Asexuales: “Tener sexo no entra en mis planes”

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Para Galicia, lo de follar no entra en los planes. Claro que sale y que entra, que ríe y participa. Claro que hace lo que cualquier otra mujer de treinta y tantos. Lo único que no hace es terminar en la cama de nadie. ¿Por qué? Porque no le apetece. Lo de no apetecer es lo que más cuesta  entender. ¿A quién no le gusta algo tan chulo, divertido y que, se supone, nos tiene que apetecer? Galicia se pasó la adolescencia intentando dar pocas explicaciones. Con ser la rarita ya era más que suficiente. Todo esto no quiere decir que Galicia no tenga pareja. Tiene novio al que le explicó, literal, que lo de la cama no era su historia. Lo cual no quiere decir que no tengan sexo. Tienen “poco”. A cambio, son cómplices en su vida, en sus ilusiones, en sus proyectos y dentro de muy poco vivirán juntos. Ella escapará de todo lo que le impide ser feliz, él la recibirá con los brazos abiertos. Que Galicia sea asexual complica bastante su vida. Pero no tanto como para que se niegue a vivirla.
La asexualidad es una orientación sexual que se basa en la ausencia de atracción sexual. No desean meterse en la cama y que se lo coman y comerlo todo. No experimentan ese deseo que lleva a empotramientos varios. Hay tanto hombres como mujeres asexuales, siendo estas últimas las que más se visibilizan. Los asexuales son las personas menos representadas en la diversidad sexual. Apenas se las distingue en las manifestaciones, pero cada vez son más los grupos de personas que se declaran asexuales y optan por decirlo en voz alta. Se calcula que suman un 1,05% de la población en todo el mundo. En esto han tenido mucho que ver las redes sociales, donde se han albergado y hablan del tema aquellas personas que no frecuentan foros testosterónicos. Asexual Comunity España (ACEs) describe como alosexuales, a las personas no asexuales, las que sí sienten atracción sexual por los demás. Serían personas grisexuales, las que sienten de vez en cuando atracción sexual, pero de manera poco intensa, poco frecuente o bajo circunstancias determinadas. En este grupo sitúan a los demisexuales, personas que tienen sexo solo con personas de las que se enamoran. Necesitan tener ese vínculo emocional para tener el más mínimo contacto físico. Y esas personas pueden tener entre las piernas lo que tengan. Y en el tercer grupo estarían los asexuales, que son las personas que carecen de atracción sexual hacia nadie.
Ese nadie es mucho nadie.

Pero bajarse del carro sexual, es algo que se hace con relativa frecuencia: “Muchas mujeres, en el momento de la menopausia, consultan, incluso con la pareja el permiso para dejar de tener sexo”, explica Emma Ribas, psicosexóloga, especialista en terapia de pareja. “Esto se debe a que han tenido el sexo como una responsabilidad dentro de la relación de pareja, no como una necesidad propia. La mayoría reconoce que ni siquiera disfruta con el sexo”. Aprovechan que ya están mayores, que pueden subirse a todos los topicazos habidos y por haber para quitarse de en medio. Y lo hacen. Deberían leer en Climaterio, de May Serrano, lo que ocurre, también, en la menopausia y cómo se satisface ese deseo. Pero ellas no lo han vivido así y así lo manifiestan. Para la psicosexóloga, muchas señoras deciden dejar el sexo porque han tenido el infortunio de no explorar su sexualidad. “No se conocen, no se han explorado, no se han masturbado, no se han corrido”. Con esos antecedentes, lo ilógico sería seguir intentándolo. “Todas las personas que me he encontrado que decidieron no tener sexo es porque no disfrutaban con él”.
Los asexuales se enamoran. El enamoramiento va por otros derroteros y, aunque suene tópico, es lo más bonito que puede pasarles. Porque eso les permite entablar relaciones personales, tener pareja y crear un espacio de complicidad que hace que se sientan seguros. No odian el sexo, simplemente, puede que no les interese en absoluto. Y el hecho de crear una obligación respecto a él, establece que muchas personas asexuales se vean obligadas a ejercerlo lo que para Galicia dispara todas las alarmas. “Muchas veces se da situación de maltrato porque la pareja de una persona asexual no entiende que el sexo no entra en sus apetencias. Consiguen que se sienta culpable. Que acepte que alguna vez tiene que tener sexo. Y al final, ese polvo se convierte en una situación de maltrato psicológico y físico”.
Por cierto, lo que más molesta a una persona asexual es que le pregunten con qué frecuencia tiene sexo. A las personas no se las valora en función de los empotramientos.




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