Les prometía la gloría, en convertirlos en futbolistas profesionales, pero en realidad terminó por abrirles las puertas del infierno. Barry Bennell, exentrenador y exojeador inglés, era un lobo escondido detrás de una portería que utilizaba los sueños futbolísticos de los niños para abusar sexualmente de ellos, algunos de ellos hasta en más de 100 ocasiones. En la actualidad, se enfrenta a su cuarta sentencia de prisión por abuso sexual y violación.
Todo se destapó en 2016, cuando Andy Woodward abrió la caja de Pandora de la pedofilia en el fútbol inglés. El testimonio del exjugador, al que se le fueron sumando los de Chris Unsworth, Jason Dunford, Paul Stewart, Steve Walters y David White, entre otros, estremeció al Planeta Fútbol y a la sociedad en general al revelar que sufrieron los abusos por parte de Bennell, exentrenador del Crewe Alexandra, conjunto de la League Two.
El testimonio de Andy Woodward destapó la pedofilia en el futbol inglés
Andy, ya con 43 años, decidió explicar su calvario en The Guardian y poner fin a más de tres décadas de silencio.
A los 11 años el joven amaba jugar al fútbol y sus padres decidieron ayudarle en todo lo posible para ayudarle a cumplir el sueño de convertirse en jugador profesional. Fue entonces cuando el destino les cruzó con Barry Bennell, quien tenía buena fama como entrenador infantil y ojeador de nuevos talentos para clubes importantes, entre ellos el Manchester City. El hombre les dio esperanzas y la familia, que era de otra ciudad, aceptó que Andy viviera un tiempo en casa del entrenador donde también había otros niños.
Allí empezaría el calvario de Andy, dado que Bennell empezó a a abusar de él al tiempo que lo aterrorizaba para mantenerlo callado chantajeándolo al decirle que si hablaba dejaría de contar para el equipo.
“Quería desesperadamente ser un jugador de futbol. Sin embargo, tanto dolor y odio me terminaron alejando de un deporte que amaba y que me quitó mi vida como niño. Vivía entrenando, cuando en realidad lo que quería era echarme a llorar”, relató Woodward.
Con 14 años, Andy había perdido su brillo y se convirtió en un joven introvertido. Como si su tormento resultara poco, Barry empezó a cortejar a su hermana de 16 años y finalmente se convirtió en su novio. Sus visitas a la familia muchas veces terminaban con el abuso del niño bajo su propio techo. “Iba a casa los domingos. Lo veía reírse junto a papá y mamá mientras yo sufría en silencio”, recordaría Andy años después.
Andy vio como su agresor se convertía en su cuñado al casarse con su hermana
Más tarde, en 1991, Bennell se convirtió en el cuñado de Andy al casarse con su hermana. Tuvo que presenciar la boda religiosa y participar del festejo “cuando en realidad lo que quería era cortarle el cuello allí mismo”, explicó.
El testimonio de Woodward hizo despertar a la Policía, que empezó a investigar, topándose con un iceberg de dimensiones colosales. De acuerdo con cifras policiales, citadas entonces por la BBC, se ficharon a 157 sospechosos potenciales y 148 clubes fueron investigados en un universo que comprendía por lo menos a 429 víctimas entre 4 y 20 años.
La justicia para Andy llegó en febrero de 2018, cuando Barry Bennell, que se cambió el nombre por el de Richard Jones, fue condenado a 31 años de prisión por medio centenar de cargos de abusos sexuales a menores. El Tribunal de la Corona de Liverpool le sentenció por abusar sexualmente de 12 niños de entre 8 y 15 años de edad entre 1979 y 1991.
Reincidente y con un “apetito insaciable”
El Tribunal no dudó de calificar a Bennell como un “diablo encarnado” que robaba la infancia de los chicos. De hecho, esa no fue la primera vez que el extécnico inglés había sido declarado culpable por abuso a menores.
En 1994 en Florida, fue condenado a cuatro años de prisión por abusar sexualmente de un niño de 13 años que participaba en su campus veraniego. Allí se le describió como un hombre con un “apetito insaciable” por los menores de edad. El caso destapado en Estados Unidos llevó la investigación hasta Inglaterra y en 1998 fue declarado culpable de 23 cargos de abusos a niños de entre 9 y 15 años y condenado a nueve años de prisión.
En 2015 Bennell también fue condenado por abusar de un niño de 12 años en un campamento de fútbol en la localidad de Macclesfield, al norte de Inglaterra, por lo que le cayeron otros dos años más de prisión.
El City, implicado
Los documentos policiales de la investigación cuestionaron el papel que tuvo el Manchester City en toda esta trama. Al parecer, tal y como insinuó uno de los detectives, el club inglés habría encubierto el escándalo para evitar la atención mediática y la mala imagen.
Varios testimonios aseguran que en el club se intuían las acciones de Bennell, pero el miedo al escarnio público y a perder a un buen profesional -era un gran reclutador de promesas, sino el mejor- terminó por atenazar al cuadro ‘citizen’.
En el momento que se aireó todo, el City abrió una investigación para esclarecer lo sucedido, al tiempo que condenó la conducta de Bennell.
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