La necesidad de encontrar una solución al problema del techo de la deuda estadounidense apremia. Tanto, que el presidente Joe Biden ha optado por acortar la gira de una semana que tenía prevista por Asia Pacífico, según ha confirmado este martes la Casa Blanca de manera oficial. Llegará, como estaba previsto, el jueves a Japón para participar en la cumbre del G7 en Hiroshima este fin de semana, donde la guerra en Ucrania tendrá un papel destacado. Pero ha cancelado las etapas que tenía previstas inmediatamente después, a Australia y una histórica visita a Papúa Nueva Guinea, para regresar a Washington y continuar las negociaciones económicas.
Biden viajará de regreso el domingo tras la clausura de la cumbre “para reuniones con los líderes del Congreso que garanticen que el Congreso toma medidas dentro del plazo para evitar impagos”, ha indicado la portavoz presidencial, Karine Jean-Pierre, en un comunicado.
El anuncio confirma lo que se venía rumoreando desde hacía días y pone de relieve la urgencia de evitar una quiebra técnica de consecuencias potencialmente catastróficas para la economía de Estados Unidos y de todo el mundo. Los economistas advierten de pérdidas de puestas de trabajo y del fantasma de una recesión en el país si no se encuentra una solución.
La Administración ya llegó al límite de gasto que tiene autorizado por el Congreso, 31,4 billones de dólares, en enero y desde entonces funciona con medidas extraordinarias. La secretaria del Tesoro, Janet Yellen, advierte que el Gobierno podría quedarse sin dinero para hacer frente a sus pagos el día 1 de junio. En una comparecencia pública este martes, indicaba que la falta de un acuerdo ya comienza a notarse en los mercados financieros.
La declaración de Jean-Pierre se ha publicado inmediatamente después de una nueva reunión de Biden con los dirigentes del Congreso: el líder del Senado, el demócrata Michael Schumer; el jefe de la minoría republicana en ese foro, Mitch McConnell; el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Kevin McCarthy, y el cabeza de los congresistas demócratas, Hakeem Jeffries.
Era la segunda en una semana y no ha habido fumata blanca, ni se la esperaba. Demócratas y republicanos mantienen posiciones aún muy distantes, según insisten ambos partidos. Pero comienzan a entreverse rendijas en las posturas de unos y otros por las que podría llegarse a un pacto que permita evitar el desastre. Biden ha venido insistiendo en que “podremos lograrlo”. En una comparecencia ante la prensa tras el encuentro, McCarthy apuntaba que “es posible llegar a un acuerdo para el fin de semana”.
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Una de las novedades, según McCarthy, es que Biden ha “cambiado el alcance” de quiénes intervienen en las negociaciones de los respectivos equipos para tratar de llegar a un acuerdo, que habían avanzado con gran lentitud en la última semana. Ambas partes contarán con negociadores específicos para continuar las conversaciones. “La estructura de cómo negociamos ha mejorado”, según el presidente de la Cámara de Representantes.
Los republicanos reclaman drásticos recortes en el gasto público, entre ellos en apartados de asistencia social, para dar el visto bueno a una suspensión del límite de la deuda o su ampliación. La Casa Blanca exigía una aprobación sin ningún tipo de condiciones, aunque ha flexibilizado un tanto su postura. Los demócratas ahora apuntan que será necesaria legislación con el respaldo de ambos partidos para evitar los impagos, y el propio Schumer ha expresado su compromiso y el de Jeffries para conseguir ese tipo de medida.
La cancelación de la segunda parte del viaje presidencial a Asia- Pacífico es algo que algunos republicanos habían venido reclamando ante el escaso margen de tiempo que queda para la negociación. “Una vez que se alcance un acuerdo todavía quedará mucho trabajo por hacer”, advertía este martes el senador John Cornyn, republicano de Texas.
Pero la renuncia a las etapas de Australia y Papúa Nueva Guinea representa un golpe para la estrategia geopolítica de la Administración Biden, que ha hecho una prioridad del desarrollo de una tupida red de alianzas en la región para responder al auge de China. En Sídney, el inquilino de la Casa Blanca iba a participar en una cumbre del Quad, el grupo informal constituido por EE UU, Japón, Australia e India. En Port Moresby iba a reunirse con los líderes de las naciones isleñas del Pacífico, un grupo de países de gran valor estratégico con el que Washington ha intensificado sus lazos de modo exponencial en el último año. También planeaba firmar un acuerdo de cooperación en materia de Defensa con el Gobierno de Papúa Nueva Guinea, en lo que hubiera sido la primera visita de un presidente estadounidense a ese país oceánico en la Historia.
“Revitalizar y reforzar nuestras alianzas y hacer progresar asociaciones como el Quad siguen siendo una prioridad clave para el presidente”, asegura Jean-Pierre, que promete que su Gobierno encontrará “otras vías” para impulsar sus lazos con Australia, Papúa Nueva Guinea y las islas del Pacífico a lo largo del próximo año.
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