Andy Warhol fue un precursor de la creación digital. Gracias al patrocinio de una firma informática, el monstruo del arte contemporáneo concibió en 1985 una docena de piezas digitales, cinco de las cuales se han vendido este jueves en una subasta de Christie’s, que sumó el equivalente a 2,6 millones de euros. Poco si se compara con la reciente venta de una obra digital del hasta ahora desconocido Beeple, adjudicada en la misma casa por 56 millones. Tras una semana de pujas, la icónica lata de Campbell ha alcanzado los 960.000 euros, seguida por uno de los autorretratos, que costó 574.000. Pero algunos expertos cuestionan la manipulación de los archivos originales.
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El 23 de julio de 1985, Warhol se deslizó sobre la tarima del Lincoln Center. Allí presentaba el último ordenador de Commodore International, Amiga 1.000, mediante una demostración en directo junto a la cantante Deborah Harry. “¿Estás preparado para pintarme?”, preguntó ella. Entonces el artista pop reverenció al público y empuñó el ratón como si se tratase de un pincel. Producía así su primer retrato digital, almacenado en los disquetes que un grupo de ingenieros ha tardado tres años en descifrar. No fue hasta 2014 cuando se hizo público el hallazgo de este material ilegible por los equipos actuales. La conversión a una extensión moderna PNG se efectuó respetando las dimensiones originales de 320 píxeles de ancho por pulgada, si bien la fundación que vela por el legado del artista solicitó a los expertos una ampliación con fines publicitarios y de impresión. Esa optimización de 6.000 píxeles es la que Christie’s ha sacado a subasta, operación que Golan Levin, uno de los autores del rescate informático, estima anacrónica.
“Se ha vendido una imagen que no podría haberse hecho con el Amiga de 1985 ni almacenado en un disquete de 1,4 megabytes”, sostiene Golan, director de Frank-Ratchye Studio, laboratorio de la Universidad Carnegie Mellon (Pensilvania) que rastreó los archivos de Warhol junto al artista Cory Arcangel y los piratas informáticos del CMU Computer Club. Inspeccionaron una treintena de disquetes, donde encontraron dibujos realizados con el programa ProPaint de Commodore, con una cámara digital Asquared ―la misma que se usó en el retrato de Harry― y otra máquina Polaroid de 35 milímetros, destinada a fotografiar el monitor. Fascinado por la tecnología, Warhol habría aplaudido su reciente incorporación al mercado de los activos digitales, según Golan. Sin embargo, el investigador se queja de que Christie’s subaste lo que él considera ejemplares de segunda generación: “Si hubieran decidido vender los originales restaurados que logramos extraer, el postor tendría la seguridad de que cada píxel es obra de Warhol. Las reproducciones ampliadas no ofrecen tal garantía”.
Dicho aumento se llevó a cabo por medio del programa de edición Photoshop, cuyo filtro de interpolación crea nuevos píxeles a partir de los ya existentes. Durante una muestra con motivo de su 30º aniversario, Frank-Ratchye Studio exhibió estos dibujos en formato PNG. Reprodujeron los archivos en un monitor Amiga original, de modo que el espectador pudiera apreciar las obras tal y como se idearon. ¿Por qué la Fundación Andy Warhol ha optado por vender en Christie’s una versión redimensionada? Golan cree que las galerías y otras instituciones culturales interpretan la alta resolución como un valor absoluto, sinónimo de mejor calidad. “Esto falla totalmente si se aplica a originales como los que creó Warhol con el ordenador Amiga”, apunta. Otro ingeniero implicado en la extracción de los archivos, que prefiere mantenerse en el anonimato, sospecha de una posible falta de liquidez: “La fundación necesita dinero rápido”.
Jornada tibia
La Fundación Warhol declina dar información sobre la puja. Días atrás, Christie’s anunció al artista pop como “una nueva estrella digital”, debut que podría considerarse menor si se compara con otras operaciones recientes de la misma casa. En mayo se adjudicaron dos obras físicas de Warhol: una estampación seriada con el rostro de Marilyn Monroe y un fotograma serigrafiado de la película Ángeles con caras sucias (1938). La primera se vendió por el equivalente a 8,4 millones de euros, la segunda, por tres millones. Y otro ejemplo virtual: el collage de 5.000 imágenes que Beeple ―hasta ahora un desconocido― colocó en Christie’s por la cifra récord de 56 millones de euros. Óscar Hormigos, director de Onkaos, programa internacional de apoyo a la creación digital, considera “complicado evaluar el precio alcanzado por una obra de Warhol en relación al resto del mercado NFT [el certificado que garantiza la autoría de la obra no fungible], habitado en su mayoría por nativos digitales”.
Alexandra Kindermann, responsable de las comunicaciones de Christie’s en Europa, disiente de los investigadores que descubrieron en el artista pop a un pionero del criptoarte. Ella defiende que las cinco piezas vendidas ―autentificadas por la Fundación Warhol― son “obras únicas, restauradas a partir de los originales ”. Zanjando la polémica sobre futuras reproducciones, niega que vayan a acuñarse más NFT con las piezas subastadas, “archivos ilegibles que vuelven a la vida gracias los avances tecnológicos”. Lícito preguntarse por qué se decidió entonces incrementar la resolución de sus píxeles. La asesora Elisa Hernando, directora ejecutiva de Arte Global, plantea que ese gesto encaja con el espíritu de un Warhol espurio: “Le fascinaba la copia de la copia, su trayectoria se basó en la repetición y el retoque”. Quizá no sea tan distinto de lo que ahora otros hacen con su legado.
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