Aprendices en las cocinas de los menús solidarios


Los conciertos navideños en iglesias son una tradición en muchos templos. La Parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe (Chamartín), y la de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro (Chamberí), ofrecerán seis conciertos gratuitos en Navidad en los que el jazz y el flamenco se fusionarán con géneros más tradicionales como la música clásica y los villancicos. Inicia el ciclo este lunes el pianista Moisés P. Sánchez (Madrid,41 años), que, junto a su grupo Invention Trio, reinterpretará las 15 invenciones de Bach. Las reservas se hacen en la web del Ayuntamiento navidadmadrid.com.

Sánchez ha tocado en iglesias de Segovia, Extremadura o Lisboa y la idea de volver a hacerlo para estas Navidades le entusiasma por la sensibilidad que hay ahora en la sociedad debido al coronavirus. Destaca que la sonoridad de estos templos es muy particular. “Obliga a una introspección tocando que te conecta con lo sagrado del lugar”, apunta. Hay mucha reverberación, lo que fuerza a tocar de una manera distinta. “Nosotros improvisamos mucho y si soltamos frases rápidas con muchas notas, todas las melodías que tocas se van quedando en el aire, y unas pueden chocar con otras”, explica el músico. También le gusta la emoción que supone tocar con un retablo y el altar detrás.

La parroquia del Perpetuo Socorro es el lugar donde el artista reinterpretará, junto a Pablo Martín Caminero (contrabajista) y Pablo Martín Jones (percusionista) a Bach. “Es perfecto porque la sonoridad de sus canciones se acercan a la Navidad”, dice Sánchez. La obra que han elegido son sus 15 Invenciones, de la que también van a sacar un disco que saldrá el próximo año. “Son muy populares, pero lo que se va a escuchar no es lo conocido porque improvisamos a partir de ellas”, señala el pianista.

Su gusto por este instrumento se despertó desde los tres años. “Mi padre me rodeó de música de diversos géneros y me enseño a leer. Además, él tocaba la batería y me regaló un piano Yamaha que es con el que compongo mis obras”, dice. Al principio daba pequeñas clases, pero a los 15 años se convirtieron en cuatro horas al día hasta que ingresó en el conservatorio a los 19. “Aprender conlleva sufrimiento, pero ha merecido la pena. Mi conocimiento es un poco ortodoxo y eso me ha supuesto una visión muy personal de la música”, afirma.

Su mayor reto es presentar tipos de melodías más complejas de lo que se escucha normalmente. “La gente joven no suele acercarse a este tipo de sonidos, pero lo llamativo es que ya no conozcan a Wagner o Bach. Hace 50 años todos lo conocían” señala Sánchez. Considera que es por falta de educación, porque no se enseña que hay música más allá de los segundos que dura una story de Instagram. Precisamente, eso es lo que más critica: el escaso tiempo que se presta para escuchar, que también afecta a los artistas. “Escuchar una sinfonía puede conllevar una hora de tu vida. Exige del oyente cosas que hoy en día están en desuso”, sostiene.

La situación actual por el coronavirus tampoco favorece a los músicos, que han visto paralizados los conciertos. “Yo he podido trabajar un poco en verano, pero hay muchos compañeros que están viviendo auténticos dramas. Creo que falta conocimiento de que hay muchos perfiles de artistas diferentes”, dice Sánchez. De nuevo lo achaca todo a la educación, pieza indispensable para que se valore el sector y reactive la cultura. “La música aporta luz, belleza, sentimientos y emociones que son necesarias para crecer como seres humanos”, subraya.


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