La Real posee este curso un arma secreta que sólo tenía a medias el pasado y del que carecía los anteriores: la fuerza de su estadio. El primer encuentro en Anoeta, ahora Reale Arena, fue muy edificante de cara al futuro y no sólo por la merecida y jerárquica victoria ante el Atlético de Madrid. El choque fue una demostración de que el nuevo coliseo donostiarra va a ejercer su papel este año. Tiene toda la pinta de que así de cerrado y con esa fabulosa acústica va a dar muchos puntos. No siempre estará igual de lleno que el sábado ni el rival será tan estimulante como el Atlético, pero está claro que la parroquia está por la labor de empujar y ser un activo más.
La Real ganó al líder de la Liga porque fue superior, especialmente en una segunda parte en la que pudo concretar esa jerarquía con los goles de Odegaard y Monreal. Los de Imanol ofrecieron unos notables registros de juego, madurez y agresividad para derrotar al equipo de Simeone, al que hacía mucho tiempo que no se le veía tan perdido y con tan poca personalidad y pegada.
Aparte de su buen fútbol asociativo con el que desbordó al enemigo tras el descanso, los donostiarras se manejaron con una gran energía, que les sirvió para ganar los duelos individuales, para asfixiar a los elementos más peligrosos de los colchoneros y para sufrir al final, cuando se volcaron a la remontada. El equipo txuri urdin se empapó del entusiasmo y de esa energía que emanaba desde la grada, especialmente de ese fondo de animación que estuvo callado durante el primer tramo de encuentro, pero que luego volvió a ser el motor y el corazón de todo el graderío.
A la Real le han hecho un campazo, en cuanto a tamaño y a belleza. El hecho de que sólo hubiera en torno a 4.000 butacas vacías el sábado ayudó a que el aspecto fuese mucho más espectacular. El club contribuyó a que la fiesta fuese completa regalando un buen número de entradas, varios miles, especialmente entre los clubs convenidos. A cada uno de ellos entregó 25 y eso se notó, además de la cantidad de localidades despachadas en la taquilla.
La mejor entrada, pero…
Los 34.719 espectadores que registró el estadio representaron, sin duda, la mejor entrada de la historia, muy superior a la anterior, la registrada en 2003 contra el Real Madrid (31.529). La tercera, curiosamente en otro encuentro ante el Atlético de ese mismo año 2003, todavía se queda más lejos (31.461). No obstante, en estos dos partidos de la temporada en la que la Real a punto estuvo de ser txapeldun el porcentaje de ocupación fue más elevado que el del sábado: 98,28% y 98,08% contra el 89,02% de hace dos días.
La pasada temporada, la Real sólo ganó siete de sus 19 encuentros en casa. Seis empates y seis derrotas completaron un pobre bagaje doméstico. En la segunda vuelta pudo corregir un tanto su trayectoria en Anoeta, pero al final sólo logró 27 de sus 50 puntos delante de su público. Hace un año, la escuadra donostiarra ganó en su sexto intento en Anoeta. Este curso lo ha hecho a la primera y ante el líder. Esto promete.
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