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Biden y McCarthy negociarán a diario el acuerdo para elevar el techo de deuda

EL PAÍS

Una reunión productiva, pero no demasiado. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y el de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, se han encontrado este lunes en la Casa Blanca para hablar sobre la subida del techo de deuda. Siguen sin acuerdo, pero se han comprometido en seguir en contacto continuo, hablando todos los días, para tratar de alcanzarlo antes de la fecha X en que el Gobierno federal no pueda hacer frente a sus obligaciones de pago.

La secretaria del Tesoro, Janet Yellen, dijo a principios de mes en una carta que su mejor estimación era que el Gobierno sería incapaz de seguir satisfaciendo todas sus obligaciones a principios de junio, “y potencialmente ya el 1 de junio”, si el Congreso no eleva o suspende el límite de deuda antes de esa fecha. Posteriormente, ratificó esas fechas como “probables” en otra carta del 15 de mayo. Este lunes ha ido un paso más allá y ha señalado que es “altamente probable” que el dinero se agote en esas fechas, aunque siempre deja abierta la posibilidad de que dure más.

Queda, por tanto, poco más de una semana para negociar y las posiciones siguen lejanas, porque aunque la reunión de este lunes haya sido productiva, no ha permitido muchos avances. “Hemos hablado literalmente de dónde tenemos desacuerdos e ideas”, ha dicho McCarthy en una comparecencia ante los periodistas. “Para mí eso es productivo. No progreso, pero productivo”.

El único acuerdo parece estar por ahora en el adjetivo para referirse a la reunión, usado también por Biden: “Acabo de terminar una productiva reunión con el presidente McCarthy sobre la necesidad de prevenir el impago y evitar una catástrofe para nuestra economía”, ha dicho en un comunicado. “Hemos reiterado una vez más que el impago está descartado y que la única manera de avanzar es de buena fe hacia un acuerdo bipartidista”.

En el caso de ambos, eso supone una mejora de tono con respecto a sus últimas declaraciones. Biden, en particular, había puesto este domingo el acento en Hiroshima (Japón), donde había acudido a la reunión del G7 en que creía que algunos republicanos extremistas están dispuestos a provocar el impago para causar daño a la economía, responsabilizarle y evitar su reelección. “No puedo garantizar que no fuercen un impago haciendo algo escandaloso. No puedo garantizar eso”, dijo.

En la reunión de este lunes han estado Biden y McCarthy frente a frente, sin la presencia de los otros líderes del Congreso que habían acudido a anteriores reuniones. Si hay acuerdo entre ambos, habrá acuerdo. El papel de los otros líderes es secundario en la negociación. La cuestión es que, pese a las buenas palabras de este lunes, las posiciones siguen muy distantes.

McCarthy reclama recortes de gasto que la Casa Blanca no quiere asumir. Biden prefiere recortar el déficit aumentando también los ingresos, especialmente con más presión fiscal sobre las empresas y las rentas más altas. Pero ni McCarthy ni, sobre todo, las facciones más duras del grupo republicano en la Cámara de Representantes están dispuestos a transigir con eso.

“Los republicanos deben mantenerse firmes con el techo de la deuda para devolver el gasto a la realidad y restaurar la cordura fiscal en DC. Gastamos más de 100.000 millones de dólares más que los ingresos fiscales federales CADA MES. Washington tiene un problema de gasto, no de ingresos”, ha tuiteado el House Freedom Caucus, que reúne a algunos de los representantes que más se resistieron a apoyar a McCarthy y que pusieron como condición precisamente una negociación dura del techo de deuda.

Margen estrecho

Eso estrecha el margen de maniobra del presidente de la Cámara de Representantes y dificulta la negociación. Los demócratas tienen también un ala izquierdista, especialmente en el Senado, que difícilmente aceptará grandes recortes.

Mientras tanto, el reloj sigue corriendo. Cualquier acuerdo tendrá que plasmarse en una ley, lo que llevará también al menos un día o dos, de forma que para llegar con un aumento del techo de gasto al próximo 1 de junio el acuerdo debería alcanzarse esta semana.

Biden ha abandonado su estrategia inicial de exigir un aumento del techo de la deuda sin condiciones y ha acabado negociando en lo que parece una reedición de la pesadilla que vivió cuando era vicepresidente de Barack Obama en 2011. McCarthy ha dejado claro de nuevo que Biden puede despedir de esa solución “limpia”.

“Permítanme ser claro. No, nunca vamos a someter a votación un techo de deuda limpio [de condiciones]. En el Senado, un techo de deuda limpio no podría aprobarse. En la Cámara, tampoco. Así que, ¿por qué perder el tiempo en algo que no se va a aprobar en lugar de encontrar una solución al problema? Estamos demasiado cerca para rendirnos”, ha dicho este lunes el presidente de la Cámara de Representantes a los periodistas en el Capitolio.

Los republicanos quieren retrotraer el gasto del próximo año a los niveles de 2022, pero los demócratas han propuesto mantenerlo al nivel de 2023. Los republicanos pretendían inicialmente imponer topes al gasto durante 10 años, aunque la última propuesta lo reducía a seis. La Casa Blanca quiere un acuerdo presupuestario para dos años. Los republicanos también quieren imponer requisitos laborales a los programas de asistencia sanitaria y ayuda alimentaria, pero el Gobierno de Biden alerta de que millones de personas podrían perder la cobertura. McCarthy también quiere recortar fondos de la agencia tributaria.

Lo que tendría un efecto más catastrófico sobre la economía sería el impago de la deuda pública, no hacer frente a vencimientos de títulos en circulación, pero no hay una fecha clara de cuándo ocurriría eso en caso de no haber acuerdo. Que el Gobierno de Estados Unidos no tenga fondos para hacer frente a todas sus obligaciones no implica necesariamente incurrir desde el principio en el impago de la deuda.

El Tesoro puede priorizar esas obligaciones y tiene la posibilidad de poner en marcha algunas estrategias para evitar un impago de la deuda (desde emitir una moneda de platino de alta denominación hasta jugar con el valor nominal y los intereses de la deuda). Sin embargo, el riesgo de impago ya está teniendo impacto en los mercados y lo tendría aún más si se dejan de pagar facturas.

El Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca publicó un informe según el cual la amenaza de bloqueo ya está teniendo efectos; un episodio de impago, por corto que fuera, dejaría una costosa factura y un impago prolongado haría caer el producto interior bruto un 1,5% en el tercer trimestre (a una tasa trimestral anualizada del 6,1%) y subir la tasa de paro cinco puntos, destruyendo 8,3 millones de puestos de trabajo.

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