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Anthony Edwards, del patio de la abuela a la Copa del Mundo

Anthony Edwards, del patio de la abuela a la Copa del Mundo

Cuando Adam Silver subió al centro del escenario y anunció que Anthony Edwards era el número uno del Draft, la selección fue recibida con alguna que otra duda. Durante aquellos meses de pandemia y confinamiento que habían alargado el proceso del Draft hasta noviembre de 2020, se había repetido en numerosas ocasiones que los Minnesota Timberwolves no tenían muy claro qué hacer.

Por un lado, estaba James Wiseman, un prototipo de hombre alto polivalente, que había dado signos de poder desarrollarse en un todoterreno ofensivo y un ancla defensiva. Lo malo era que apenas había podido jugar en la NCAA debido a una suspensión por los incentivos que recibió su familia para que se enrolara en la Universidad de Memphis, y tan solo había una muestra de tres partidos para valorar.

Por otro, LaMelo Ball era la opción más imaginativa, que ofrecía espectáculo, inteligencia y visión de juego, pero la percepción que existía era que tenía un riesgo de fracaso alto por su físico y su defensa. Tampoco ayudaba haber jugado en la liga australiana (otro con problemas con la NCAA gracias a su padre LaVar Ball), y haber abandonado dicha competición a media temporada sin haber sido tampoco dominante.

Por último, estaba la opción de Anthony Edwards, la más equilibrada de todas. Un escolta anotador en el modelo clásico, con defensa mejorable pero con instintos asesinos en la ofensiva, necesidad de desarrollar un lanzamiento exterior, y alabanzas en cuanto ética de trabajo y personalidad. Era la opción que parecía más segura.

Anthony Edwards, durante su etapa universitaria

Otras Fuentes

La Covid-19 hizo que se suspendieran las competiciones, que los entrenamientos privados para las franquicias fueran extremadamente limitados, y que las entrevistas con los jugadores se realizaran por zoom. Muchos analistas califican ese Draft como el más complicado de evaluar de la era moderna por todos los elementos que lo rodearon. Para los Minnesota Timberwolves, después de meses de rumores de que podrían traspasar el pick (Brian Windhorst aseguró que los Wolves ofrecieron a los Warriors subir al pick 1 a cambio de recuperar una de sus rondas futuras), ese proceso terminó con Anthony Edwards en sus manos.

Los orígenes de Ant-Man

Después del Draft, Edwards llegó a unos Wolves que tenían a Karl-Anthony Towns como cara y jugador franquicia. Jugador de números extraordinarios y talento para el lanzamiento exterior supremo, Towns sin embargo no era, ni es aún, considerado uno de los jugadores de primera línea de la liga. Quizás sean sus problemas defensivos. O una falta de instinto y agresividad. Pero parece que le falta… algo. Algo que sí que parece tener Edwards. Por eso, tras solo tres temporadas en la NBA, para muchos Anthony Edwards es ya el jugador franquicia de los Timberwolves, sobrepasando a Towns.

Para él no es nada nuevo evolucionar rápidamente o sobrepasar las expectativas en tiempo récord. Con tan solo tres años su padre le puso el mote de Ant-Man debido a la velocidad y potencia con la que se movía para ser tan pequeño. Aquellos eran tiempos en los que su futuro no parecía estar destinado a la canasta, sino al campo de fútbol americano. Era conocido en las categorías infantiles de su Atlanta natal, y basta hacer una búsqueda rápida en Youtube para encontrarse con vídeos de hace una década sobre el joven fenómeno del football.



A lo mejor podría haber llegado a ser una estrella de la NFL, pero no era ahí donde estaba su futuro. El verdadero desahogo lo encontraba en aquellas horas y horas que se pasaba jugando al baloncesto con sus hermanos en el patio de la casa de su abuela Shirley. Era el único lugar que consideraba realmente como un hogar. La familia cambiaba de casa cada dos por tres, obligada en unas ocasiones por el trabajo, en otras por la enfermedad. Cuando su madre, Yvette, se sentía agotada por las sesiones contra el cáncer de ovarios que padecía, se refugiaba en casa de la abuela. Ella sabía perfectamente cómo cuidarla, pues sabía de primera mano lo que era mantener a raya al bicho. El padre, Roger, hacía tiempo que había desaparecido de sus vidas.

Yvette falleció cuando Edwards tenía 14 años. Shirley se marchó con ella tan solo unos meses después. Los hermanos se unieron y el vínculo entre ellos se estrechó aún más debido a las circunstancias. Su hermano Antoine y su hermana Antoinette se convirtieron en sus tutores legales. En aquel momento ya empezaba a destacar en el arte de la pelota naranja.

“La forma en la que se mueve, en la que compite, cómo electrifica al público. Me recuerda a Dwyane Wade”.


Erik SpoelstraEntrenador de Miami Heat y ayudante del Team USA

La transición de futura estrella de un deporte a futura estrella del otro deporte fue instantánea. Empezó a prepararse seriamente y logró entrar en el circuito Under Armour de esa locura apisonadora de ilusiones y talentos que es el baloncesto de instituto estadounidense. En aquellos Atlanta Xpress se veía a un Edwards que aprovechaba sus cualidades físicas para llegar hasta el aro gracias a su mejor físico, pero también instintos creadores, pasadores y de liderazgo que empezaron a intrigar a los ojeadores.

En la primavera de 2018, Edwards rondaba el top 30 de su generación en las diferentes webs de scouting. Era un jugador de segundo año de instituto y al que todos colocaban cuatro estrellas de cinco posibles. Dos años después, era número 1 del Draft. Y ahora es la gran esperanza no solo de los Minnesota Timberwolves, también del Team USA, del aficionado al baloncesto estadounidense, y de la propia NBA.

¿Tiene Anthony Edwards carne de MVP?

Con tanta influencia internacional en las estrellas de máximo nivel de la liga, es recurrente volver a la misma pregunta. ¿Quién es la gran esperanza estadounidense? ¿Su próximo gran candidato a romper la racha internacional y convertirse en MVP? Zion Williamson parecía un candidato, pero las lesiones le han dejado en el limbo por ahora. Ja Morant también lo parecía hasta que se le empezó a disparar el Instagram Live. Jayson Tatum y Devin Booker son los mejor posicionados, necesitando temporadas de muchas victorias de sus equipos para poder batir a otros candidatos como Nikola Jokic, Joel Embiid, Giannis Antetokounmpo o quién sabe si Luka Doncic.

¿Se colocará Anthony Edwards en la línea de sucesión de candidatos al MVP? Por ahora no podemos decir que esté cerca, aunque su evolución continúa en línea ascendente constante. En todos sus años ha mejorado en anotación, en eficacia, en creación y también en defensa. Con solo 22 años recién cumplidos, su techo es una línea que aún parece muy lejana. Y el aspecto del carisma lo tiene más que de su lado. Ant-Man tiene una personalidad atractiva, carismática, transmite liderazgo, su sonrisa es jordaniana.

Las comparaciones entre Edwards y otras estrellas del presente y el pasado se han sucedido en los últimos años, la última de ellas de Erik Spoelstra, asistente de Steve Kerr en el Team USA, hablando esta misma semana de él en CNN Philippines. “Es difícil ver a Anthony Edwards y no ver un Dwyane Wade”, decía Spoelstra, quizás la persona que más de cerca vivió la carrera de la leyenda que acaba de entrar al Hall of Fame junto a Pau Gasol. “La forma en la que se mueve, en la que compite, cómo electrifica al público. Me recuerda mucho a él”.

Lo que tiene por delante Edwards con esta Copa del Mundo que comienza es una gran oportunidad para seguir subiendo escalones, para continuar superando las expectativas. Infante casi hiperactivo, promesa del fútbol americano, promesa del baloncesto, número uno del Draft, jugador franquicia, y quién sabe qué más. Desde el patio de su abuela hasta convertirse a candidato al MVP quizás, pasando por las pistas de Manila.




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