Así es por dentro Wembanyama, el niño inconformista: "Me gusta que me chillen"

Así es por dentro Wembanyama, el niño inconformista: "Me gusta que me chillen"

La vida es un simple juego para Victor Wembanyama. El superdotado pero a la vez observado muchacho que sólo piensa en pasárselo bomba. Se muestra como es, espontáneo, natural, la propia persona siendo el mismo personaje creado por él mismo y exacerbado por la intensa narrativa que le agasaja y le alza ya como el mejor de la existencia sin haber empezado todavía a existir en la NBA.

Pero él no huye de ese desbocado ‘hype’ como el niño que huye de la oscuridad sino que lo abraza, lo siente, lo disfruta. Y, como ajeno a todo lo que se le cierne, a que tanta empalagosa alabanza un día puede convertirse en despiadada crítica en un mundo que desde ya se lo va a pedir todo, él se pasea por Nueva York tan pancho con su andar despreocupado y desgarbado, como el de cualquier adolescente que se deja seducir por los encantos de Manhattan. Lo torea todo y a todos con una sonrisa al tiempo que sorprende a cada paso. Todo lo que hace y lo que dice:

“La primera vez que le vi tenía 10 años. Me impresionó su altura y su técnica, pero también que desde el primer día vino con una sonrisa. Siempre estaba de buen humor”, destaca Frédéric Donnadieu, actual presidente del Nanterre 92, donde Victor llegó apenas cumplida la decena tras conocer el baloncesto en la escuela del Entente Le Chesnay Versailles. Donnadieu fue su primer entrenador en el club y casi que hoy es un segundo padre para ‘Wemby’, un tipo con el que es fácil partirse la caja.

“Un día estábamos todo el equipo concentrado en una habitación con múltiples camas. Victor se puso en el suelo a hacer bromas y todos nos partimos de risa con lo que estaba haciendo. Es un tío al que le gusta la alegría y hacer reír a sus compañeros”, rememora Donnadieu.

“¿La presión? Le encanta. Cuando vi que en los partidos importantes se salía es porque él disfrutaba de esta presión. Le encantaba”, recuerda también Donnadieu, tan vital en la vida de Wembanyama que sus padres, Elodie y Félix, le invitaron personalmente a la noche del draft. “La presión no le puede porque él siempre quiere demostrar, tiene la mentalidad ideal para tener éxito”, subraya William Howard, ex compañero de Victor en el ASVEL y ex jugador del Joventut.

Hasta sus compañeros de generación que le conocen bien, siguen, como diría un adolescente corriente como el que es en el fondo ‘Wemby, ‘flipando’. Como su compatriota Théo Maledon, ahora jugador de los Charlotte Hornets.

“Lo que hace diferente a Victor es que sólo busca pasárselo bien cuando juega”


Théo MaledonJugador de los Hornets y compatriota de Wembanyama

“¿Que qué es lo que hace diferente a Victor? Podemos hablar de sus habilidades, su capacidad para analizar el juego, pero él sólo busca pasárselo bien cuando juega”, destaca el base. Y son sus ocurrencias en la pista pero también las de fuera. Las que no se le ocurren ni al adolescente más insensato como la que explica todavía hoy mondándose de risa Samuel Eyango-Dingo, que compartió equipo con Wembanyama tanto en las categorías inferiores como en el primer equipo del Nanterre 92.

“Quizá sólo compartimos habitación dos veces, pero ya sabes, dos adolescentes compartiendo habitación siempre es divertido. Era un lunes en Ljubljana, necesitábamos descansar porque justo habíamos acabado de entrenar y al día siguiente teníamos partido. ¡Y nada más llegar a la habitación me dijo de hacer un desafío de flexiones! Victor es un bromista”, recuerda Eyango-Dingo. “¿Quién ganó? Él lo sabe…”, añade entre risas el actual jugador del Mulhouse, de la cuarta división de Francia.

Frédéric Donnadieu, el entrenador que empezó a desarrollar a Wembanyama

Getty Images

“Recuerdo que el primer partido que jugó con mi equipo fue en 2019, él era más joven que todos nosotros (Eyango-Dingo es tres años mayor). Pero hablaba con todos, no era nada tímido, no le importaba la diferencia de edad. Eso fue lo que me impresionó más”, rememora Samuel. Aunque Victor no necesita hablar para hacerse notar: “No habla mucho en la pista, no era un líder vocal pero puede llegar a serlo. Pero era tan dominante que todos queríamos seguirle”, remarca Howard. 



De alguna manera, a ‘Wemby’ nunca se le acaban sus maneras de sorprender y tiene una para hacerlo con todos: “Le decíamos y le hacíamos broma con ello de que no era capaz de tirar un triple y coger él mismo el rebote. Hicimos una apuesta”, recuerda Brian Conklin, compañero suyo en el Nanterre 92 y la última temporda jugador del Porto. “Y lo hizo contra el Mónaco esta temporada…”, añade Conklin entre risas e incredulidad. 

Un chico que nació siendo diferente

Victor Wembanyama nació siendo diferente pero, lo que es también en él insólito, que también eligió serlo. “Realmente es algo que siempre ha permanecido en mi espíritu: sé original, sé único. No puedo explicarlo. Nací con ello”, destacó el nuevo jugador de los San Antonio Spurs en una entrevista con el New York Times

Único como la fantasía que representa como jugador poseyendo los cánones físicos ideales del baloncesto pero que a la vez saliéndose de ellos con sus habilidades, como hecho a imagen y semejanza divina, ‘Wemby’ vive en su mundo particular. Como si quisiera descubrir un nuevo mundo como jugador de baloncesto también a partir de sus teorías filosóficas:

“Mi tótem es algo más grande que el baloncesto. Es simplemente la vida, llenarte a ti mismo dentro del universo. Cuando necesito motivación, cuando necesito energía y me siento cansado, cuando necesito luchar en la pista y es duro siempre lo recuerdo: soy libre en este universo, hago lo que sea que pueda y sé eso. Lo quiero hacer y nada me va a parar de hacerlo y siempre tengo eso en mi mente. Y no sólo se detiene en el baloncesto, es la vida”, expuso el francés a un JJ Reddick al que dejó del todo anonadado.

No es un loco: Victor es un tipo ilustrado. “Es un chico muy curioso, inteligente, siempre quiere saber algo más allá del baloncesto”, resalta Bryan George, entrenador del pívot en las categorías inferiores del Nanterre 92 y también técnico asistente en el ASVEL Lyon-Villeurbanne presidido por Tony Parker, el último club de ‘Wemby’ antes de jugar esta temporada en el Metropolitans 92.

“Cuando a Victor le viene la inspiración, se pone a dibujar cualquier cosa”


Samuel Eyango-DingoEs compañero de Wembanyama en el Nanterre 92

“Es capaz de ajustar su inteligencia en el sentido de poder hablar con cualquiera, aunque no esté al mismo nivel, en el sentido de, por ejemplo, mantener una conversación con un experto en ciencia. Puedes hablar con él durante horas de cualquier tema, tiene muchos conocimientos, sabe mucho de la luna y a veces no entiendes cómo ha sido capaz de encontrar eso. Pero lee diarios, libros, ve diferentes películas. Le interesa todo al mismo nivel: sabe de astrología, astronomía, política, intenta entender todo en la vida”, subraya George sobre las aficiones de un ‘Wemby’ al que también le apasiona el Anime y se pirra por el PSG y Kylian Mbappé. 

“No le gusta tocar mucho el teléfono por la noche. Cuando le viene la inspiración, se pone a dibujar cualquier cosa”, advierte Eyango-Dingo sobre el artista que habita en un Victor Wembanyama que un día de hecho se autodefinió como “artista” en una entrevista con la revista ‘Slam Dunk’.

Un artista errante porque tan pronto expresa su imaginación hablando, dibujando que escribiendo, con el New York Times recordando un día en el que enseñó sus dotes de literato: un día, cuando ‘Wemby’ iba a ‘High School’, la profesora pidió a sus pupilos que escribieran una historia sobre la realización de un sueño. Algunos elaboraron relatos de exitosos jugadores de baloncesto pero no Victor, que junto a un amigó escribió un cuento llamado “Alice y Jules”, que iba sobre una pareja casada a punto de romperse después de que Jules, con alguna copa de más, sufriera un accidente de tráfico y cayera en coma. Al final, se recuperó y la pareja se reunió de nuevo.

Las fantasías de unicornio de Victor en la pista sacadas de cuento emanan de la fantasía que es su vida, aunque el mérito de Wembanyama es ser diferente sin ser pedante ni dentro ni fuera de la pista. “De niño, despertaba una atención que no era normal a su edad y tuvimos que protegerle”, reconoce Donnadieu.

“Pero no noté en él ninguna diferencia en él para un niño de su edad. Es muy buen amigo con mi hijo y más de una vez se quedó en mi casa a dormir. Su don por el baloncesto no lo hacía ser diferente al resto de sus compañeros. Era un niño educado, bromista y completamente normal”, agrega el presidente del Nanterre 92.

Bryan George, ex entrenador de Wembanyama

Bryan George, ex entrenador de Wembanyama

French Basketball

Lo especial de Victor Wembanyama también es que ostenta el equilibrio emocional por su capacidad de albergar los distintos grados de madurez de la vida, de ser el niño que da rienda suelta a sus fantasías, el adolescente excitado ante el riesgo de la NBA pero también un adulto precoz. “Sabe tanto que no parece que tenga casi 20 años, sino 40, casi como yo”, señala Bryan George. “Con 15 años ya sabía lo que tenía que hacer fuera de la pista para ser el mejor, como qué comer o cuándo ir a dormir. Eso también me impresionó”, señala Eyango-Dingo.

“Siempre ha sido un chico muy humilde, nos respetaba mucho a los veteranos, algo que no es tan habitual hoy entre los jóvenes. Hacía caso de nuestros consejos y nunca contestaba si le hacían alguna crítica. Y si no estaba de acuerdo en algo lo decía, pero nunca se ponía a discutir”, destaca Brian Conklin sobre Wembanyama, que sorprende a cada palabra y cada caso con su llamativa y equilibrada mezcla de confianza, osadía y alta autoestima a la vez que madurez y humildad, otro rasgo exótico en el unicornio galo. 

“La clave de su mentalidad es la educación que le dio su familia”, señala George en referencia a Elodie y Félix, los que proveyeron a Victor de la pasión por el deporte además de su privilegiada genética, entrenadora y ex jugadora de baloncesto su madre y versátil atleta y saltador su padre, practicando salto de altura, salto de longitud y triple salto. Antes del basket, ‘Wemby’ probó con el judo y el fútbol como portero. 

“A ellos sólo les importaba el presente, lo único que les importaba es que Victor cuidara de su cuerpo y que sólo disfrutara con el baloncesto, nunca le pusieron presión y le enseñaron a ser respetuoso”, explica Bryan George. Siempre queriéndose mantener en un segundo plano -no conceden entrevistas-, los padres de Wembanyama dieron mucha libertad en la formación humana y baloncestística de su hijo al Nanterre 92 confiando en el carácter cercano del club.

Y es que todo quedaba y sigue quedando en familia en este club francés, una suerte de pequeña empresa familiar que fue creciendo hasta convertirse en un milagro, acumulando 10 ascensos en 15 años entre 1989 y 2004 para culminar pasar de jugar de la última categoría a la segunda y plantarse en la primera división francesa en 2011 para culminar su cuento de hadas. Frédéric Donnadieu es ahora presidente y su hermano Pascal es el entrenador del primer equipo y el que hizo debutar a Victor en el baloncesto profesional. 

Una historia de familia -aunque en este caso de fútbol-, parecida a la del desaparecido Llagostera, que en apenas 16 años irrumpió en el fútbol profesional escalando de la última categoría a Segunda División con 7 ascensos.

“A Victor le hice trabajar exactamente igual que los niños que medían 1,40”


Frédéric DonnadieuPrimer entrenador de Wembanyama en el Nanterre 92

Frédéric supo rápido el divertido juguete que tenía entre manos con Victor Wembanyama. Sus amigos se reían de él cuando él les decía que un mocoso de 10 años acabaría en la NBA aunque nunca quiso correr con él para poder desarrollar todo su potencial. En vez de sacarle el tentador e instantáneo beneficio poniéndose bajo el aro -dinero fácil para el ego de cualquier entrenador-, quiso moldear aquella con un fino trabajo de orfebrería. Un cuidado más artesanal en su negocio familiar que industrial. Así, claro, se explica lo que acabó saliendo de ahí.

“Vi que técnicamente tenía muchas posibilidades y el plan de trabajo con él lo tenía muy claro: hacerle trabajar exactamente igual que los otros niños que medían 1,40. Él tiene la necesidad de sentirse libre, que le dejen mucha libertad en la pista para su juego”, argumenta Donnadieu. 

“No le gustó nada que en el Barça le pusieran a jugar solo bajo el aro”, recuerda el dirigente. “Justamente lo que hacíamos en el Nanterre 92 era dejarle libertad para que explotara su técnica y es algo que habló con su padre, que estaba aburrido del papel que le habían dado”, argumenta. 

En el Nanterre 92 encontró ‘Wemby’ el hogar ideal para desarrollar ese genio precoz que jamás hubiera encontrado en la atmósfera estadounidense, según un americano como el propio Brian Conklin.

Wembanyama, con sus compañeros en el Nanterre. Entre ellos, Conklin

Wembanyama, con sus compañeros en el Nanterre. Entre ellos, Conklin

Getty Images

“Victor no hubiera llegado a ser el mismo jugador si hubiera crecido en Estados Unidos, el sistema de College no habría sido capaz de desarrollarle. El Nanterre 92 lo hizo fantástico, no le empujaron. Él podría haber jugado 20 minutos por partido y entrenar 5 días a la semana con el primer equipo desde bien joven pero todavía se estaba desarrollando y no lo hicieron”, argumenta Conklin.

“En Estados Unidos hubiera jugado 35 minutos por partido, y con tantos entrenos, sesión de vídeo y 8 horas de clase estaría todavía desarrollándose, o quizá, hubiera sido así de bueno a los 25 años y no a los 19. Hubieran sido tomar más riesgos con él y podríamos estar hablando de un caso como el de Porzingis. En el Nanterre 92 también le enseñaron una ética de trabajo muy buena”, explica el jugador estadounidense.

También el club francés supo escuchar sus ávidas y constantes ansias de mejora. “Una de las cosas que define su mentalidad es que siempre ha tenido una gran necesidad de aprendizaje, de aprender más y más además de competir”, resalta Frédéric Donnadieu. Y cuanto más críticas a su juego, mejor:

“El Barça no le gustó porque todo el mundo le decía que todo estaba bien”


Bryan GeorgeTécnico de Wemby en el Nanterre 92 y el ASVEL 

“Con 14 años, fue a jugar la Minicopa con el Barça y recuerdo que dijo que no le gustó la experiencia”, rememora Bryan George. “Dijo que no le gustó porque todo el mundo le decía que todo lo que hacía estaba bien. Me dijo que a él le gustaba que alguien le chillara como hacía yo, que alguien le dijera la verdad para que mejorara. Al 95% de los jugadores jóvenes les gusta que les digan que todo lo hacen bien, pero eso no funciona con Victor. No es normal, pero con esa edad ya entendía que, si quieres mejorar, necesitas ser entrenado y que te digan cuándo algo está mal aunque no sea fácil ni cómodo”, recuerda, mencionando el efímero pasado como azulgrana de Victor, George, que pone un ejemplo:

“A él le gustaba regatear por la espalda, pasarse el balón entre las piernas, subir la pelota como un base. Yo le dije: “Para mí está bien. Pero como cometas pérdidas o errores que frustren a tus compañeros te voy a sustituir para que lo analices y lo corrijas, esto no va sólo de Victor, todo el mundo tiene que estar involucrado”. Y él lo aceptó, cuando le enseñas algo lo hace, es una esponja. Es muy fácil de entrenar”, explica Bryan George, que será parte como entrenador asistente del cuerpo técnico de los Atlanta Hawks el próximo curso.

Wembanyana, colocando un tapón en la Minicopa que jugó con el Barça

Wembanyana, colocando un tapón en la Minicopa que jugó con el Barça

ACB

El propio George vivió también de primera mano la primera y seria mala experiencia de Victor Wembanyama con las lesiones, apenas 16 partidos jugados de 34 posibles en la liga francesa con el ASVEL la temporada 21-22. “No fue una lesión grave pero fue frustrante para Victor. Fue duro entender que tenía que dar un paso atrás para cuidar su cuerpo, pero también un aprendizaje para él”, explica el técnico francés sobre la época en la que más se llegó a dudar del jugador nacido en Le Chesnay sobre su proyecto de gran jugador por esos problemas físicos. 

Le explicaba ‘Wemby’ a JJ Reddick que a él y sus entrenadores les costó una manera de estar todo el año sano y desveló que sus rutinas eran únicas y cada día hacía ejercicios diferentes, pues no es habitual que alguien de — haga de todo como hace él. Al mando de su preparación física, Guillaume Alquier, quien revelaba en un extenso reportaje en la ESPN que la ganancia de peso que necesita el galo tiene que ser progresiva para que no sea contraproducente para su cuerpo.

El número 1 del draft, junto a Jones y Howard en su etapa en el ASVEL

El número 1 del draft, junto a Jones y Howard en su etapa en el ASVEL

Getty Images

Aunque muy presente en su día a día y desde pequeño, el número 1 del draft también cultiva su ética de trabajo a través de la lectura. “Hace todo para ser mejor, también lee libros de baloncesto. Recuerdo uno que leía de Kobe Bryant”, apunta William Howard.

Al margen de la preocupación en torno a su físico, Victor Wembanyama, como joven que es pese a muy genio que sea, algún lunar tiene. Aunque lo puede todo, las estadísticas de la última temporada regular revelan inconsistencia en triples y la creación de juego, con sólo un 27,5% desde el perímetro y más pérdidas (2,6) que asistencias (2,4). Bryan George no le da mayor importancia:

“No creo que sea algo que haya que juzgar. Es diferente el Victor de temporada regular que el de playoffs. En fase regular toma más riesgos, pero en playoffs no quiere fallar tiros, no prueba cosas maravillosas, encuentra la manera de ser dominante y eficiente. Cuando empiece la NBA esta es la versión que veremos porque él tiene que demostrar, pero una vez lo haya hecho, mostrará nuevas habilidades en temporada regular”, justifica George.

“El Victor de playoffs es diferente del de temporada regular”


Bryan George

Y ahora que por fin ha desembarcado Wembanyama en la NBA, se empezará a dilucidar la fascinante intriga de lo que puede llegar a ser. Brian Conklin hace una radiografía de impacto en su previsión:

“Victor me recuerda a Giannis (Antetokounmpo), que cuando llegó a la NBA era muy delgado y es capaz de penetrar y hacer el mate por encima de cualquiera. Tiene el eurostep de Giannis, puede dominar como él y pone el balón en la pista incluso mejor que él. Es un híbrido entre ‘Anteto’ y Porzingis porque también es capaz de espaciar la pista y tira tan bien como él. Si pone 10 kilos (ahora pesa 104), puede ser incluso mejor que Giannis”, destaca Conklin, mientras George tiene un punto de vista distinto.

Gobert, junto a un Wembanyama que jugará el Mundial este verano

Gobert, junto a Wembanyama 

Getty Images

“Él seguirá mejorando su físico y su eficiencia en el juego. Puede hacer como Kevin Durant, algunas veces tirará más de media distancia, otras de tres, otras posteará. Es difícil ajustarse porque cada partido es una historia pero él puede hacerlo y el tipo de jugador de jugador que sea dependerá del partido”, expone el técnico.

Lo mejor de Victor Wembanyama, es que todavía está por descubrir. La NBA anhela con ansia las travesuras de un niño superdotado en todo, un reclamo con su particular universo y excentricidades. Si James Naismith inventó el baloncesto, ‘Wemby’ está a punto de inventar un nuevo baloncesto.




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