En pleno desierto allí y con las primeras nevadas aquí. Enner Valencia puso en jaque a los jeques desde el minuto uno. España arranca mañana entre dudas con jugadores puestos a dedo, por Luis Enrique, claro.
El Mundial de los líos ya ha comenzado. Mientras Abel Caballero encendía las luces de Vigo para arrancar la Navidad, en un solar de Doha, Morgan Freeman inauguraba la Copa del Mundo. El estadio Al Bayat, especie de jaima de beduinos gigantesca y lujosa, estallaba en fuegos artificiales.
Luego, primer disgusto para los jeques. Que el jefe de prensa de la FIFA anuncia su homosexualidad, no, hombre, eso lo llevan bien este mes. El lío vino con Ecuador, que desarboló a los locales. No hubo partido.
Bastó ver la cara de Félix Sánchez, el catalán que lidera a los cataríes desde el banquillo, para imaginar la bronca que alguno de los príncipes del desierto le iba a soltar tras el desastre de los 90 minutos iniciales. Me alegro de no estar en su pellejo sabiendo cómo las gastan tras las dunas. Y le quedan Senegal y Países Bajos. Buff.
Mañana debuta España. Para algunos, el capricho de Luis Enrique. Sus jugadores. No hay Mundial sin picante para La Roja. Siempre se lía parda. Cada español tiene su alineación y cada periodista, su emboscada personal.
Ante Costa Rica, debe ganar. Si no superan la fase de grupos, el asturiano lo tendrá crudo. Si llega a semis, todos dirán que confiaban en el sparring de Tassotti, claro. A mí me parece una convocatoria arriesgada, de cocina de autor. Mucho joven y alguno, como Busquets, a punto de arrojar la toalla.
No nos sabemos ni el once con el que sueña el ‘streamer’ de moda en España. La verdad es que Lucho me pone, es un tipo con dos pelotas. Morirá con las botas puestas y rodeado de sus chavales. Ojalá le respondan.