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Así vivió Sainz su accidente a 250 km/h: “¡Oh, Dios mío!”

“Ha sido una sensación que no se la deseo a nadie”
, decía Carlos Sainz tras el accidente sufrido en la resalida del GP de la Toscana de F1 en la recta de Mugello. Vio acelerar a Giovinazzi y creyó,como pensaba el italiano y algunos de los pilotos que rodaban delante, que la carrera se había reanudado ya. Se puso a su rebufo acelerando a tope, a más de 250 km/h. Y de repente, frenazo. No podía hacer nada. Se iba a chocar contra un coche de forma frontal, un tipo de accidente que en esto de las carreras es sin duda el más peligroso posible.

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El cockpit, la cabina de los pilotos, pasa un intenso test de impactos antes de ser homologado. Se trata de una parte extremadamente dura, pensada y preparada para soportar accidentes a más de 300 km/h. Eso sí, estos impactos suelen ser contra los muros de protección, las barreras TECPRO, unos bloques de polietileno rellenos de una espuma de densidad modular diseñados para absorber la energía del impacto y minimizar así los daños en los coches y los pilotos. Entre las barreras y la dureza del cockpit, la F1 ha conseguido que accidentes que hace unas décadas podían resultar muy graves, terminen ahora con el piloto saliendo por su propio pie del coche sin sufrir lesiones.

Pero muy diferente es la situación en la que dos coches, es decir, dos cockpits extremadamente duros, se golpean entre sí. Más aún si uno de ellos está parado en medio de la pista o a muy baja velocidad y recibe un golpe seco de un bólido a más de 200 o 300 km/h. Ahí, el resultado puede ser trágico, como sucedió el año pasado en Spa 2019 en Fórmula 2, con el incidente que le causó la muerte a Anthoine Hubert (que recibió el impacto en parado) y una grave lesión en la pierna a Juan Manuel Correa (que impactó a mucha velocidad contra Hubert). De alguna manera, lo recordaba Sainz tras el incidente de este domingo, aunque sin querer nombrar a Anthoine. “Me ha recordado a una cosa que pasó el año pasado, que no quiero recordar ahora, cuando vas a 250 km/h y de repente te encuentras a coches parados en medio de la pista”, decía el piloto español. “Esa sensación no se la deseo a nadie”, continuaba.

Sus palabras cogen todavía más relevancia al ver su cámara ‘on board’, en la que se ve exactamente lo que explicaba Carlos, pilotando a rebufo de Giovinazzi, cuando sin margen para reaccionar, ya estaba encima del coche del italiano. “¡Oh, Dios mío! Ha sido muy peligroso”, exclamó en su coche, por suerte, sin lesiones y tan solo preocupándose por el golpe que recibió en la muñeca y mano al sufrir el impacto mientras agarraba el volante.

“Por suerte todos estamos bien”, decía el español. Esa fue la mejor noticia de un día que pudo terminar mucho peor. Un accidente que se pudo evitar si el ‘Safety Car’ hubiera apagado las luces antes de lo que lo hizo. Los comisarios ni siquiera lo comentaron en su veredicto final tras estudiar lo sucedido. Se limitaron a ponerle una advertencia a 12 pilotos, entre ellos a Carlos Sainz, entendiendo que estos pilotos usaron de forma anómala el acelerador y el freno en recta y que muchos de ellos, como reconoce Carlos, se pegaron demasiado al coche de delante para tratar de obtener un beneficio de la resalida. ¿Qué iban a hacer? Son pilotos, luchaban por posición y estaban en un momento muy tenso. Lo que debió hacer el ‘safety’ es dejar la carrera en un contexto más seguro para que los pilotos pudieran empezar a pelear con más garantías, pero eso ni se nombra en el veredicto de la FIA.


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