Biden y el presidente surcoreano tratan la desnuclearización de Corea del Norte


Dentro de su estrategia de devolver a Estados Unidos el papel que desempeñaba en el exterior antes de la Administración Trump, Joe Biden se reunió este viernes con el presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in. Con una agenda cargada de encuentros bilaterales, el presidente surcoreano esperaba que Washington retomase una diplomacia catalogada como urgente para que EE UU contenga el programa nuclear de Corea del Norte. Moon buscaba lograr la colaboración de Biden para impulsar la paz en la península coreana. No hubo declaraciones contundentes en la declaración conjunta de esta tarde, en rueda de prensa tras sus reuniones, pero Biden dejó claro que el compromiso de la defensa mutua era “inquebrantable”.

Biden dejó claro que era consciente de lo “increíblemente difícil” que era ponerse como objetivo la desnuclearización total de Corea del Norte. El mandatario norteamericano puso condiciones ante un eventual encuentro con el líder norcoreano, Kim Jong Un, ya que declaró que para que eso sucediera primero debía de haber un acuerdo previo por parte de Pyongyang comprometiéndose a la desnuclearización.

Biden pretende establecer un justo medio hacia la política de Pyongyang que esté limitado por las mínimas esperanzas de alcanzar “un gran acuerdo” -como pretendió Trump- y la “paciencia estratégica” de Barack Obama para que Corea del Norte abandone su programa de armas nucleares. El presidente surcoreano, al que le queda menos de un año como jefe de Estado, ha centrado su gestión en mejorar las relaciones con Pyongyang y recientemente reiteró su compromiso de lograr la paz antes de dejar el poder.

Es la segunda visita de un líder extranjero a Washington desde que el demócrata llegó al poder. En abril, recibió al primer ministro de Japón, Yoshihide Suga. Una parte clave de la política exterior de Biden ha sido volver a tender la mano a sus aliados para enfrentar una de las principales amenazas que contempla la Casa Blanca: China, tanto en su vertiente de seguridad nacional para EE UU, como su posición como poder económico. La Casa Blanca está poniendo especial énfasis en la región indo-pacífica y prueba de ello son las visitas de Moon y Suga.

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Mientras que el expresidente Trump dio un paso sin precedentes al reunirse con el líder de Corea del Norte, Kim Jong Un, Biden dijo ayer que no pensaba concederle ese “reconocimiento internacional” sin garantías de un compromiso. El demócrata puso toda la distancia posible con su predecesor, incluso sin nombrarle, a la hora de recordar cómo Trump convirtió a Kim Jong Un en protagonista en sus encuentros de Singapur, Vietnam y su visita sin precedentes a la DMZ (siglas en inglés de la zona desmilitarizada entre las dos Coreas).

La Casa Blanca planea llevar a cabo “un acercamiento práctico y calibrado” de cara a poner fin al programa de armas nucleares que amenaza al vecino del sur. En los últimos meses, la Administración Biden se ha concentrado en la revisión de una estrategia hacia Corea del Norte en la que ha contado con Corea del Sur y Japón y que apuesta por los pequeños pasos. Una táctica más familiar y que usaron antes las Administraciones de George W. Bush y Barack Obama.

Biden aprovechó la ocasión para comunicar el nombramiento como enviado especial para Corea del Norte del diplomático Sung Kim y reiteró su deseo de explorar una vía diplomática que permita tomar “pasos pragmáticos” para reducir las tensiones. Kim es en la actualidad  subsecretario en funciones del Departamento de Estado de EE UU para Asia Oriental y Pacífico.

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