Arabia Saudí ha anunciado este viernes “medidas disuasorias” para proteger sus exportaciones de petróleo después de que un proyectil de los rebeldes Huthi de Yemen provocara un incendio en una terminal de distribución de crudo en Jazan, cerca de la frontera con este país. El ataque, en medio de una escalada de los insurgentes que coincide con el sexto aniversario de la intervención militar de Riad, constituye un portazo a la propuesta de alto el fuego saudí y complica la tarea del enviado especial de Estados Unidos para Yemen.
El reino, que intervino en Yemen en apoyo al Gobierno al que los rebeldes desalojaron del poder a principios de 2015, no ha revelado cómo piensa responder al creciente goteo de misiles y drones Huthi, pero con anterioridad ha intensificado los bombardeos contra las posiciones de ese grupo, que controla el noroeste de Yemen.
Los Huthi, a los que Riad acusa de ser marionetas de Irán, se han atribuido una amplia operación contra “instalaciones militares y de energía saudíes con 18 drones y ocho misiles balísticos” durante la noche del jueves al viernes. En una serie de tuits, su portavoz militar, el general Yahya Saree, advertía además de la disposición de la milicia “a llevar a cabo operaciones más duras y contundentes” ante la entrada de la guerra en su séptimo año.
Poco después, el Gobierno saudí interceptaba un misil balístico sobre la ciudad de Najran, fronteriza con Yemen, según un comunicado militar. Con anterioridad, había informado de la destrucción de ocho drones armados con explosivos. No obstante, un proyectil de los Huthi alcanzó una terminal de distribución de petróleo en la ciudad de Jazan y provocó un incendio, sin víctimas, según el Ministerio de Energía.
Es la segunda vez en este mes que los rebeldes yemeníes dañan una instalación petrolera. A principios de marzo, un dron desató un fuego en un depósito de petróleo en Ras Tanura, en la costa saudí del golfo Pérsico. Riad es especialmente sensible a este tipo de ataques, sobre todo desde que, en septiembre de 2019, una agresión sin precedentes le obligara a paralizar la mitad de su producción de crudo durante varias semanas. Sus portavoces insisten en que no se trata solo de un ataque a sus infraestructuras, sino a la economía mundial, ya que afecta a la estabilidad del abastecimiento de petróleo.
“Estas acciones confirman el rechazo de la milicia terrorista Huthi a todos los esfuerzos para poner fin a la crisis”, declaraba en un comunicado el portavoz del Ministerio de Defensa saudí, el coronel Turki al Malki.
El pasado lunes, Arabia Saudí, bajo creciente presión internacional para poner fin al conflicto, hizo una propuesta de alto el fuego a los Huthi con supervisión de Naciones Unidas en la que contemplaba reabrir el aeropuerto de Saná y permitir el acceso de alimentos y combustible a través del puerto de Hodeida. Los rebeldes, que se sienten reforzados por sus avances militares en el frente de Mareb, condicionan el diálogo a que el reino levante por completo el bloqueo aéreo y terrestre sobre las zonas bajo su control, algo que Riad rechaza por temor a que les facilite el acceso a armas iraníes.
El plan cuenta con el respaldo de EE UU, cuyo enviado especial para Yemen, Tim Lenderking, ha regresado a la región por tercera vez desde su nombramiento por el presidente Joe Biden, con la intención de reunirse con los Huthi. Pero la falta de interés mostrada por los rebeldes ha decepcionado a muchos yemeníes. “Sabemos que la iniciativa saudí no es suficiente, pero es un primer paso para negociar y ni siquiera han respondido que van a estudiarla”, lamenta un embajador yemení retirado. Mientras tanto, la situación humanitaria del país, que la ONU considera la más grave del mundo, se sigue degradando ante la falta de alimentos, medicinas y combustible.