Biden y Harris se lanzan a gobernar

Paneles de energía fotovoltaica en El Centro, California.
Paneles de energía fotovoltaica en El Centro, California.Bing Guan / Reuters

Lo más fácil de cumplir de la agenda sobre medio ambiente y cambio climático de Joe Biden y Kamala Harris puede ser volver al Acuerdo de París, que Estados Unidos abandonó este miércoles 4 de noviembre por decisión de Donald Trump. El ya presidente electo de EE UU ha prometido en varias ocasiones que el primer día de su mandato, que arrancará el 20 de enero, su país regresará a ese pacto internacional contra el cambio climático. Las reglas del acuerdo establecen que un mes después de que un país solicite adherirse estará oficialmente dentro. Pero entrar es lo sencillo, la cuestión es a qué objetivos de recorte de emisiones de gases de efecto invernadero se compromete Biden para esta década, que será vital en la lucha contra el calentamiento del planeta. El segundo gran interrogante es qué plan pondrá en marcha para cumplir esa meta, algo para lo que encontrará serias dificultades si los republicanos mantienen el control sobre el Senado con una actitud de bloqueo.

En estos momentos, EE UU es el segundo emisor mundial de gases de efecto invernadero, con el 14% del total (solo por detrás de China). Pero si se tienen en cuenta las emisiones históricas este país es el que más ha contribuido a generar el problema del calentamiento global.

El cambio climático ha estado presente en la campaña electoral estadounidense y en las declaraciones de los dos líderes demócratas durante el largo recuento de votos. Biden y Harris han destacado en la madrugada de hoy domingo el calentamiento global como uno de los retos a los que deberán afrentarse ahora desde la Casa Blanca. Y el cambio climático está en las felicitaciones de varios mandatarios internacionales a Biden, que esta semana ha reiterado su intención de que Estados Unidos regrese de inmediato al Acuerdo de París.

El programa verde de Biden para estas elecciones proponía un plan de inversiones limpias de dos billones de dólares para ayudar a que Estados Unidos logre las emisiones netas cero en 2050, lo que supone que para esa fecha la economía estadounidense solo podrá expulsar a la atmósfera la cantidad de gases de efecto invernadero que sus sumideros (principalmente, los bosques) sean capaces de absorber. También ha prometido una generación eléctrica 100% libre de emisiones en 2035. Ahora los demócratas deberán concretar esas promesas en unos planes que podrían verse afectados si los republicanos mantienen la mayoría en el Senado, algo que parece que se tendrá que decidir en una segunda vuelta de las elecciones en el Estado de Georgia.

Un grupo de ONG medioambientales, como Greenpeace, Amigos de la Tierra o 350.org, han elaborado un listado de 10 acciones que Biden puede acometer de forma inmediata, y al margen del Senado. La lista la encabeza la declaración de la “emergencia climática nacional”. Las peticiones se centran en gran medida en el freno a los combustibles fósiles, un sector que se ha visto favorecido por la desregulación ambiental desarrollada por Trump durante su mandato. Más de un centenar de normas ambientales han sido derogadas o rebajadas por el equipo del republicano, que ha apoyado la extracción de combustibles fósiles y ha frenado el endurecimiento de las limitaciones de emisiones contaminantes de los automóviles.

Biden tendrá que buscar fórmulas ahora para revertir esos cambios realizados por la Administración de Trump. Y también deberá hacer nombramientos en organismos clave, como la Agencia para la Protección del Medio Ambiente, que impulsen su agenda climática. El republicano ha ido colocando en puestos determinantes de la Administración a negacionistas y a defensores de la industria fósil.

Uno de los sectores fundamentales será el del transporte. La Administración de Trump ha mantenido un duro pulso con California (gobernada por los demócratas) para impedir que incrementara las limitaciones a los automóviles más contaminantes. Un cambio de actitud en la Casa Blanca impulsará la electrificación de este sector en todo EE UU.

Planes a largo plazo

El compromiso de las emisiones netas cero en 2050 de Biden se une al de la Unión Europea (9,13% de las emisiones mundiales), que también se ha fijado como meta la neutralidad climática para mediados de siglo. Hace unas semanas, China (29,7% de las emisiones) dio un paso al frente también y anunció que antes de 2060 logrará la neutralidad de sus emisiones de carbono. Solo estos tres bloques acumulan más de la mitad de las emisiones globales de efecto invernadero y si se hacen realidad estas promesas el mundo estaría encaminado a cumplir las metas del Acuerdo de París. El pacto establece como objetivo principal que el aumento de la temperatura media del planeta no supere los 2 grados respecto a la era preindustrial, y que en la medida de lo posible se quede por debajo de 1,5 (el calentamiento ronda ya 1 grado).

Para ello, todos los firmantes deben presentar planes de recorte de emisiones para esta década. Y ahí es dónde estará la clave. Cuando en 2014 se estaban discutiendo los detalles del Acuerdo de París, la Administración de Barack Obama —de la que Biden era vicepresidente— estableció un objetivo de recorte para 2025 de entre un 26% y un 28% respecto a los niveles de 2005. Para lograrlo su Gobierno había aprobado un programa de energía limpia, que fue frenado por el Tribunal Supremo de EE UU primero y luego derogado por Trump. Según la consultora Rhodium Group, en 2019 las emisiones de EE UU habían caído un 12,3% respecto a los niveles de 2005, con lo que estaría a medio camino de la meta propuesta por Obama. Biden no se ha fijado aún ninguna. En su programa medioambiental apunta a que pedirá al Congreso que ponga en marcha la legislación pertinente para que, entre otras cuestiones, se aprueben los mecanismos para avanzar hacia las emisiones cero en 2050 y se establezcan metas concretas para 2025.

El plan de Biden insiste en ligar el impulso a la transición hacia las energías limpias y las oportunidades de empleo, alineándose así con la recuperación verde de la crisis del coronavirus que quiere impulsar la Unión Europea. “La Administración de Biden y Harris tiene una oportunidad histórica de promulgar uno de los mayores esfuerzos de estímulo ecológico del mundo para acelerar la economía de Estados Unidos hacia una reducción sostenida de las emisiones, al tiempo que reconstruye y crea una sociedad más justa”, ha valorado a través de un comunicado Laurence Tubiana, directora de la Fundación Europea del Clima y una de las arquitectas del Acuerdo de París.

Ese pacto climático no solo fijaba obligaciones de recorte de emisiones. También instaba a los países desarrollados a ayudar económicamente a los Estados menos desarrollados a afrontar las consecuencias negativas del calentamiento y a reducir también sus emisiones. El compromiso es llegar a los 100.000 millones de dólares anuales en 2020 —en 2018 esos fondos concedidos a través de préstamos y subvenciones llegaban a los 78.900 millones, según un reciente informe de la OCDE―. EE UU era uno de los grandes donantes hasta la llegada de Trump, pero a partir de 2017 esa financiación fue cayendo. Además, el equipo de Trump suprimió cualquier contribución de su país al Fondo Verde del Clima, uno de los principales instrumentos de ayudas directas a los países menos desarrollados. Ahora se espera que Biden retome la promesa de Obama de aportar 3.000 millones de dólares a ese fondo.

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