellana de Madrid por el norte. En la planta 28 tiene su sede la filial española de Tan, cuyo germen fue, en 2014, una sociedad conjunta con González Byass (Tío Pepe) para hacerse con la mitad de Bodega Las Copas, que tiene viñedos en Toledo, una destilería en Ciudad Real y fabrica brandi en Jerez. Un movimiento discreto para el campanazo que vendría después: en una España donde todavía pesaba el exceso de ladrillo, en 2015 compraría la entonces Torre Espacio a Grupo Villar Mir por 558 millones. Quedaba claro que sus negocios tendrían dos ramas: la bodeguera y la inmobiliaria.

Tres rascacielos

La facturación de esta última se ha aproximado a los 34 millones en 2021, según datos facilitados por la compañía, y la valoración de sus activos ya supera los 1.000 millones. Además del rascacielos recién renombrado en Madrid, se hizo con la sede histórica de Telefónica en Barcelona, un edificio de 110 metros que también acaba de rebautizar como Diagonal One, y es propietario del 49% de Caleido, la conocida como quinta torre de la Castellana.

Conoce en profundidad todas las caras de la moneda.

Suscríbete

Domecq cree que este último inmueble —sede de una escuela de negocios, un centro médico privado y que inaugurará en primavera, si los planes no se tuercen, un área comercial— resume bien el espíritu de la compañía: “Inversiones a largo plazo, con sostenibilidad medioambiental y foco social que ayude al bienestar de las empresas”. “La zona de las cuatro torres es bastante inhóspita y Caleido va a aportarle mucha vida”, argumenta el directivo. El edificio también ejemplifica la manera en que le gusta hacer negocios a Tan, de quien se dice que cuando compra algo pasea un par de días por la zona para explorarla. Y Caleido no solo está junto a la Torre Emperador, sino que tenía el mismo propietario, Villar Mir.

La Torre Emperador de Madrid (en primer término), en una imagen de archivo. Óscar J.Barroso (Europa Press via Getty Images)

A pie de calle, el multimillonario filipino “es un hombre discreto, de trato muy agradable y considerado”, indica, bajo condición de anonimato, un diplomático que lo ha tratado en alguna ocasión y lo describe como “una personalidad cercana a la Embajada [española en Manila] y colaborador con ella”. De hecho, en la legación de la capital filipina recibiría en 2018 la Encomienda de Número de la Orden del Mérito Civil, un reconocimiento que otorga el Ministerio de Exteriores y que reciben ciudadanos extranjeros “que hayan prestado servicios distinguidos a España o una notable colaboración”.

Un sueño hecho realidad

Por entonces, el magnate llevaba más de 1.000 millones gastados en el país. Y no solo en rascacielos. A finales de 2015, el grupo Emperador anunciaba la compra de Bodegas Fundador, las más antiguas de la capital gaditana del sherry y tan relevantes en su historia como en la propia trayectoria vital de Tan. “La primera vez que bebí brandi fue durante la celebración de mi graduación universitaria. Mi padre abrió una botella de Fundador”, escribiría años después el empresario en la revista Diplomacia. “Puedo decir que he logrado mi mayor sueño. Ese sueño es hacer que Fundador se convierta en parte de Emperador”, añadía.

La ocasión sirvió para una fugaz visita a Jerez, la única a España en que Tan ha tenido un perfil público. Algunas imágenes dan cuenta de que es capaz de chapurrear el castellano. El viaje también dejó un reguero de especulaciones sobre nuevas inversiones inmobiliarias para relanzar el centro histórico de la ciudad. Fuentes de la corporación municipal aseguran que su paso fue “puntual” y “discreto”. Y responden escuetamente que “los proyectos que se pusieron sobre la mesa no se han materializado”. Domecq no descarta, pero tampoco confirma, si hay nuevos planes en estudio, aunque recuerda que el empresario “siempre ha tenido mucho cariño a esa zona y ha sido uno de los mayores inversores allí”.

La pandemia obligó a unos meses de calma inversora en todo el mundo, pero eso no detuvo los negocios españoles de Emperador. Su filial inmobiliaria comenzó a gestionar directamente algunos edificios en 2020 y acaba de abrir un espacio de coworking (espacios de trabajo compartidos) en la capital. El grupo ya suma en España 240 trabajadores (20 en la inmobiliaria y unos 220 en las bodegas). Parece una sola gota en el océano de AGI, que tiene 40.000 empleados en todo el mundo, facturó el año pasado más de 2.500 millones de euros y obtuvo unos beneficios cercanos a los 175 millones. Pero los líquidos, ya se sabe, tienden a extenderse si no encuentran obstáculos. “España sigue siendo un mercado inmobiliario atractivo y las posibilidades son infinitas”, avisa Domecq.

Contenido exclusivo para suscriptores

Lee sin límites


Source link