El presidente demócrata, Joe Biden, y su rival republicano, Donald Trump, intercambiaron ataques sobre su gestión de la economía en los primeros minutos de su debate del jueves por la noche, ofreciendo a los votantes un raro cara a cara entre los dos candidatos de más edad que han aspirado nunca a la presidencia de Estados Unidos.
Biden reconoció que la inflación había provocado un aumento sustancial de los precios con respecto al inicio de su mandato, pero dijo que merecía el reconocimiento por haber “recompuesto las cosas” tras la pandemia de coronavirus.
Trump afirmó que había supervisado “la mejor economía de la historia de nuestro país” antes de la pandemia y dijo que tomó medidas para evitar que la caída libre económica se profundizara aún más.
Biden, de 81 años, y Trump, de 78, estaban sometidos a la presión de mostrar su dominio de los temas y evitar tropiezos verbales en su búsqueda de un momento decisivo en una carrera que, según las encuestas, lleva meses en punto muerto.
Trump acusa a Biden de abrir el país a los criminales
Trump acusó a Biden de abrir el país a los criminales y haber provocado que los ciudadanos vivan actualmente en un “nido de ratas”, con asesinatos perpetrados por inmigrantes.
“Estamos viviendo ahora mismo en un nido de ratas. Están matando a nuestra gente en Nueva York, en California, en cada estado, porque ya no tenemos fronteras”, le dijo a Biden.
Según Trump, esos inmigrantes son los que están “violando y matando a las mujeres”.
En su discurso mencionó el caso de Jocelyn Nungaray, de 12 años, asesinada el 17 de junio en Houston, Texas, y por el que fueron arrestados dos venezolanos, que ingresaron recientemente al país, y a los que se les impuso una fianza de 10 millones de dólares a cada uno.
“Es horrible”, apuntó acusando a su contrincante de una falta absoluta de control.
Biden tachó esa acusación de ridícula: “Hay muchas mujeres violadas por sus parejas, hermanos y hermanas. Eso es simplemente ridículo”, apuntó destacando cómo su Administración ha trabajado para incrementar significativamente tanto el número de agentes en la frontera como la capacidad de asilo.
El choque televisado de 90 minutos en CNN tuvo lugar mucho antes que cualquier otro debate presidencial moderno, más de cuatro meses antes de la jornada electoral del 5 de noviembre.
Los dos candidatos aparecieron sin público en directo, y sus micrófonos se cortaban automáticamente cuando no era su turno para hablar, ambas reglas atípicas impuestas para evitar el caos que descarriló su primer debate en 2020, cuando Trump interrumpió repetidamente a Biden.
Al comenzar el debate, los dos hombres -que no han ocultado su antipatía mutua– no se dieron la mano ni se saludaron.
Trump subió al escenario como alguien que todavía se enfrenta a un trío de casos penales, incluyendo a sus esfuerzos para anular las elecciones de 2020.
El expresidente, que persiste en afirmar falsamente que su derrota fue el resultado de un fraude, ha sugerido que castigará a sus enemigos políticos si vuelve al poder, pero tendrá que convencer a los votantes indecisos de que no supone una amenaza mortal para la democracia, como afirma Biden.
El reto de Biden era ofrecer una actuación contundente tras meses de afirmaciones republicanas de que sus facultades se han entorpecido con la edad.
Durante sus primeras respuestas, sonó ronco y se aclaró la garganta varias veces. (Reuters)
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