Boko Haram se atribuye el secuestro de los estudiantes de Nigeria, a cientos de kilómetros de sus bases


Más de 300 alumnos de secundaria están secuestrados en el norte de Nigeria desde el pasado viernes por la noche cuando hombres armados atacaron un instituto masculino donde había 839 estudiantes en ese momento. Las autoridades aseguran tener rodeados en una zona boscosa a los agresores, a quienes califica de “bandidos”. Previsiblemente formarían parte de una de las numerosas bandas que siembran el terror en esta zona desde hace años, dedicadas al robo y al secuestro, y que han provocado la muerte de 1.126 personas solo entre enero y agosto de este año, según un informe de Amnistía Internacional.

Los hechos ocurrieron en la Escuela de Secundaria de Ciencias del Gobierno, una instalación educativa situada en la ciudad de Kankara, en el Estado de Katsina. Aunque las cifras son confusas, el gobernador de dicho Estado, Aminu Bello Masari, ha asegurado este lunes a medios locales que hay más de 300 alumnos desaparecidos. “Según el registro disponible que tenemos, todavía estamos buscando a 333 estudiantes en el bosque o a través de sus padres para determinar el número real de secuestrados”, ha manifestado. Las autoridades creen que algunos de ellos podrían seguir refugiados entre los árboles o en pueblos cercanos.

El gobernador también confirmó el domingo por la tarde que ningún grupo o persona se había puesto en contacto con las autoridades para pedir un rescate o reconocer la autoría del ataque. “Estos matones deben ser declarados terroristas, en los próximos días nos aseguraremos de que los estudiantes regresen sin daños”, ha declarado el ministro de Defensa nigeriano, Bashir Magashi, que se trasladó el fin de semana hasta Katsina para interesarse por la suerte de estos jóvenes.

Los asaltantes llegaron en motocicletas y comenzaron a disparar contra las fuerzas de seguridad que intentaron repelerlos. En medio del tiroteo, numerosos alumnos corrieron hacia el bosque cercano para refugiarse, pero cientos fueron capturados por los agresores, según relataron algunos de los que lograron escapar. Uno de los jóvenes, Osama Aminu Maale, de 18 años, narró a France Presse que los hombres armados que los capturaron ordenaron a los estudiantes de más edad que los contaran. “Éramos 520”, detalló. Según su relato, los llevaron primero en autobuses y después los dividieron en grupos para ir a pie. “Uno de los bandidos me pegó varias veces porque no podía seguir el ritmo de la marcha. Me dejó atrás, lo que me dio una oportunidad de escapar”, explicó.

El pasado mes de agosto un informe de Amnistía Internacional ya advertía cómo las autoridades nigerianas habían dejado a su suerte a las comunidades rurales de varios Estados del norte de Nigeria que estaban siendo objeto de ataques y secuestros por bandas de hombres armados. Según su recuento, han fallecido al menos 1.126 personas desde el pasado mes de enero fruto de esta violencia, que se centra en los Estados de Kaduna, Katsina, Níger, Plateau, Sokoto, Taraba y Zamfara.

Cientos de nigerianos han lanzado una campaña a través de las redes sociales con la etiqueta #BringBackOurBoys que recuerda a la mediática iniciativa BringBackOurGirls que se puso en marcha tras el secuestro de 276 niñas en Chibok a manos del grupo yihadista Boko Haram en 2014. Al menos 112 de aquellas jóvenes estudiantes siguen hoy en paradero desconocido mientras que el resto han sido liberadas en operaciones del Ejército o tras procesos de negociación.

El presidente Muhammadu Buhari condenó con firmeza este ataque, que tuvo lugar en su Estado natal, y prometió reforzar la seguridad en las escuelas, que se encuentran cerradas hasta nueva orden. Amnistía Internacional ha exigido una rápida reacción del Gobierno para garantizar la seguridad de la educación y Unicef ha hecho un llamamiento a la liberación incondicional de todos los niños. El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, también condenó el secuestro mediante un comunicado y recordó que los ataques contra escuelas y lugares de educación “constituyen una violación grave de los derechos humanos”.

El incremento de la actividad de bandas formadas por decenas de hombres que lanzan sus ofensivas en motocicletas, van armados con fusiles AK-47 y se dedican al robo de ganado y al secuestro de campesinos ha sembrado el terror en el norte de Nigeria. Las autoridades les llaman “bandidos” pero bajo este apelativo se incluyen desde simples ladrones hasta grupos de autodefensa de pastores o de las comunidades agrícolas enfrentados por los recursos. También pueden ser calificadas así células con ideología yihadista que distintos expertos temen que estén asumiendo tácticas e incluso recibiendo apoyo logístico de grupos presentes en Níger, como Boko Haram o Estado Islámico. Esta violencia ha forzado a decenas de miles de personas a abandonar sus hogares —solo en Katsina hay 33.000 en campos de desplazados— y a miles de agricultores a abandonar sus campos de cultivo.


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