El primer triplete del Manchester City es el segundo para Guardiola como entrenador. Es de justicia que el técnico que ha revolucionado el fútbol en los últimos 15 años vea correspondida su genialidad en el palmarés. El mérito del triplete no es solo que el equipo ‘sky blue’ roce la perfección táctica en cada encuentro, sino que el rodillo futbolístico se impone del minuto 1 al 90. Pep ha conseguido igualar a sus rivales por el rasero de la derrota. Los números cantan: desde que el Tottenham les derrotó (1-0) el 5 de febrero, el City ha encadenado, en las tres competiciones, 32 partidos sin mácula. Una única derrota, ante el Brentford en Premier, cuando ya la habían ganado y se relajaron con una alineación llena de jóvenes. Dicho de otra manera, el City ha ganado la Champions sin perder ninguno de los 13 encuentros. Por el camino le metió 4 al Madrid, 3 al Bayern, 4 al Sevilla y 7 al Leipzig. Sublime.
En la final le salió el peor partido de la competición, pero en la única ocasión que pudieron ejecutar su jugada clave (penetrar por el carril del interior), se llevaron la final ante un buen Inter. Al Madrid le aniquilaron por el mismo sitio. En la Cup, 6 partidos, 6 victorias, dando la estocada al United, su gran rival, en la final. En la Premier, tras esa derrota ante los Spurs, el City estaba 8 puntos por debajo del Arsenal. Cuatro meses perfectos han llevado hasta el anhelado triplete. Tras la final, Grealish dijo: “Pep es un genio”. Nada que no supiésemos. Pero sin inculcar el hambre y la cultura del esfuerzo a sus jugadores, la obsesión por la perfección no alcanzaría para la Champions.