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Asensio lidera una fiesta juvenil


En una noche de buenas perspectivas para el Madrid, un escuadrón de cadetes del Real liderados por un reivindicativo Asensio y un desatado Benzema fulminó con saña a un tierno Mallorca. Hubo guiños saludables por todos los lados. Del titular Camavinga al pujante Rodrygo y con pisadas festivas para Miguel Gutiérrez, Blanco y Sergio Santos. Y qué decir de Asensio, que en la semana que le reclamó remangue en la hierba Ancelotti se ganó el brindis del técnico y el Bernabéu con tres goles. Nada campechano con su paisanaje, el balear, tan nómada él, fue el sonajero que se demanda. Por goles y mordida. El talento nunca lo perdió, pero sus golpes de pecho son remotos. Ancelotti habrá tomado nota. Asensio, se supone que también.

Mucho habría que rebobinar para dar con un Madrid sin Casemiro, Modric y Kroos —sus eternos patricios en el espinazo central— en un duelo con botín en juego. Un síntoma de que la noche era para los colegiales, con dos equipos con 25 años de promedio. A un lado Camavinga (18), de estreno como titular, Miguel Gutiérrez (20) y Vinicius (21) y Rodrygo (20) como ventiladores por los extremos. Aceptó el órdago juvenil Luis García Plaza, bizarro para presentarse en el Bernabéu con un debutante —Gayá (21), alistado de Tercera— y un trío babélico de proyección satelital en ataque: el japonés Kubo (20), el coreano Kang-in Lee (20) y el estadounidense Hoppe (20). Un partido lozano que el Mallorca pagó con creces desde el inicio. A los dos minutos, Gayá, en su primer latido en Primera, hizo un control con el juanete. Encima, el chaval se resbaló. Y para mayor colmo no tiritó ante cualquiera, sino ante Benzema: 1-0, por entonces séptimo tanto del francés, que si alguna vez fue un gato hoy caza goles como un león.

Los reclutas del Mallorca notaron la sacudida. Remendado el equipo, con siete cambios respecto a la jornada anterior, el grupo llagaba por todos los sitios. Sobre todo en la trinchera, una zaga de ursulinas. Lo advirtió Asensio, tan animado ante su equipo de cuna, que se atrevió con un córner directo. Hoppe, ariete que presuntamente debía cubrir el primer poste, se arrugó y Reina evitó de milagro otro estropicio. Dos conjuntos visitantes. Uno sin divisas defensivas y otro revoltoso en la ofensiva. Bien que se aprovechó el Madrid, que vio tajada.

Antes de que Asensio se reconciliara con Asensio, la gente comenzó a examinar a Camavinga, anclado en el rancho de Casemiro. Del francés había huellas de su impacto como revulsivo. Era hora de medirle con carrete desde el inicio. Ningún reproche. Jugador de muchos vectores. Con hueso para el quite, hábil para sortear rivales por vigor o por esas ruletas zidanianas que tanto prodiga y equilibrado para interpretar lo conveniente en cada jugada. En Chamartín, plaza severa por más que llegara con el viento a favor, nunca se le vio apesadumbrado.

Un remate al anfiteatro de Lago Júnior anticipó el 2-0. Vinicius, que también tiene ya chistera para el pase, filtró una asistencia para Rodrygo. Nadie le arrestó en el Mallorca, así que el brasileño pudo girarse sin apuros, y dar un servicio atrás. Dos rebotes después embocó Asensio, esta vez con nervio ante el gol. Ancelotti le dio observatorio, nada de atornillar al mallorquín en una orilla, donde tantas veces ha parecido sedado, fuera de onda. Como volante, con panorama a la vista, otro radar, otro Asensio. Al menos esta vez. Otra cosa será cuando como interior tenga que apretar la mandíbula ante rivales con más guadaña. Pero esta era su noche. Incluso para evitar alguna angustia imprevista, como el 2-1 sellado por Kang-in Lee tras una estupenda excursión hacia Courtois cerrada con un disparo enroscado. Tan sobresaliente fue el remate que sobrepasó esos remos que tiene por brazos el meta belga. A Lee y Kubo —de momento fulgurantes cometas en su carrera por la élite europea— poco les duró el optimismo. El cabeza de cartel era Asensio. Una simple combinación entre Militão y Benzema derivó en el 3-1. Asensio adivinó un paseíllo de frente a Reina y la clavó. Otra vez el Mallorca fue víctima del Mallorca. Un coladero.

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No hubo tregua tras el descanso, al que se llegó con un cabezazo involuntario de Nacho a Hoppe que el cuadro visitante reclamó sin éxito como penalti. De vuelta, a la espera del emergente Asensio, fue el turno de Rodrygo, más clínico que Vinicius, impreciso y algo aturullado esta noche. Vacilante el Mallorca, Rodrygo enfiló hacia Reina, con su marcador sin cadena. Le sirvió el cuarto a Benzema, pero el chivatazo del VAR hizo ver al árbitro una falta previa del galo a Sastre. Lo mismo dio. Aún tenía apetito Asensio. Entre su racimo de virtudes sobresale un golpeo extraordinario. Un zurdazo seco y dinamitero desde la media luna culminó su trilogía del gol. Un trecho después, Ancelotti, encargado ahora de su tutoría, le regaló los aplausos del personal al retirarle por Isco. Antes, más mocedad. Blanco (21) por Camavinga. Y de remate, ya con el 5-1 firmado por el depredador Benzema, Sergio Santos (20), otro del caladero de La Fábrica. Todo era un festín juvenil del Madrid. De tal guiso que año y medio después hasta anotó Isco, por entonces, junto a Alaba y Courtois el más decano sobre el campo. Una noche con himno: veteranos y noveles, con estrofas para todos.

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