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Barcelona – PSG, una década de tensiones

Messi festeja la victoria frente al PSG en los cuartos de final de la Champions 2017.SANTI GARCÉS / FC Barcelona

Aunque depende de Leo Messi desenmarañar su futuro, si seguirá de azulgrana o se irá con la carta de libertad bajo el brazo en unos meses, solo unos pocos pueden llamar a su puerta, acaso los de chequera elástica. Pero ninguno como el PSG, destino que le encaja por la superioridad del equipo en una competición desigual ahora que está acabando su carrera, club que desde hace una década se las tiene de todos los colores con el Barça, rivales ahora en los octavos europeos de este martes. Y la tensión crece. “Hay muchas posibilidades de que Messi venga al PSG”, deslizó la semana pasada Di María al tiempo que Koeman explotó: “Me parece una falta de respeto, sobre todo por no calentar más el partido de Champions”. Mauricio Pochettino replicó desde el otro banquillo: “Un compañero de selección dijo que le gustaría jugar junto a él. Desde París no hemos faltado el respeto a nadie y muchos jugadores del Barça expresaron su deseo de que volviese Neymar y aquí nunca se quejaron”. Otro de los muchos rifirrafes entre ambas entidades.

Cuando 2010 bajaba el telón, el Barça selló un acuerdo de patrocinio con Qatar Foundation y el estado de Catar, todo a través de Oryx Qatar Sports Investments, propiedad del emir del país Hamad Al Zani y empresa gestionada por Nasser Al-Khelaifi, presidente del PSG. Un acuerdo de lo más lucrativo —el club azulgrana percibió 171 millones— que el Barça aprovechó para reforzar sus filas y enfocó al PSG. Todo comenzó en 2013, cuando el club azulgrana tentó a Thiago Silva, que se desmarcó pidiendo el sueldo de Messi pero acabó aceptando la oferta de renovación parisina. Pero el Barça, con serios problemas en la defensa tras el adiós de Puyol, volvió a la carga en el verano siguiente con Marquinhos, que dio su aprobación para nada, porque Al-Khelaifi le plasmó una mejora de contrato que con el tiempo le ha valido para asentarse en la zaga del PSG.

“Es muy difícil negociar con quien tiene dinero porque saben que están en una posición de fuerza”, cuenta un exempleado del club que trató con el PSG; “no se sientan a negociar”. Aunque por entonces se contentaban con las negativas de Sergi Roberto y, sobre todo, de Busquets a hacer el camino inverso al preferir el escudo azulgrana antes que el petróleo catarí. Pero el enfado del PSG iba en aumento y eclosionó en 2017, cuando el Barça trató de birlarle al medio Verratti en una estrategia patosa, pues el jugador posó en Ibiza para deslizar las negociaciones y el presidente parisino le exigió grabar un vídeo en el que pidiera perdón y se reafirmara en su voluntad de jugar en París, también envuelto en un manto de billetes.

Neymar, al contado

Desactivada la marcha del italiano, el PSG cargó de inmediato y con todo por Neymar, seducido por capitalizar un proyecto acaudalado antes que seguir bajo la sombra de Messi. Decisión que tomó, precisamente, tras el memorable encuentro del Camp Nou de octavos de la Champions de 2017 frente al PSG, cuando el Barça remontó un 4-0 en contra con un sonoro 6-1. En ese envite, nadie desequilibró como Neymar, el mejor a todas luces. Pero el mérito y sobre todo las portadas se las llevó Messi al encaramarse a la valla publicitaria del estadio con los brazos abiertos bajo un manto de adoración culer. Unos meses y 222 millones después (que era la cláusula de rescisión del brasileño), Neymar emigraba hacia la Torre Eiffel.

Desde entonces, PSG y Barça no se han vuelto a ver las caras, aunque el saldo histórico sale a favor azulgrana; se han medido en cinco eliminatorias y el PSG solo ganó la primera, entonces en los cuartos de la Copa de Europa del curso 95-95. Desde que creciera la tensión, sin embargo, el Barça venció en cuartos de la Champions 2013 y 2015, también en esos octavos de 2017.

Quizá por eso fastidió tanto al PSG que Adrien Rabiot aceptara jugar de azulgrana en el verano de 2018, operación que se prolongó en el tiempo pero que acabó por desactivar el jeque. Pero eran momentos cortantes, pues el expresidente Josep Maria Bartomeu celebró la investigación de la UEFA al club parisino acerca del Fair-Play financiero al tiempo que Al-Khelaifi le prohibía al responsable de estadística de los partidos del club participar en un congreso tecnológico que se celebraba en el Camp Nou. Y así ha seguido la relación en estos cursos, tentado De Jong antes por el PSG que por el Barça, negado Di María hasta en el último día de traspasos, negociaciones infructuosas por falta de entendimiento y voluntad para el regreso de Neymar… Hasta que en este verano el Barça decidió traspasar a Rafinha a coste cero al jugador —tres millones en variables y el 35% de una futura venta—, más como favor al futbolista que al club.

Ahora, sin Neymar por lesión pero con Messi revitalizado y con una sonrisa en el césped porque le gusta el vestuario azulgrana aunque no la falta de competitividad en los momentos clave, el Barça y el PSG vuelven a verse las caras. Hay muchas cuentas pendientes en una década de litigios. Y todo está por decidir. Incluso el futuro de Leo.


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