No son libros que los lectores necesariamente disfrutarán leyendo. Tampoco son autores favoritos de los críticos, ni títulos celebrados, ni mensajes valiosos o que capturen el momento. Los 10 mejores libros del año de The New York Times, en palabras de la responsable del suplemento de libros del diario, Pamela Paul, son “libros llamados a permanecer, aquellos que dentro de muchos años recuperarás y leerás”.
Paul advierte contra contemplar la lista como un conjunto orgánico o necesariamente equilibrado. Salvo por el hecho de que cinco son de ficción y cinco de no ficción, la lista es estrictamente el resultado de un proceso con múltiples aportaciones, que empieza en enero, y cada libro está ahí por sus propios méritos, sin atención a cuotas o equilibrios. Así, por ejemplo, en la de este año, publicada el pasado 21 de noviembre, no hay ningún libro traducido, ni poesía, ni novela gráfica, ni historia en el sentido tradicional. Cuatro han sido escritos por mujeres y seis por hombres, proporción inversa a la que se da en las listas de los dos años anteriores.
Varios de los títulos se repiten en otras listas importantes, como las confeccionadas por The Washington Post (consensuada por los críticos de la sección Book World), la revista Time (solo de ficción y firmada por la editora de libros), The New Yorker (firmada por su crítica literaria Katy Waldman), la radio pública NPR (elaborada por Maureen Corrigan, su crítica de cabecera) o el nativo digital BuzzFeed. Abundan los autores jóvenes, que indagan en las raíces de ciertos desafíos contemporáneos.
Es el caso de The Topeka school (destacada por el Times, el Post, Time y BuzzFeed), la tercera novela de Ben Lerner, de 40 años, que debutó en 2011 en el género (tras varios libros de poesía) con la también celebrada Saliendo de la estación de Atocha, de tintes autobiográficos, sobre las muy guiris andanzas de un joven poeta becado en Madrid. En The Topeka school regresa el mismo protagonista, Adam Gordon, esta vez principalmente en tercera persona, como alumno de un instituto de Topeka, la ciudad natal del propio autor, en Kansas. En un instituto cualquiera en los años noventa, Lerner encuentra un embrión aleatorio de una tóxica crisis moral nacional.
Otra tercera novela, la ambiciosa, minuciosa, tierna y extremadamente original Desierto sonoro, de la mexicana Valeria Luiselli, de 36 años, introduce la tragedia de los niños que recorren México para llegar Estados Unidos en al menos dos de las grandes listas (la del Times y la de Time). En paralelo, la joven autora habla de la crisis de una pareja y de la relación entre padres e hijos.
Igual que en la novela de Luiselli, la vida del autor se adentra en las páginas de On Earth We’re Briefly Gorgeous (Post, Time, BuzzFeed, The New Yorker y NPR), la primera novela del poeta Ocean Vuong (Saigón, 31 años), estructurada como una carta del protagonista a su madre, hija de un soldado estadounidense en la guerra de Vietnam. En su evocadora prosa penetra la crisis de los opiáceos que asola Estados Unidos, y la vivencia del peso de la inmigración con un trauma heredado.
El jamaicano Marlon James, ganador en 2015 del Booker Prize con la apabullante Breve historia de siete asesinatos, regresa a las listas (Post, Time, NPR, BuzzFeed) con la no menos compleja Leopardo negro, lobo rojo. Se trata de la primera entrega de una especie de violenta saga tipo El señor de los anillos, inspirada en la mitología africana.
Entre los libros de no ficción, acaso el que más unanimidad concita es Say nothing, del periodista Patrick Radden Keefe, de 43 años, sobre los troubles de Irlanda del Norte, que entra en las listas del Times, del Post, de Time, de NPR y de BuzzFeed. Se trata de una investigación panorámica sobre la desaparición en Belfast en 1972 de una mujer, Jean McConville, viuda y madre de 10 hijos. Construido con entrevistas a personas de ambos bandos del conflicto, es un relato meticuloso entre la narrativa histórica y el true crime.
También en no ficción destaca The Yellow House, el debut que valió a Sarah M. Broom, de 39 años, el National Book Award y que entra en las listas del Times, el Post y NPR. A través de una suerte de memorias familiares, cuenta la historia de una casa en el sector oriental de Nueva Orleáns, una parte de la ciudad no frecuentada por turistas, desde los años sesenta hasta la devastación del huracán Katrina. De la destrucción emerge un símbolo de muchos de los problemas a los que se enfrenta hoy el país, desde el racismo hasta la avaricia corporativa, pasando por las desigualdades y el desplazamiento.
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