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Apuesta de Olabe y álter ego de Imanol

La Real abonó al Newcastle entre 10 y 12 millones para que Mikel Merino se convirtiera en el tercer fichaje más caro en la historia de la entidad. Sólo las operaciones de Asier Illarramendi (16 millones al Real Madrid) y Carlos Vela (14 al Arsenal) superaban a la que se cerró en 2018. Un movimiento de calado entonces y que se ha confirmado, con el paso del tiempo, en uno de los mejores refuerzos de la carpeta reciente de la entidad. La Real ha crecido con Merino y viceversa. Una reciprocidad positiva que tiene su origen tres años y medio atrás.

Merino fue una apuesta de Roberto Olabe, el máximo responsable deportivo de la Real Sociedad. Nada más acceder al cargo tras el despido de Loren en 2018, Olabe se fue a por Merino, en busca de un espaldarazo para el centro del campo. La firmeza de la tentativa convenció a Merino, que deambulaba por la Premier League al no terminar de consolidarse en el Newcastle.

Los complicados momentos que atravesó en Inglaterra se unieron a los que enfriaron su carrera en el Borussia Dortmund, el primer destino de Mikel Merino al marcharse de su casa, Osasuna. El centrocampista apuntó maneras mientras salía de la fábrica de Tajonar, subió a Primera como rojillo y causó impresión siendo internacional con España en las categorías inferiores. A la perla navarra se le atragantó triunfar fuera, en Gran Bretaña y Alemania, hasta que la Real acudió a su rescate. Y en Anoeta ha explotado.

El estallido de su potencial no se entiende sin Imanol Alguacil. Merino es el álter ego del oriotarra, el encargado de entregarle los galones después de las dudas sembradas con Asier Garitano. Los matices tácticos de Imanol, como la coordinación en la presión alta de la Real, empastan de lleno con las capacidades de Merino, un jugador imperial que organiza a la Real como faro del centro del campo.


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