La temporada más extraña en la historia del baloncesto universitario comenzó con varios partidos en pabellones de todo Estados Unidos. Todo fue extraño y atípico. Cancelaciones, protestas, jugadores en cuarentena, animadoras con mascarilla, asientos en gradas socialmente distanciados. “Me gustaría volver a la normalidad, pero eso no es lo que tenemos ahora”, dijo el entrenador de Carolina del Norte, Roy Williams.
El baloncesto universitario, al igual que el resto del mundo del deporte, quedó en desorden en marzo pasado cuando la creciente pandemia de coronavirus acabó con todo. La cancelación del Torneo de la NCAA le costó a la NCAA 375 millones de dólares en ingresos. Muchos programas de baloncesto universitario cerraron debido a pruebas positivas de COVID-19, entre ellos entrenadores de renombre como Tom Izzo, Scott Drew, Jim Boeheim.
El primer gran evento de este inicio de campaña tuvo lugar en Connecticut. Si bien los jugadores se aislaron dentro del casino Mohegan Sun, no se permitió a los fans en el pabellón de 10,000 asientos para el partido de apertura entre Virginia y Towson. Los gritos de los entrenadores y los chirridos de las zapatillas de deporte resonaron en los asientos vacíos. El Rupp Arena de Kentucky, típicamente una de las sedes más ruidosas del baloncesto universitario, estaba limitado al 15% de su capacidad. “Tenemos que crear nuestra propia energía”, dijo el All-American de Iowa
Luka
Garza, quien anotó 26 puntos y 10 rebotes en una victoria sobre North Carolina Central.
Las reclamaciones sociales también estuvieron presentes. Diez miembros del equipo femenino de Carolina del Sur imitaron a la NBA y a la WNBA al permanecer arrodilladas durante el himno nacional antes de su victoria por 119-38 sobre Charleston. “Solo queríamos que todos supieran que no nos hemos olvidado de lo que está pasando”, dijo la base Zia Cooke. Numerosos otros equipos se sentaron o se arrodillaron durante el himno. El equipo masculino de Virginia tenía “UNITY” en sus camisetas de calentamiento y los jugadores de Towson tenían un puño levantado dibujado en la espalda.
El entrenador de Georgetown, Patrick Ewing, hizo una gesto diferente durante el partido inaugural de la temporada de Hoyas contra Maryland-Condado de Baltimore, colocando una toalla blanca sobre su hombro en memoria de John Thompson. Varios otros entrenadores hicieron lo mismo para honrar al entrenador del Salón de la Fama que murió en agosto a los 78 años.
Algunos equipos no han legado ni a jugar. El primer partido de Georgia contra Columbus State fue cancelado pocas horas antes del inicio debido a pruebas positivas de COVID-19 en un equipo. El partido de Lipscomb contra Campbellsville Harrodsburg también fue cancelado debido a problemas de coronavirus. En el torneo femenino, UCLA canceló su partido después de una espera de 80 minutos para que Cal State Fullerton obtuviera los resultados de la prueba COVID-19 y el primer partido de Rutgers fue cancelado debido a un positivo en el programa de Monmouth.
“Obviamente, esta es una situación diferente a cualquier otra con la que he tenido que lidiar en mis 31 temporadas como entrenador de baloncesto universitario”, dijo el entrenador de Georgia, Tom Crean. Oklahoma y Monmouth se convirtieron en los últimos equipos en parar todas sus actividades debido a pruebas positivas de COVID-19.
En los encuentros que sí se pudieron disputar, Drake logró la primera sorpresa de la temporada, ganando 80-70 en Kansas State. En el equipo de Illinois
Ayo Dosunmu firmó 28 puntos, 10 rebotes y cinco asistencias en la victoria 122-60 sobre North Carolina A&T. El jugador de Oklahoma State Cade Cunningham logró 21 puntos y 10 rebotes en la victoria 75-68 sobre Texas-Arlington.
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