‘Ataque a los titanes’, 10 años engullendo humanos más allá de los muros

Los seres humanos han tenido tiempos mejores. Después de estar al borde de la extinción, ahora se refugian tras tres grandes muros para ponerse a salvo de los titanes, seres gigantescos de escasa inteligencia que se alimentan de ellos. Con este planteamiento empieza Ataque a los titanes, una de las producciones de animación japonesa más populares de la actualidad, disponible ahora en Prime Video. En 2021 se convirtió en la serie más vista del mundo en las plataformas televisivas, y la primera de lengua no inglesa en lograr ese hito, según los datos de la compañía de análisis de audiencia Parrot Analytics, por delante de El juego del calamar o The Witcher y tomando el testigo de The Walking Dead y Juego de tronos. El boca a boca, la exposición en redes y la seriedad y crudeza de su propuesta son factores que han contribuido al enorme éxito de la historia, que empezó a emitirse en 2013 y que está protagonizada por el joven héroe Eren Jaeger.

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La trama se vuelve más compleja a medida que avanzan los capítulos, y el espectador ya no solo quiere vencer a los titanes, también quiere saber por qué están ahí y de dónde salen. Las respuestas están dentro y fuera de los muros. Han pasado 100 años desde la última vez que los humanos sufrieron un ataque. La sociedad, una monarquía pseudomedieval dividida en clases sociales, se reparte entre los distintos muros dependiendo de los estratos sociales. Las clases más bajas están relegadas a vivir en la muralla exterior, el Muro María, mientras que la realeza y la cúpula religiosa se resguardan tras el Muro Sina, el más protegido. Jaeger ha crecido al borde del exterior junto a sus compañeros Mikasa y Armin, y su ansia por conocer lo que hay más allá le hará alistarse al Cuerpo de Exploración, el único que tiene permitido salir para intentar descubrir qué les rodea. La ficción, recomendada para un público mayor de 13 años, no pretende ser un relato amable ni agradable. Por momentos cruda y sangrienta, no escatima en plasmar el ambiente desesperanzador, de encierro y desasosiego en el que viven sometidos sus protagonistas.

La adaptación del manga original, publicado entre 2009 y 2021, es responsabilidad de Tetsurō Araki, también director de otro de los fenómenos mundiales del anime ―término con el que se conoce a las series de animación japonesas― de hace unos años, Death Note (2006). Su éxito no es solo de audiencia. Las dos series están entre las mejor puntuadas en el portal IMDB, referencia del mundo del cine, con un 9 de media y cerca de 300.000 valoraciones en ambos casos. De hecho, el capítulo 39 de Ataque a los titanes, tiene en IMDB la puntuación más alta lograda nunca por un episodio de una serie: 9,9 con unos 87.000 votos. Hasta la fecha, la ficción, que ha entrado en su recta final, ha emitido 80 capítulos, con un total aproximado de unas 27 horas de entramado.

El distrito de Trost, donde viven los protagonistas, es un pueblo situado a las afueras del muro Rose.

Death Note ya fue en su día un producto rompedor y abrió el camino para obras posteriores. Su argumento gira en torno a un cuaderno con el que se puede matar a una persona solo con escribir su nombre en él. Para Manu Guerrero, responsable del departamento de Vídeo en la distribuidora Selecta Visión, que lleva más de 30 años trabajando en la distribución de contenido con sello japonés, “Death Note rompe las barreras de lo que es el anime y acaba por llegar a un público mayoritario”. “El boca a boca es buenísimo, y no debería ser así, pero en su momento se expandió mucho de manera ilegal por internet. Sin embargo, la popularidad de la serie traspasó muchas barreras, en Cataluña hasta se emitía los domingos por la noche en TV3″, explica.

Después de este vinieron otros fenómenos, enumera Guerrero, como Tokyo Ghoul, One Punch Man o Haikyu!! Los ases del vóley, que ayudaron a que “la bola de nieve cada vez fuera más grande”. Pero al lado de los titanes son “tendencias más pasajeras”, explica. La popularidad de Ataque a los titanes se disparó desde el primer minuto en que se anunció que se iba a hacer una serie. “La adaptación lo bordó, plasmó muy bien el manga. Mucha gente incluso dejó de leerlo porque quería adelantar la historia por medio del anime… ¡El mundo al revés!”, dice entre risas mientras destaca en positivo el comportamiento de la comunidad de seguidores, que no se ha dedicado a destripar el final por las redes pese a que ya estaba escrito.

Una de las claves del éxito de esta serie ha sido el boca a boca. Andrés Torres, bombero forestal gallego de 26 años, decidió darle una oportunidad tras escuchas las recomendaciones de sus amigos, y pese a no ser un fan de este género.: “Un colega mío me había insistido muchísimo en que la viese, pero no le hice caso. Luego ya me insistió otro, luego otro también… y ya un domingo me la puse y al principio no me llamaba mucho, pero después del quinto capítulo me enganchó completamente”.

Un titán a punto de devorar un humano en un momento de la serie.

Alberto Viña, madrileño de 24 años, la empezó a mediados de enero para combatir el aburrimiento mientras estaba confinado por coronavirus. No es fan de la animación japonesa, pero en menos de un mes ha conseguido ponerse al día con la serie. “Me ha sorprendido para bien, tenía un prejuicio con que iba a ser más infantil”, relata Viña, “pensaba que iba a ser la típica de aventuras, pero no es una serie pensada para niños. Me ha enganchado la trama y las cosas que cuenta. Trata temas bastante maduros, aparte de la sangre y la muerte, que es un tema bastante explícito”. Torres también pensaba que se encontraría con un producto más infantil: “No me suele gustar el subgénero porque es muy sobreactuado y esas cosas no me molan. Pero esta la noté más para adultos. Hay personajes que están preparándose muy duro para derrotar a los titanes, y a la primera de turno se los cargan como moscas. Es bastante crudo, y es lo que más me gusta”.

Hay 100 kilómetros entre los muros María y Rose, 130 km entre Rose y Sina y 250 km entre Sina y la fortaleza central.Un fenómeno global

La demanda de animación japonesa ha crecido un 118% en los dos últimos años y ha pasado de suponer el 4,2% de todo el contenido global al 7,1%, según los datos de Parrot Analytics. Este subgénero de las series es, de hecho, el tercero más solicitado a nivel mundial en las plataformas, solo por detrás de los dramas policiales y las comedias. Guerrero considera que es una evolución natural: “Alguien que empezó a ver Ataque a los titanes con 14 años ahora tiene 24. Para él ver animación ya es algo normal. Estamos en un momento ahora en que este tipo de producciones ya son muy populares. Gente que tiene ahora 30 años, ha crecido rodeada de anime y ya supone una corriente mayoritaria. Yo no recuerdo nada igual, todo lo que no se valoraba hace unos años, hoy en día mola muchísimo. El mundo ha cambiado en este tema”.

Patricia Fernández, del equipo de Selecta Visión, cree que el estigma de género infantil, que sigue presente aunque cada vez es menor, tiene una explicación: “Antes había más prejuicios, porque normalmente se ve anime por primera vez de pequeño, programado en la parrilla infantil —como Pokémon, Doraemon e incluso Heidi— y ya se asocia con un público más para niños. Las plataformas han ayudado mucho a eliminar esa barrera al apostar por el anime en sus catálogos”.

Con Ataque a los titanes en sus episodios finales ¿qué serie de este género en auge puede tomar el relevo y convertirse en el nuevo superéxito de la animación japonesa? Guerrero apuesta por Guardianes de la noche, la historia de un cazador de diablos que intenta devolver a su hermana su condición humana. Pero hasta entonces quedan todavía algunos capítulos por emitir y muchos misterios que resolver, dentro y fuera de los muros.

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