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Argentina convierte la provisión de yerba mate en una cuestión de Estado

Un hombre toma mate en Buenos Aires durante las protestas del sector agropecuario, el domingo pasado.
Un hombre toma mate en Buenos Aires durante las protestas del sector agropecuario, el domingo pasado.Natacha Pisarenko (AP)

Argentina registró en el mes de abril la inflación más alta desde la crisis del corralito de 2002 y el mercado aceleró para ponerse a la par. Los precios subieron un 6,7%, según el último dato de marzo, y los argentinos ya se preparan para lo que vendrá: el Gobierno acaba de autorizar un aumento del 9,5% en la telefonía, la televisión por cable y el internet; Buenos Aires inaugurará su feria del libro en un par de días con aumentos de hasta el 15%; e incluso los mercados más extravagantes como el de los discos de vinilo han anunciado que los precios treparán hasta el 30%. Pero ningún aumento es más grave que el de los alimentos: un 7,2% solo el mes pasado. Ante la sombra de que el descontento vuelva a tomar las calles, el Gobierno de Alberto Fernández ha anunciado este martes que gastará 643 millones de pesos (unos 5,6 millones de dólares, al cambio oficial) en yerba mate “para atender a la población en situación de vulnerabilidad”.

El Ministerio de Seguridad Social ha aprobado la compra de 1,6 millones de kilos de la infusión que se distribuirán en bolsas de a kilo. Según la licitación publicada en el boletín oficial, el Gobierno pagará a dos empresas unos 402 pesos por bolsa, más o menos el precio del supermercado.

El mate, la bebida más popular del país, se toma caliente todo el año y frío en algunos hogares durante el verano. Amargo siempre para los más puristas, con algún edulcorante para los iniciados y con mucha azúcar cuando arrecia el hambre. Su consumo está tan arraigado en las clases populares del país, que incluso Carlos Gardel le dedicó un tango: “Cuando no tengas ni fe / ni yerba de ayer / secándose al sol”, canta sobre el dolor en Yira Yira, en referencia al mate que se recicla cuando no se puede comprar más.

Cebar un cuenco para beber la infusión a través de una bombilla es una actividad popular en algunas regiones de Brasil, Paraguay y Bolivia, pero es indisoluble del espíritu de los habitantes de Uruguay y Argentina. Prueba de ello es que los argentinos le han dedicado una fecha nacional, el 30 de noviembre, han creado somelieres de la infusión, y mantienen un instituto nacional. Justamente el Instituto Nacional de Yerba Mate presentó un estudio en 2016 en el que afirmaba que un argentino promedio bebe 100 litros de mate cada año. Esto es cuatro veces más que su consumo de agua mineral, el doble del de gaseosa, y tres veces más que la cerveza o el vino.

El Gobierno se ha limitado a publicar la licitación en su boletín sin dar más detalles. Pero la medida, anunciada un mes después de que Alberto Fernández declarara “una guerra contra la inflación” mientras los movimientos sociales que rechazan sus políticas empezaban a salir a las calles de Buenos Aires, extiende la mano a los sectores más golpeados por el aumento de precios. El mate no es solo una compañía espiritual para los argentinos, también distrae bien al hambre cuando el dinero no alcanza para otra cosa. Y su precio por kilo ha subido un 4,2% solo en el último mes.

Los movimientos sociales afirman que hay al menos 1,8 millones de argentinos que no reciben ninguna ayuda del Estado. Mientras la pelea interna con los sectores afines a Cristina Fernández de Kirchner golpea a Fernández y los grupos populares que solo responden a la vicepresidenta le dan la espalda, el Gobierno busca paliativos antes de que se publique el próximo dato de la inflación.

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