El presidente de Estados Unidos, el demócrata Joe Biden, planea reconocer el genocidio del pueblo armenio pese al riesgo de tensar las relaciones con Turquía, según informaciones de medios estadounidenses. Biden tiene previsto hacer el anuncio el próximo sábado, cuando se cumple el 106º aniversario del inicio del genocidio contra un millón y medio de armenios a manos del Imperio Otomano. Este gesto es algo que el demócrata había prometido hacer durante la campaña electoral. Estados Unidos ha sido reticente hasta ahora a reconocer como un genocidio la matanza de armenios entre 1915 y 1923 para no perjudicar las relaciones con Turquía, el Estado heredero del Imperio Otomano y socio de Washington en la OTAN. De confirmarse el reconocimiento, Biden se convertiría en el primer presidente en la historia de Estados Unidos en clasificar de esta forma lo ocurrido, aunque el exmandatario Ronald Reagan hizo una alusión en 1981 en un comunicado sobre el Holocausto.
En 2019, las dos Cámaras del Legislativo estadounidense aprobaron resoluciones reconociendo por primera vez el genocidio. Sin embargo, Donald Trump, que mantenía una buena relación con el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, no tomó en consideración estas resoluciones.
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En ese momento, Erdogan advirtió de que “si fuera necesario” podría ordenar el cierre de la base aérea estadounidense de Incirlik, que ha jugado un papel importante para las operaciones del Pentágono en Siria. “Es muy importante para ambos lados que Estados Unidos no dé pasos irreparables en las relaciones”, dijo el presidente turco, que avisó además de que tomaría medidas “recíprocas”. En 2010, también después de una moción del Congreso estadounidense para reconocer el genocidio, Ankara retiró a su embajador de Washington en protesta.
Turquía, que niega el genocidio armenio y habla de “lamentables excesos”, se ha mostrado hostil contra quienes lo reconocen internacionalmente, como Francia o Alemania. En 2019, Erdogan acusó a París de ser responsable del genocidio de los tutsis en Ruanda en 1994. En 2011, el Parlamento francés había aprobado una proposición de ley que castigaba la negación del genocidio armenio, lo que supuso que Turquía suspendiera las relaciones políticas y militares con el país. Ya en 2016, el Parlamento de Alemania aprobó una resolución en la que reconoció el genocidio armenio, lo que abrió una crisis diplomática entre Berlín y Ankara.
El papa Francisco, un año antes, se refirió explícitamente al armenio como el “primer genocidio del siglo XX”. En esta ocasión, Turquía también llamó a consultas a su embajador en el Vaticano.
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