Angela Merkel, 15 años al frente del gobierno en Alemania

Angela Merkel, 15 años al frente del gobierno en Alemania

Según los expertos, es difícil afirmar si su legado es negativo o positivo. Son muy grandes los matices y no hay una figura interna con la cual hacer una comparación justa. Lo cierto es que deja un país potente y a la cabeza de Europa.

Tras más de una década al frente de Alemania, la canciller Angela Merkel afronta sus últimos momentos en el Ejecutivo. Probablemente nadie pensaba el 7 de junio de 2005 que aquella mujer, licenciada en física por la universidad de Leipzig, pudiera algún día arrebatar a Helmut Kohl el récord de longevidad al frente del gobierno alemán. Sin embargo, Merkel lo consiguió y con un índice de popularidad disparado en su país.

“Wir schaffen das”,  “lo vamos a conseguir”, será probablemente la frase con la que Merkel será recordada con el paso de los años. No es para menos. En un país sobre el que todavía hoy pesa la sombra del nazismo, las palabras de Merkel en 2015 eran un bálsamo ante lo que ocurría en Europa. Miles de personas que migraron de países como Siria, Irak o Afganistán se encontraban a las puertas del viejo continente sin que las autoridades hubiesen actuado.

Ante la crisis humanitaria que se avecinaba, Merkel tomó las riendas y les dijo a los alemanes que aceptarían a los refugiados. No era fácil, pues la extrema derecha, encabezada por el partido Alternativa por Alemania (AfD), estaba dispuesta a capitalizar el descontento económico-social y la paranoia de inseguridad creada por esta ola de inmigración. Al resto de Europa le dijo también que debía sumarse a los esfuerzos.

Foto: Reuters

De este modo, se creó un sistema de cuotas que a posteriori casi nadie cumplió. Merkel salió triunfante, vista como una política con rostro humano y alejada de la imagen de mujer seria que se tenía sobre ella. Sin embargo, cinco años después de aquel llamado, la política migratoria de la Unión Europea sigue sin funcionar completamente. Prueba de ello es que miles de refugiados están hacinados en campos como los de la isla griega de Lesbos y la Comisión Europea tuvo que presentar un nuevo plan migratorio, en el que no se apela a las cuotas sino a la “solidaridad obligatoria”.

Un legado migratorio difuso

Como indicaba el diario español El País en un artículo de septiembre de este mismo año, la soledad que experimentó Merkel cuando dio un paso adelante en 2015 le llevó a apoyar después decisiones que contradicen su gesto inicial. Alemania fue una de las instigadoras de los acuerdos de externalización de fronteras que se llevó a cabo tras la negativa de muchos países europeos a aceptar el sistema de cuotas planteado para solventar la situación migratoria.

Desde entonces, países como Turquía, Libia o Marruecos se han convertido en lugares de paradero indefinido para los migrantes que Europa no está dispuesta a aceptar, incluida la Alemania de Angela Merkel.

“Varios informes de distintas organizaciones humanitarias han denunciado que el convenio no garantiza en todos los casos los derechos de los solicitantes. No en todos los casos se da un proceso justo y equitativo a la hora de determinar el país de asilo, los plazos pueden alargarse durante más de un año y no siempre se actúa según la voluntad de los solicitantes”, puntualizó Acnur, la agencia de la ONU para los refugiados.

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Una política económica interna con luces y sombras

En materia económica, el legado de Merkel tiene un carácter dispar. En declaraciones a EFE, el economista Lars Feld, presidente del grupo de economistas que asesora al gobierno alemán, afirma que pueden decir claramente que los últimos diez años han sido buenos. “Quizá no dorados, pero bastante buenos”. Según este experto, los gobiernos de Merkel han conseguido “estabilidad” y reducción de la deuda con aumento de políticas sociales.

Los datos del paro, sin embargo, contrastan con la realidad de los “minijobs”, o trabajos “auf 450 basis” (a base 450). Este tipo de trabajo no permite trabajar más horas de las que remuneren 450 euros al mes (poco más de 530 dólares) y no están sujetos a cotización. Tienen un factor dinámico que favorece la incorporación al mercado laboral de muchos estudiantes a la par que continúan sus estudios, pero son también el complemento para muchas familias que sin ellos no llegarían a final de mes.

“(Los minijobs) están detrás del desenfrenado sector de bajos salarios; llevan a que los empleos regulares a tiempo completo y parcial se desplacen y se dividan en microempleos, miniempleos con condiciones de trabajo miserables, mal pagados y sin seguridad social”, declaraba en marzo de 2012 el diario alemán Die Welt.

Las desigualdades regionales siguen vigentes

Por otro lado, la diferencia entre los Estados Federados del este de Alemania, aquellos que conformaban la antigua República Democrática Alemana (RDA), y el resto del país, han ido desapareciendo, pero son aún visibles.

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El diario alemán Der Tagespiegel publicaba el pasado septiembre un artículo que titulaba que las diferencias entre este y oeste casi habían desaparecido, pero reconocía que los ingresos del este de Alemania siguen siendo un 14% más bajos que en el resto del país.

“Cuando se trata de dinero, son principalmente las personas del Este las que se están quedando atrás”, se afirma en el artículo.

“Casi nada ha sucedido desde mediados de la década de 1990″, añade; “los alemanes del este tienen en promedio un 14 % menos de ingresos disponibles que los alemanes del oeste”.

Recetas económicas duras para una parte de Europa

Si bien se acepta que el legado de Merkel en economía y política interna es positivo, las opiniones son menos favorables cuando se habla de política europea. Los años duros tras la crisis de 2008 mermaron la imagen de Alemania en Europa. Especialmente en los países del sur, los más afectados tras la quiebra de Leman Brothers.

La imposición de la austeridad perjudicó a países como Italia, España, Grecia o Portugal y ha provocado que la percepción del resto de Europa sea que Alemania se está encaminando en una dirección en la que el compromiso fundamental con la integración europea como objetivo independiente es cada vez menor, señala en un artículo el Barcelona Center for International Affairs (CIDOB).

No en vano, el expresidente de la Comisión Europea y gran adalid de la austeridad, Jean-Claude Juncker, admitió tras acabar su mandato que “con demasiada frecuencia y durante demasiado tiempo hemos pisoteado la dignidad del pueblo griego”. Unas declaraciones que demostraron la actitud de los países más ricos de la Unión Europea, con Merkel a la cabeza, con los países menos fuertes de la unión.

El Covid-19 marca un cambio de política europea

Ahora, la actitud de la canciller Merkel en la respuesta a la crisis provocada por la pandemia ha sido totalmente opuesta. Se ha enfrentado incluso a los llamados países “frugales” (Países Bajos, Suecia, Austria y Dinamarca) que no estaban dispuestos a hacer un gran desembolso de dinero para el Fondo de Recuperación Europeo y ha reconocido la importancia de la solidaridad europea.

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“Saldremos de la crisis más fuertes que antes si reforzamos la cohesión y la solidaridad. Nadie saldrá de ésta solo, somos todos vulnerables. La solidaridad europea no es un gesto humanitario, es una inversión sostenible. No es sólo un imperativo político, merece la pena y nos traerá beneficios”, reconocía el pasado 8 de julio en una cumbre con el resto de líderes europeos.

Finalmente, y tras ceder a algunas exigencias de estos países frugales, se acordó la creación de un paquete de ayudas financiado a través de la creación de deuda común de los 27 países miembros de la Unión Europea, del cual se beneficiarán especialmente países como España, Italia o Francia.

Con todo lo presentado, es difícil afirmar si el legado de Angela Merkel es negativo o positivo. Son muy grandes los matices y no hay una figura interna con la que hacer una comparación justa. Lo cierto es que deja un país potente y a la cabeza de Europa. En su partido, la CDU, la batalla por sucederla ya se destapa cruenta. No será fácil para ninguno de los candidatos estar a la altura de la mujer que ha marcado el devenir alemán en los últimos 15 años.

Con EFE y medios locales




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