La confesión revelada hace algunas semanas por
Berizzo
, actual seleccionador de Paraguay, incide en su experiencia profesional en el Athletic. “Es un club maravilloso con gente que lo hace aún más maravilloso. A pesar de los malos resultados no escuché nunca un insulto. El ‘gordo’
Bonini
me había dicho una vez: ‘A mis amigos les deseo el Athletic de Bilbao’. Y yo me sumo a esta frase”.
Joaquín
Caparrós
, otro ex inquilino del banquillo de San
Mamés, también ha tenido palabras de elogio para la entidad de Ibaigane esta misma semana. “La única verdad de la cantera es el Athletic. Un chico entra en Lezama con 12 o 13 años y sabe que si tiene una progresión adecuada, dentro de unos años va a jugar en el primer equipo”, remarcó el utrerano.
En estos tiempos de zozobra anímica y preocupación por la preocupante coyuntura surgida tras la abrupta irrupción del coronavirus; el confinamiento en casa permite reflexionar, entre otras cosas, sobre distintas cuestiones en clave rojiblanca. A medida que avanzan los años, uno tiene la sensación de que al
Athletic se le valora más fuera que dentro de casa.
No es nada bueno para el club rojiblanco el periodo electoral que se abre cada cuatro años de cara a elegir a la persona que ocupará el sillón de Ibaigane. Todos presumen de ser rojiblancos de pro, pero las heridas que suele provocar esta cruenta batalla a las urnas tardan mucho tiempo en cicatrizar y, en algunos casos, duran abiertas toda la vida.
Toda esta crisis generada por la pandemia de este maldito virus permite constatar que hay muchos modelos de club similares y solo uno es distinto al resto. El día que este factor diferencial se ponga en valor dentro de la propia familia del Athletic, otro gallo cantará dentro e incluso fuera de Bizkaia.
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