Los problemas de los jóvenes tienen una gran causa y una gran consecuencia. La causa es el mercado laboral, un cráter de temporalidad, paro e ingresos bajos. La consecuencia se resume en una estadística: la mayoría de españoles todavía viven con sus padres camino de los treinta. Hablar de jóvenes es hablar de casas, del anhelo por comprar, del alquiler y del esfuerzo (en euros) para pagarlo.
1. Los jóvenes españoles viven con sus padres más que en casi toda Europa. La edad media para irse de casa roza los 30 años, tres años después que el europeo medio. Según datos de Eurostat, en España el 64% de las personas de 25 a 29 viven con sus padres, una cifra que solo superan Italia, Grecia y algún país balcánico. Son el doble o el triple que en Francia (17%), Reino Unido (25%) o Alemania (30%), y un contraste absoluto con los nórdicos (5% o 6%).
Los jóvenes que no se han independizado aumentaron con la crisis, entre 2012 y 2019. Con la pandemia seguramente volveran a subir, como sugieren los datos del Observatorio de Emancipación. Que ese momento se retrase puede tener múltiples motivos, pero uno evidente es el dinero. Lo dicen los propios interesados: el 75% de los jóvenes explica que no se marcha de casa por falta de estabilidad económica, según la encuesta de Injuve de 2019. Para quienes lo hacen, significa a menudo vivir con ingresos justos: el 34% de los independizados de 25 a 29 años está en riesgo de pobreza o exclusión, más que en ningún país de la UE, según Eurostat.
2. Los jóvenes viven cada vez más de alquiler. Otro cambio de las últimas décadas es el avance del alquiler sobre la compra. Si en 2006 o 2007 nos fijábamos en los hogares jóvenes —los que tienen como principal sustentador a alguien de menos de 30 años—, veíamos que había el doble con casas de su propiedad que de alquiler. Pero esa relación se ha invertido: ahora el 50% vive de alquiler y solo el 25% es propietario.
A esta transformación se suma otra tendencia significativa: se ha doblado el porcentaje de hogares jóvenes que tienen una casa cedida o pagan un alquiler reducido, quizás simbólico. Esos hogares eran el 10-15% en 2006 y ahora son el 26% del total. Es decir, que uno de cada cuatro hogares jóvenes vive de un favor.
Hay 600.000 hogares con un sustentador principal de 30 años, que representan apenas el 3,5% del total, prácticamente la mitad que hace 15 años. También hay menos hogares de 30 a 44 años (26%), mientras que subieron los mayores: aquellos donde la persona de referencia tiene entre 44 y 65 años son el 41% y los que se sostienen en alguien con edad de jubilarse, son ya el 29% de todos los hogares.
La subida del alquier se observa también para los hogares de 30 a 44 años, aunque en ese grupo tener una casa en propiedad es ya la opción mayoritaria (60%). Ese ha sido el patrón en España. Nuestro país sigue destacando porque hay más familias con casa en propiedad que en la media UE (un 76% por un 70%, según Eurostat).
3. Pagar el alquiler es un esfuerzo para la mitad de los hogares jóvenes. En España mucha gente vive de alquiler porque no puede comprar, aunque querría, y tiene que estirar su presupuesto familiar para pagar la renta cada mes. Ese esfuerzo es de los más altos de Europa.
A modo de ejemplo, podemos fijarnos en los datos de parejas con un hijo que viven alquiladas: en España dedican, de media, casi el 30% de su renta a pagar el alquiler —demasiado—, más que ningún país de la Unión Europea. Algo similar ocurre con hogares en los que solo vive una pareja o un adulto con un niño, el dato de España es el peor de toda la Unión.
Normalmente se desaconseja dedicar más de un 30% de tu renta familiar al pago de la vivienda. Pero en España la mayoría de la gente que vive de alquiler supera esa cifra. Tomando los microdatos de la Encuesta de Condiciones de Vida, hemos calculado que el 46% de los hogares que viven de alquiler (a precio de mercado) tiene que dedicar al pago mensual de la renta una cantidad superior a ese 30%. Están en lo que podemos llamar, situación de sobresfuerzo. En el caso de los jóvenes, ese porcentaje se eleva al 51%.
El esfuerzo es especialmente intenso en las grandes ciudades. En Madrid, el 58% de todos los hogares de alquiler dedica más del 30%, por ejemplo; en Cataluña lo hacen el 49% y en Baleares el 47%.
Y hay diferencias sobre todo por tipo de hogar. El 69% de las madres o padres solteros están en situación de sobreesfuerzo, igual que el 75% de las mujeres que viven solas y la mitad de las familias numerosas.
4. El precio de irse de casa: 1.600 euros el metro cuadrado. La dificultad para emanciparse tiene una explicación sencilla: los jóvenes tienen ingresos bajos y las casas son caras. Desde la gran crisis, el valor de tasación del metro cuadrado ha seguido la evolución del desempleo. Los precios dejaron de crecer cuando el paro empezó su escalada, allá por 2007. En su pico superaron los 4.000 euros de media en Madrid y Barcelona, para bajar hasta los 2.500 en 2015. Por entonces la economía mejoraba, había más trabajo y los precios volvieron a subir hasta rondar ahora los 3.200 euros por metro en esas ciudades, un 30% más que en su suelo.
Las provincias más caras son Guipuzkoa, Madrid, Barcelona, Bizkaia y Baleares, donde el metro cuadrado se tasa un 40% más caro que la media nacional. Con los alquileres ocurre lo mismo. Alquilar una casa de 75 metros costaría unos 875 euros al precio mediano de la provincia de Madrid y unos 750 en Barcelona, pero solo 315 en Lugo o Castellón.
Las grandes ciudades son especialmente inaccesibles. Como puede verse en este otro mapa, el piso típico en Madrid o Barcelona se acerca a los 850 euros de renta mensual, mientras que en Málaga ronda los 620 euros; en Valencia, los 520 euros; y en Murcia, los 460 euros. Además, las diferencias se acentúan si miramos barrios o ciertos municipios. En Madrid y Barcelona llegan a ser enormes: en ambas hay cientos de vecindarios donde el alquiler más habitual de un piso no llega a 700 euros, pero también hay una docena donde supera los 2.000 euros.
Por último, el buscador permite consultar los datos de cientos de localidades. Hay municipios alrededor de Barcelona, cerca de Madrid o en Baleares donde el precio del metro cuadrado supera los 3.000 euros de valor de tasación y donde los alquileres más altos (el 25% más caro) pasan de 15 euros el metro cuadrado. En cambio, en lugares de la España interior, como en Villarrobledo (Albacete) o Puertollano (Ciudad Real) el metro tasado apenas supera los 600 euros.
Capítulo 4. Vivienda
Reportaje | La habitación de Alexandra no es su hogar
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Opinión | Buscar (y encontrar) piso: una odisea, por @Elzulista
Tribuna | ¿Qué pensaban los jóvenes de 1929?, por Juan Francisco Fuentes
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