Bajo mínimos


La moción de censura de Vox está siendo la de la hipérbole. Una catarata de insultos, ataques, exageraciones y acusaciones no demostradas contra el Gobierno de coalición del PSOE y Unidas Podemos. El líder de Vox, Santiago Abascal, y su telonero y portavoz, Ignacio Garriga, han focalizado sus arremetidas personalmente en Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. A ambos les acusan tanto de las muertes de 60.000 españoles –por la mala gestión de la pandemia del coronavirus–, como de los supuestos intentos de “destruir España, el Estado de derecho y la monarquía constitucional”. El candidato y su portavoz buscan el respaldo de PP y Ciudadanos en la votación de este jueves al tiempo que los acusan de “inacción” y de ser “responsables de las fechorías” del Ejecutivo. No obstante, los oradores de Vox han evitado hacer sangre contra ambas formaciones, puesto que las pretende como socios. Por parte del Gobierno le dio la réplica a Vox el presidente Sánchez, que concluyó que la moción no había sido constructiva, que no pretendía recabar la confianza de la Cámara y solo servía para desplegar “propaganda y sembrar la discordia y el odio entre españoles”.

Ignacio Garriga, diputado de Vox por Barcelona, durante la presentación de la moción de censura de su partido al Gobierno de coalición. En vídeo, sus declaraciones. EUROPA PRESS

Los discursos de Abascal y Garriga, cabeza de lista a las elecciones catalanas del próximo 14 de febrero, han seguido un patrón simple, pero contundente: una cascada de ataques, cada cual de mayor calibre, contra el Ejecutivo de coalición de Sánchez e Iglesias. Abascal lo ha resumido en dos palabras: “Gobierno mafioso”.

Los dirigentes del partido ultra han repetido, cada uno en su discurso, el mismo argumentario sin ningún comedimiento. Han etiquetado al Gobierno de coalición “socialcomunista” de Frente Popular “criminal”, “ilegítimo”, “totalitario”, “inconstitucional”, “mentiroso sin escrúpulos”, “socio de golpistas y filoterroristas”, “miserable”, “negligente”, “inmoral” y por supuesto “derrochador”. Todo para concluir, en opinión de ambos políticos, que este Ejecutivo del PSOE y Unidas Podemos es “el peor en 80 años”, incluyen ahí los Gabinetes de la dictadura de Francisco Franco, con el objetivo, según los miembros de la formación de extrema derecha, de “destruir España, el Estado de derecho y la monarquía constitucional”.

La gestión del Gobierno, que consideran “fraudulenta” –especialmente tras la aparición de la pandemia del coronavirus–, les ha servido de argumento, con duros epítetos, para justificar la moción de censura, la quinta de esta etapa democrática de España. Abascal y Garriga se han referido en ese apartado constantemente al “virus chino” para advertir de que “China tiene que pagar” por haber propagado o no haber frenado la expansión de la covid-19 y para subrayar que el Gobierno español debe ser “responsable” con su caída del poder de la mala gestión efectuada.

El candidato Abascal ha indicado que el Gobierno actual ya nació de las “mentiras” del presidente Pedro Sánchez cuando prometió antes de las elecciones de noviembre pasado que no pactaría con Unidas Podemos ni permitiría alianzas con formaciones tanto independentistas como las que denomina “filoterroristas”, es decir Bildu. El líder de Vox entiende que el Parlamento actual está por tanto deslegitimado, superado por las circunstancias excepcionales sufridas en estos meses de la pandemia y que es necesaria alguna votación que retrate el nuevo escenario. Por eso, y aunque la moción de censura fracase en votos, como se constatará más que probablemente el jueves al final de los debates, Abascal piensa que la iniciativa ya está justificada para revelar qué hacen todos los diputados, incluidos los del PP y Ciudadanos, a los que denunció por “inacción”.

En esa línea, y antes de terminar tras tres largas horas de discurso con ideas muy repetidas, Abascal sí lanzó una oferta de colaboración para su moción a muchos de los diputados presentes en el hemiciclo (con un aforo presencial solo del 50% precisamente por la covid-19), pero específicamente a los parlamentarios del PP y del PSOE. Al PP, Abascal le avisó de que “cada día que pasa” la distancia que les separa “es aún mayor”, a pesar de que le han facilitado con su apoyo el Gobierno de cuatro autonomías y varias ciudades. Y, a cambio, este miércoles le pidió sus votos “porque está en sus manos construir una alternativa a este desastre”. A los escaños del PSOE les repitió lo mismo, pero apelando a los “antiguos dirigentes” de los que dijo tener certeza que hacen el mismo diagnóstico que él.

Abascal ha prometido en su discurso que si la moción prospera, una hipótesis que nadie contempla, tampoco en Vox, formará un Gobierno “reducidísimo” de “emergencia nacional” pero para convocar elecciones “libres” de forma inmediata, incluso antes de que acabe este año 2020, que definió como “triste” y “terrorífico”.

En su afán por buscar enemigos, en España y fuera, Abascal no solo ha recogido los ataques a China y su virus de su escudero, sino que los ha extendido a otras latitudes, como la Unión Europea, que ha catalogado de “maquinaria despótica y de oligarcas” y, por supuesto, a las naciones latinoamericanas con Gobiernos de izquierda radical. Y en ese capítulo arremetió contra Venezuela, Bolivia y Argentina.

En su estrategia de tierra quemada, el líder de Vox ha enfilado no solo a los partidos en el Gobierno, a los socios independentistas a los que avisó de que si gobernase propondría su ilegalización, a las formaciones de centroderecha por mirar para otro lado y razonar que la moción es inútil, sino que ha apuntado también contra la banca, las grandes empresas, el magnate George Soros y las multinacionales “que están haciendo negocio con la ruina de España”.

Abascal fue deslizando durante toda su intervención varias referencias a su adhesión total y sin fisuras, ni críticas, no solo a la Monarquía sino especialmente al rey Felipe VI para contraponerlas a los cuestionamientos a la figura de la jefatura del Estado que achacó al Gobierno. Hasta el punto de que acabó con un enfático: “¡Viva España y viva el Rey!”. Los diputados de Vox le regalaron otro aplauso incondicional. En las demás bancadas se expandió un significativo silencio.


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