El presidente Joe Biden se dispone a atravesar el puente Edmund Pettus en Selma, junto con líderes y activistas locales.Patrick Semansky (AP)
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha conmemorado este domingo en Selma (Alabama) el 58º aniversario del Domingo Sangriento, cuando policías a caballo golpearon a centenares de manifestantes pacíficos que protestaban contra la discriminación racial. La de hoy no era una fecha redonda, una efeméride de relumbrón como la de 2015, cuando Barack Obama presidió los actos, pero el discurso del presidente demócrata al pie del puente Edmund Pettus -en cuyo cruce se desató la represión- tuvo un claro aroma preelectoral, aunque centrado en la defensa de los derechos del voto y su compromiso personal con los votantes negros, que le ayudaron a llegar a la Casa Blanca y siguen siendo una base electoral clave para su hipotética reelección en 2024.
Aunque el veterano demócrata no ha hecho pública aún su candidatura, el contenido de su discurso de este domingo permitía inferirlo, por la reivindicación de las medidas adoptadas durante estos dos años de mandato: la lucha de su Administración por proporcionar agua potable limpia a las comunidades más desfavorecidas, o su apuesta por ampliar la conexión de Internet de alta velocidad “para que los padres no se vean obligados a llevar a sus hijos a un McDonald’s para que puedan conectarse y hacer sus deberes”. También la provisión de cuidados infantiles asequibles, de guarderías al alcance de todos, o la necesaria condonación de la deuda de los estudiantes universitarios, pendiente de una decisión del Tribunal Supremo.
Biden defendió, en fin, su empecinada batalla contra las Big Pharma, como las volvió a llamar este domingo, las grandes farmacéuticas que han impuesto a los estadounidenses “los precios más altos por los medicamentos de cualquier país desarrollado”, batalla en la que Biden se ha apuntado esta semana una gran victoria por la rebaja del precio de la insulina por parte de una de ellas. El mandatario tampoco escondió su orgullo por iniciativas legislativas que constituyen el emblema de su presidencia, como el Plan de Rescate Americano, la primera legislación importante aprobada y que fue el salvavidas de la clase media durante la pandemia, o la Ley de Reducción de la Inflación, que contempla numerosas subvenciones y bonificaciones para apoyar a las pymes.
En las palabras de Biden este domingo en Selma resonaban punto por punto ecos del discurso sobre el estado de la Unión que pronunció a primeros de febrero en el Congreso: una vanagloria de logros, pero también una agenda de lo mucho que queda por hacer, sobre todo con respecto a comunidades en desventaja como la afroamericana: la que más vidas perdió por la pandemia, la más infrarrepresentada en el acceso a una vivienda o un puesto de trabajo de calidad.
“Selma es un recordatorio. El derecho a votar y a que tu voto cuente es el umbral de la democracia y la libertad”, dijo Biden frente a un atril alrededor del cual se movió con soltura. “Con él, todo es posible. Sin él, sin ese derecho, nada es posible. Y este derecho fundamental sigue siendo agredido”, subrayó. Para Biden, el derecho de voto es “una garantía para lograr la justicia económica y los derechos civiles de la población afroamericana”. Tras su discurso, breve pero vibrante, el mandatario cruzó el puente acompañado por activistas y líderes de derechos civiles como el histórico reverendo Jesse Jackson.
La brutalidad desatada por las fuerzas de seguridad en Selma en 1965, apaleando y gaseando a los manifestantes que cruzaban el puente, conmocionó al país y contribuyó a que se aprobara la Ley de Derecho al Voto poco después, en lo que supuso la mayor protección legal en la historia de EE UU del sufragio de las minorías. Entre los manifestantes se encontraba John Lewis, un activista de derechos civiles que con el tiempo llegó a ser congresista. El aliento de Lewis pervive en la Ley de Libertad de Voto y la ley que lleva su nombre, cuya defensa ha llevado hasta Selma al propio Biden. Ambas iniciativas contemplan consagrar el día de las elecciones como festivo, para facilitar la afluencia a las urnas, así como el registro de nuevos votantes y la supervisión por parte del Departamento de Justicia de las jurisdicciones electorales locales con un historial de discriminación. Los republicanos se oponen a estas medidas.
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En los últimos meses, sobre todo a raíz de las elecciones intermedias de noviembre y la pérdida demócrata de la mayoría en la Cámara de los Representantes, Biden ha multiplicado sus guiños al electorado de color. El mes pasado el Comité Nacional Demócrata aprobó un cambio en el calendario de primarias del partido para 2024, haciendo de Carolina del Sur, un Estado con un alto porcentaje de votantes afroamericanos, el primero en la lista de las contiendas por la nominación, desplazando a Iowa. En enero, Biden pronunció un discurso en la iglesia de Atlante del asesinado líder de los derechos civiles Martin Luther King Jr.
“Si queremos honrar de verdad el legado de los que marcharon en Selma el Domingo Sangriento, debemos seguir luchando para asegurar y salvaguardar la libertad de voto”, declaró hoy la vicepresidenta Kamala Harris, que presidió la conmemoración el año pasado en Selma, mediante un comunicado.
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