Cristiano Ronaldo vuelve a ser noticia y, a diferencia de muchas otras veces en las que engrandeció su leyenda marcando goles, lo es por un desplante que dice muy poco a favor de su persona. El portugués no disputó ni un solo minuto de juego en el 2-0 que el Manchester United le endosó al Tottenham este miércoles, y cual niño pequeño incapaz de controlar una rabieta, se marchó al vestuario cuando el partido estaba todavía en juego.
Se trata de una falta de respeto hacia sus compañeros y hacia una afición que llevaba mucho tiempo sin disfrutar con los suyos como lo hizo este miércoles. No hay excusas que valgan. Por mucho que la asimilación de su nuevo rol no es sencilla, Cristiano Ronaldo no debería protagonizar actos como el de este miércoles. Se hace un flaco favor a sí mismo, porque no hace más que dejar a las claras que el desenfreno de su ego le lleva a perder la noción de que esto del fútbol es un juego colectivo.
Cristiano Ronaldo está acostumbrado a haber sido siempre la estrella y no lleva nada bien lo de pasar a ser actor secundario. Pero olvida que por el camino se ha encontrado con muchos futbolistas que, desde la sombra, le han ayudado a ser lo grande que ha sido. Que le pregunten a un tal Benzema, ganador del Balón de Oro el pasado lunes.
El que ha sido uno de los mejores futbolistas de la historia no debería comportarse así. Porque igual que importante fue caminar cosechando éxitos siendo protagonista, lo es mantener la elegancia cuando llegan los últimos pasos. Sea cual sea el rol que toca adoptar. La grandeza no trata solo de ganar. Así no, Cristiano.