Argentina está pintada de Maradona. Los murales del ídolo del fútbol proliferan en todo el país: los hay de todos los tamaños, calidades y momentos de la vida del exfutbolista, ya sea campeón del mundo en México 1986, vestido de Boca, en su ciclo como director técnico o con la boina verde oliva de Fidel Castro. Además, miles de fachadas de casas, exteriores de edificios o simples paredes en blanco devinieron en santuarios callejeros.
El fenómeno había comenzado antes del 25 de noviembre de 2020 pero se disparó tras su muerte. Los dos grandes focos de murales en Buenos Aires son La Paternal y La Boca, los barrios de los clubes que marcaron su carrera en el país —Argentinos Juniors y Boca—, pero las ilustraciones se replican por el resto del territorio nacional, en las principales avenidas y en las calles menos transitadas.
Un fotógrafo aficionado, Jorge Boido, creó una cuenta de Instagram, @boidofotos.ph, que recopila parte de esas manifestaciones culturales, artísticas, sociales y hasta políticas, mucho más allá del deporte. “Soy jubilado bancario y, desde que salí de mi casa después de la pandemia, el 25 de diciembre, empecé a retratar los murales, esa necesidad de la gente de comunicarse”, dice Boido, de 67 años, que ya fotografió más de 800 paredes ilustradas por Maradona.
Así como Maradona fue el triunfo posible de todos los Villa Fiorito de Argentina —y no solo de Argentina—, Boido pone el énfasis en la distribución geográfica de estas expresiones artísticas. “Los murales tienen un contenido de clase fenomenal. En algunas zonas de Buenos Aires, como Recoleta y Belgrano (las más pudientes), no encontrás ninguno, pero en los lugares populares de la capital y el conurbano está lleno, sobre todoadentro de los barrios, por ejemplo en los pasillos de la 1.11.14″, dice Boido, en referencia a una de las zonas de emergencia de la capital.
Justamente, en las paredes de la villa 1.11.14, Maradona aparece eludiendo a los futbolistas ingleses en la jugada previa a su segundo gol, por los cuartos de final del Mundial México 86. La obra fue ilustrada por el muralista Demian Medina. “Me convocó gente del barrio, de la organización social ‘La Maradona’, pocos días antes de su muerte. Yo no miro fútbol, estudié en la escuela de Bellas Artes, pero Diego es una figura política del campo popular. Cuando terminé mi mural, a pocos metros, también en la 1.11.14, otro colega ya estaba comenzando otro de Maradona, también del mismo gol”, dice Medina.
La escritora y periodista Gabriela Saidón define al fenómeno como nuevos altares. “Los murales maradonianos son la forma que los artistas callejeros encontraron para homenajear al Diego. Lo empezaron a santificar en vida, sobre todo en Nápoles, y proliferaron después de su muerte. Ahora Buenos Aires está llena de murales, pinturas o gigantografías maradonianas”, dice la autora de SuperDios, la construcción de Mardona como santo laico, libro de reciente aparición. “Estas representaciones reemplazan a los altares callejeros, que suelen ser efímeros y con el tiempo se desarman, como las velas. Pero el muralismo tiene esa misma impronta, cumple una función litúrgica, de presencia permanente, de cosa eterna”; agrega Saidón, especialista en el santoral popular argentino, con otros libros como Santos ruteros.
Villa Fiorito, el suburbio en el que nació Maradona, también tiene varios murales. Uno, frente a la estación del ferrocarril, anuncia “La ciudad de D10s”, mientras que otro, frente al campo de deportes de Estrellas Unidas (el nuevo nombre de Estrella Roja, el primer equipo de Maradona), repite esa fórmula: “El potrero de D10s”. “Se pintó en febrero, unos muchachos que se dedican al muralismo nos contactaron y le dimos la autorización”, detalla Claudio Tati Vilarruel, secretario general de Estrellas.
Según Boido, los murales de Maradona seguirán acrecentándose en los próximos años. “Uno podía pensar que se trataba de una moda pero, lejos de serlo, cada vez hay más. Vas a Fiorito, Caraza o Budge (otros barrios carenciados, contiguos al lugar de nacimiento de Maradona) y los encontrás por todos lados, aunque sean más precarios y artesanales. Los organizan los pibes del barrio: hacen rifas, recolectan unos pesos y arman un altar. A veces decís ‘esta gente no tiene para el plato de comida de la noche’, pero ves cómo se organizan y elaboran el mural”, dice, admirado, el fotógrafo aficionado, testigo y retrastista de una Argentina pintada de Maradona, el inmortal que murió hace un año.
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