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Así es un partido en la era coronavirus


Con todos los focos apuntando a la Bundesliga, el fútbol profesional de Estonia se ha puesto en marcha sin armar demasiado alboroto. Con discreción. Allí, en las filas del Paide, sigue un Mikel
Gurrutxaga que relata para MD cómo vivió el martes el antes, el durante y el después del primer partido tras el parón por el coronavirus en el que la victoria fue para el Tulevik (1-2).



“Todo fue muy raro”, admite sin discusión. Acostumbrado a una rutina prepartido determinada, las sensaciones empezaron a cambiar nada más llegar al modesto campo del Paide, un terreno de juego descubierto y con una única grada de poca altura. “Hasta llegar allí todo es igual, aunque en el autobús que nos trasladó desde Tallín solo pudimos sentarnos un jugador por cada línea de asientos”, explica.

Al bajarse del autocar, tocó medirse la temperatura, identificarse como jugador para no tener problemas con el personal de seguridad y marcharse a otro vestuario. “Nos dividieron en dos porque están muy cerca y había que mantener las distancias”, explica. Con eso, “pierdes la perspectiva porque lo ves medio vacío, con poca gente”. El calentamiento tampoco tuvo desperdicio. “No pudimos utilizar material del equipo, nada colectivo. Cada uno tuvo que llevarse su botella de agua y dejarla a una distancia de las otras, sin utillero”, detalla el defensa de Elgoibar.

Entras al campo y saludas, sin dar la mano y sin interacciones

Evidentemente, el protocolo para saltar al campo también estuvo alineado. “Entras al campo y saludas, sin dar la mano y sin interacciones”, revela Gurrutxaga. Tampoco se organizó el habitual corro en el que se escuchan las últimas arengas entre los jugadores.

Durante el partido, cualquier posible temor se evaporó. “Se te olvida todo. Tu cabeza está preparada para jugar yendo al choque y no pasa nada. El fútbol se juega como es o no se juega”, admite. Curiosamente, sin la adrenalina de por medio, las prevenciones afloran casi sin querer, sobre todo las relativas a la distancia.

Con todo, al Paide no le salió el mejor partido de la temporada. Ni mucho menos. Una derrota y una sensación de haber estado lejos del nivel habitual molesta todavía al central guipuzcoano. “Cuesta mantener esa concentración y la mentalidad durante el partido. Es todo tan frío y distante que no es fácil digerirlo”, trata de explicar.

Sin público y con el terreno de juego en un estado muy pobre, el conjunto de Gurrutxaga hincó la rodilla. “Los campos están desastrosos, muy mal. No se puede jugar y a nosotros, que nos gusta combinar con balón y controlar el partido, se nos pone todo cuesta arriba”, valora. Si a eso le sumamos una escasa preparación, de apenas semana y media, el resultado se asemeja a “un partido de pretemporada”.

El contrato con las televisiones

Los minutos posteriores a la derrota del Paide también se alejaron de la normalidad. “Sin querer fui a saludar a los árbitros y a los contrarios. No me evitaron pero se nota que no quieren contacto”, revela. En las duchas individuales, situadas en un club deportivo cercano al campo, también se notó la gelidez de esta primera jornada.

Hay ese miedo a lesionarse por no estar al 100% y en el fondo sabemos que todavía no era el momento de reanudar la liga

Al día siguiente de la vuelta a la competición oficial, Gurrutxaga continúa sin estar del todo convencido del paso que se ha dado. “Al final vas para jugar y para que el partido se pueda ver por televisión”, reflexiona. El poder de las operadoras también mueve el fútbol en Estonia y hay que evitar que se rompan los contratos estipulados. Lo que no tiene tanta trascendencia es la opinión de los protagonista. No como aquí, Alemania, Inglaterra, Italia o Francia. “Hay ese miedo a lesionarse por no estar al 100% y en el fondo sabemos que todavía no era el momento de reanudar la liga”, opina Gurrutxaga

Lo cierto es que la situación de la crisis sanitaria no se ha desbordado y en estos momentos apenas se reportan 10 positivos al día en el país báltico. Cinco días de empezar a entrenar, aproximadamente hace tres semanas, y por orden del Gobierno y la Federación, todos los clubs se sometieron a las pruebas para detectar el coronavirus. Todos dieron negativo. “Empezamos a entrenar hace 15 días, de manera más individual y el pasado lunes, hace 10, empezamos a tener contacto entre nosotros”, recuerda. Ahora, con el primer envite serio superado, solo queda mirar hacia delante. Con precaución.


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