A veces, la pobreza puede llegar a ser orgullo. “Si no hubiera crecido sin tener lo suficiente para sobrevivir, no podría ser quien soy hoy”, reflexiona Bismack Biyombo (Lubumbashi, República Democrática del Congo, 28-08-1992), 12 años ya en la NBA y dos en los Phoenix Suns. Quizá porque lo peor de su vida hace tiempo que pasó, desprende el interior una templanza y una paz que cautivan y que le legitiman como uno de los más sabios consejeros del vestuario junto a Chris Paul. “Sabemos que iremos a play-offs, lo importante es estar preparados para ese momento, no nos tenemos que poner presión”, afirma el ex de Fuenlabrada, Charlotte Hornets, Toronto Raptors y Orlando Magic.
Entorno al baloncesto siempre han girado todas las inquietudes sociales de Biyombo, afable y con ganas de tocar todos los temas en una profunda y disentida charla en MD, no sólo su presente en la NBA sino también su intensa y creciente labor y vocación solidaria a través de su fundación, la endeble situación de su R.D. Congo natal, su paso por España y una convencida fe cristiana en Dios que le llevó incluso a querer conocer personalmente al Papa Francisco al Vaticano en junio.
Uno de tantos viajes que se ha pegado Biyombo, bohemio por necesidad y luego por solidaridad. Del Congo a Catar y Yemen para jugar, y de ahí a España con el Fuenlabrada antes de ser drafteado el 17 en 2011 por Sacramento. Aunque en vacaciones no para. Y no precisamente para ir de playa en playa.
“En verano viajo a diferentes partes del mundo donde hay problemas para entender lo que está pasando en estos países y cómo están intentando solucionarlos para ayudar a la gente, no sólo África”, matiza Biyombo. La pobreza fue la que le llevó al baloncesto y ahora trata de sacarla de la vida de los demás a través de él, con una Fundación que ha construido escuelas y hospitales en su tierra. “Crecer en un país como el Congo te ayuda a crecer más rápido y a entender cómo pasan las cosas en el país. Ahora que tengo lo suficiente, creo que puedo hacer por los demás. Doy gracias a Dios porque, sin Él, no hubiera llegado hasta aquí”, subraya el pívot, el mayor de siete hermanos.
En los Suns se ha tenido que hacer a no recibir ese mensaje de ánimo que le mandaba su padre antes de cada partido, tan unido a su progenitor que su fallecimiento en verano de 2021 le arrancó las ganas de seguir disfrutando de su medio de vida en la meca del baloncesto. Por ese profundo sentimiento por su padre no debutó con Phoenix hasta enero de 2022 a pesar de que la franquicia de Arizona le firmara en octubre desde la agencia libre. Y por él donó su salario entero la última temporada (1,3 millones de dólares) para construir un hospital en su país.
“Mi padre siempre está cerca de mí, eso seguro. Era mi mejor amigo, lo era todo para mí. Pero de vez en cuando en la vida, como digo, lo que nosotros queremos no es lo que Dios te da. Para mí, mi padre era alguien especial y quería darle el regale de construir un hospital para seguir ayudando a la gente, porque él siempre quería hacer algo para los demás. Él puso dinero para que pudiera salir del país y llegar a ser jugador profesional, era también un sueño para él. Mi padre sabía de mí algo que el mundo no sabía y por el baloncesto estoy aquí y puedo hacer más. Y por el baloncesto le puedo ofrecer algo aunque no esté aquí”, destaca Bismack Biyombo.
Por esa inquebrantable fe, pero también por dar a conocer su labor, fue al Vaticano al acabar la temporada pasada. Un país más de tantos que ha visitado en nombre del baloncesto y su solidaridad. “Fue muy importante para mí poder conocer al Papa porque muchos jugadores hacen trabajo en sus comunidades y muchos incluso más grande que yo. Ricky Rubio (con su fundación contra el cáncer) es otro caso, es un grande. Tuve esa suerte de poder conocer al Papa y hablar con él de lo que hago en mi país y para mí significó algo que no puedo ni explicar, fue un momento de vida, hablamos de muchas cosas”, relata Biyombo. “También tengo que agradecer a la gente de mi alrededor que me ayude porque, sin ellos, no podría ayudar a los demás”, aclara.
Está convencido el pívot de poder cambiar el mundo. Y reconoce y le duele que hoy, en pleno siglo XXI, la pobreza siga asolando muchos países y no haya una voluntad común de los países desarrollados para erradicarla pero se lo toma con optimismo y paciencia. Es la última cuestión de la charla pero, tratándose del tema que es, Biyombo quiere explayarse: habla durante 2 minutos sin pausa.
“Sí, esto es un tema que mira… en el Congo ahora tenemos guerra en el Este. ¿Qué pasa? Que problemas siempre va a haber y no me gusta mucho hablar de ellos porque a mí me gusta tomar acciones. Tenemos que construir escuelas para los niños, tenemos que darles libros, no matarles. Cada vez que piensas en eso te duele el corazón, pero entiendo que uno no puede hacer todo, tenemos que ayudar todos. En Navidad hicimos (refiriéndose a su fundación) algo para los niños en la zona que hay guerra porque al final los niños quieren ser niños”, reflexiona Biyombo, que apuesta por una mejora progresiva.
“Veo cambios, la gente habla más de los problemas de otros países”
“Lo importante es que la gente piense que el cambio no tiene que ser ‘dramático’, que con sólo aportando un 2-3% ya estaremos cambiando algo. Pero poco a poco podemos llegar al 10% e igual en 10 años estaremos en el 20%, así es como se puede hablar de que hay un cambio. Luego, sí que veo cambios, la gente habla más de lo que está pasando gracias a los teléfonos y las redes. Eso es un paso adelante porque antes no se hablaba de eso”, argumenta el interior congoleño, que creció admirando, entre otros, a su compatriota Dikembe Mutombo y a Hakeem Olajuwon.
“Hemos aprendido que tener el mejor récord de la liga no te garantiza nada”
Biyombo, aunque austero en su vida, lleva años en el glamour de la NBA pero, permanece vivo el recuerdo de sus comienzos y le gusta hablar de ellos antes de hablar de la frágil situación de los Suns. Cada verano, antes de quedarse en Andalucía para descansar unos días, pasa por Fuenlabrada para saludar a sus amigos. El club fuenlabreño -donde militó entre 2009 y 2011-, fue el escaparate en el que se mostró a la mejor liga del mundo en sus años ‘mozos’. Ahí fue a parar de la mano de su agente Igor Crespo después de que Mario Palma, seleccionador de Portugal, le descubriera en un campeonato en Jordania con 16 años. Promedió 6,4 puntos, 5 rebotes y un 9,6 de valoración en 17 minutos en el curso 10-11.
“En esa época era un joven que tenía el sueño de llegar a la NBA y el paso por Fuenlabrada me ayudó a llegar hasta aquí y también hubo mucha gente que me apoyó durante mi carrera. Siempre doy gracias a Dios porque puedes tener algo en tu cabeza, pero, si Dios no lo quiere, no te lo da. Pero muchas veces he tenido suerte”, destaca el interior de Lubumbashi, el que modera la inquietud que rodea a los Suns.
El equipo de Monty Williams, minimizado por multidud de lesiones -Devin Booker, Chris Paul, Cam Johnson y Landry Shamet-, ha caído hasta la décima posición en el Oeste tras 8 derrotas en los últimos 10 partidos. Y con ese cierto ‘resquemor’ de la sorpresiva eliminación contra Dallas en las Semifinales de Conferencia del año pasado como ruido de fondo.
“Tenemos muchos jugadores lesionados, es algo que les pasa también a los demás equipos. Pero lo más importante es intentar ganar porque tenemos suficientes jugadores y lo podemos hacer. Lo que pasó el año pasado fue una lástima, pero seguimos aprendiendo de ello y creciendo. Estamos enfocados en el final de temporada, gracias a Dios tenemos los mismos jugadores. El año pasado acabamos con el mejor récord de la liga (64-18) pero eso no te garantiza que vayas a ganar el campeonato y por eso este año pensamos mucho en los play-offs. Hemos cambiado un poco nuestra manera de pensar, hay partidos que perdemos y no hay nadie que reaccione de una manera u otra, sino que aprendemos para ver cómo podemos mejorar”, advierte Biyombo sobre la ‘política’ de unos Suns que quieren igualmente el anillo pese a querer ir ‘más de incógnito’.
“Ahora cuando perdemos partidos nadie reacciona de una manera u otra”
Quizá con una motivación aún más alta tras lo sucedido la temporada 20-21 -derrota en las Finales contra los Bucks tras empezar ganando 2-0-, esa ansia por ganar hizo exprimirse en demasía a unos Suns que acusaron al final los problemas físicos de Chris Paul, con quien comparte Biyombo rol de veterano en el vestuario. El pívot promedia 3,6 puntos y 3,7 rebotes esta temporada en 13,6 minutos con un 55,7% en tiros de campo y un más-menos de +1,5.
“Vine aquí porque quería ganar. Me siento muy bien en este rol de líder de vestuario, tenemos la suerte de poder trabajar junto a Chris Paul, con el que ya estuve en la Asociación de Jugadores, él como presidente y yo como vicepresidente. Tenemos una relación un poco única y ahora lo que importa es cómo podemos ayudar a los jugadores en la pista y que todo el mundo se sienta tranquilo. Además, la segunda unidad es un poco joven y hay que seguir peleando. Necesitamos a todos y cada uno de los jugadores porque cuando llegan los play-offs cambian las cosas de un minuto a otro”, explica Bismack Biyombo, persiguiendo la mayor riqueza para un jugador, aunque para él, cuya vida no sólo gravita entorno a una única esfera, no habría mayor felicidad que extirpar la pobreza de allá donde pueda.