Bomba de la Primera Guerra Mundial apareció en terrenos del NAIM… Sedena la detonó.

Una bomba Cooper de “alta explosividad” fue encontrada el 12 de agosto del 2017 a las 12:50 horas en los terrenos del NAIM, cuando excavaban para construir una losa de cimentación. La obra ha sido cancelada, pero la historia de esta bomba centenaria que se detonó de manera controlada, se negó a morir sepultada por el olvido.

Por Juan Omar Fierro

Con la “muerte” del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) que se construía en Texcoco, una de sus múltiples historias estuvo a punto de quedar sepultada bajo toneladas de tezontle, basalto y concreto: el hallazgo de una bomba Cooper de 20 libras con 100 años de antigüedad que fue necesario detonar “en sitio” por su falta de estabilidad.

La bomba Cooper considerada de “alto explosivo” fue encontrada por trabajadores de una empresa constructora el 12 de agosto del 2017 a las 12:50 horas, cuando excavaban en los terrenos del ex NAIM para edificar la losa de cimentación, indican dos reportes de la Comisión Nacional de Seguridad (CNS) entregados a Aristegui Noticias tras una solicitud de transparencia.

Los reportes de la CNS también revelan que tras el hallazgo del artefacto explosivo fue necesaria la intervención de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) para determinar la antigüedad y el manejo de la bomba, dependencia que sólo contaba con tres expertos en la identificación de armamento de aviación tan antiguo.

El inusual descubrimiento provocó que el Ejército Mexicano movilizara a tres grupos distintos al lugar del incidente y que los primeros expertos que atendieron el llamado no pudieran definir el tipo exacto de armamento ni el método para desactivar el explosivo, lo que aumentó el nivel de riesgo para los trabajadores del ex NAIM y para los enviados de las fuerzas armadas encargados de controlar la situación.

Un primer grupo proveniente de la Base Militar de Santa Lucía llegó el 12 de agosto a las 15:50 horas, cuatro horas después del hallazgo, pero no pudieron hacer nada y se retiraron. Se trataba de elementos de tropa que no contaban con las herramientas ni la preparación necesaria para poder resolver la crisis de seguridad.

El 13 de agosto a las 10:45 horas, arribó un segundo grupo de elementos de la Sedena con más conocimiento en armas, pero especializados en artillería terrestre.

Un Coronel de Arma Blindada y un Oficial de Materiales de Guerra efectuaron un diagnóstico visual al artefacto y consideraron que este podría corresponder a una granada tipo aérea calibre 120 milímetros, “desconociendo el año de su fabricación”.

A las 14:40 horas de ese mismo día, los elementos del Ejército Mexicano rindieron su informe a sus mandos de la 37 Zona Militar y a las autoridades civiles presentes en el lugar del incidente.

Ante la falta de elementos para decidir, la orden fue clara: había que esperar a uno de los tres los expertos de la Fuerza Aérea Mexicana (FAM) que tendrían en sus manos la identificación y el destino de lo que en ese momento se creía una granada de alto calibre.

“Por instrucciones del General Bigadier, D.E.M. Rogelio Terán Contreras, Comandante a Cargo de la 37a Zona Militar, esperen el arribo de personal capacitado de la FAM, para tomar las acciones correspondientes para desactivar la granada, toda vez que la Sedena solo cuenta con 03 personas capacitadas para la verificación, manipulación y desactivación de este tipo de granadas”, señala el parte oficial.

La alerta se prolongó por casi 56 horas y fue hasta la noche del 14 de agosto del 2017 a las 20:15 horas, cuando finalmente se pudo detonar el artefacto diseñado en los años previos a la Primera Guerra Mundial, sin que hubiera personas lesionadas ni daños materiales.

Desactivación de la bomba en el ex NAIM

Alrededor del mediodía del 12 de agosto del 2017, un trabajador de la construcción reportó a su supervisor y al residente de obra el hallazgo de un objeto “con características similares a las de un artefacto explosivo”.

De inmediato, ambos dieron aviso vía telefónica a la Gerencia de Seguridad y Protección Civil del Grupo Aeroportuario (GACM) y al Servicio de Protección Federal, instancia de la Policía Federal encargada de resguardar las 4 mil 400 hectáreas en las que se construía el NAIM.

Los primeros en tomar conocimiento del hecho fueron policías federales adscritos al Servicio de Protección Federal encabezados por el Jefe de Turno, quien ordenó suspender todas las actividades en el lugar y acordonar un perímetro de 50 metros cuadrados alrededor de la zona de riesgo.

Foto: CNS/AristeguiNoticias

“El Policía Tercero, ROR, Jefe de Turno del SPF, se entrevistó con el ciudadano JG, residente de Obra del Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México (GACM), el cual de nueva cuenta manifestó que el ciudadano JOCR, le reportó el hallazgo realizado mientras se realizaban excavaciones para la construcción de la loza (sic) de cimentación”, explica el reporte.

Foto: CNS

Entre la hora del hallazgo y la desactivación de la bomba, policías federales del Servicio Protección Federal desalojaron el lugar y se hicieron cargo del resguardo de la zona, identificada con las coordenadas 19.506820,-93,997334.

Un representante legal del Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México (GACM) y los elementos de la Policía Federal dieron vista a la Procuraduría General de la República (PGR), dependencia que inició una carpeta de investigación por el hallazgo de material explosivo para uso exclusivo de las fuerzas armadas.

Por más de 48 horas, los agentes federales se turnaron para mantener el resguardo de la zona considerada de riesgo y se suspendieron las labores de construcción en todo el perímetro.

Fue hasta el 14 de agosto a las 19:00 horas que finalmente arribaron los expertos de la Fuerza Aérea para la última inspección e identificación de la bomba centenaria.

Las fotografías adjuntadas por la CNS a las tarjetas informativas 145 y 146 muestran el peligro que corrieron los expertos castrenses: pecho tierra, a unos milímetros del artefacto realizaron la revisión tan esperada.

Foto: CNS/AristeguiNoticias

En tan solo 20 minutos un Coronel de la Fuerza Aérea especializado en armamento de aviación, logró despejar la incógnita y realizar un dictamen definitivo: se trataba de un artefacto carente de estabilidad, por lo que recomendó destruirla “en sitio” para evitar daños “al personal, instalaciones, entorno” y población”.

Su diagnóstico también reveló un dato aun más inusual que la presencia de ese objeto enterrado: el artefacto encontrado era una bomba Cooper de “alto explosivo” (High Explosive, según la clasificación de la Armada Británica que la diseñó) con un radio de acción de 70 metros cuadrados, activada por espoleta de nariz tipo veleta que se usó, mayoritariamente, en la Primera Guerra Mundial y en la Guerra Civil Española.

Por la antigüedad, estado e historia de este tipo de bombas de aviación, el experto militar advirtió que el artefacto tenía un “origen indeterminado” y que no existía garantía de que “los mecanismos de seguridad operen correctamente, corriendo el riesgo de activar la espoleta del artefacto con movimiento involuntarios”.

“Por consiguiente pudiese originarse la detonación causando daños al personal, instalaciones, entorno y población, por lo que se considera necesario su inhabilitación y/o destrucción en sitio”.

Pese al riesgo, los militares tuvieron que desenterrarla, acomodarla en un caja de madera y trasladarla hacia una zona que ofrecía mejores condiciones para detonar la bomba que podría tener hasta 100 años de antigüedad.

Foto: CNS/AristeguiNoticias

El personal de Sedena tuvo que excavar un pozo de un metro de largo, 70 centímetros de ancho y 70 centímetros de profundidad para colocar la bomba y detonarla dentro de la fosa, minimizando los riesgos para los elementos castrenses y las fuerzas de seguridad que los auxiliaron.

A las 20:15 horas del 14 de agosto del 2017, el artefacto diseñado entre 1914 y 1916 – de acuerdo con sitios especializados en armamento aéreo – fue detonado con ayuda de una carga externa de explosivos manejados a distancia y aprovechando el principio conocido como “carga hueca”, procedimiento que permitió perforar el blindaje interno de la bomba y hacer estallar su contenido.

“Se realiza la detonación del artefacto explosivo, aplicando el método de destrucción por detonación con ‘carga hueca’, la cual consiste en la colocación de material explosivo preformado en contacto con el cuerpo de la bomba, accionado mediante un iniciador electrónico con un cable de aproximadamente 100 metros de longitud, siendo positivo el resultado del mismo”, concluye el reporte federal.

El origen de la bomba Cooper

En la literatura no especializada sobre armamento antiguo hay pocas referencias al origen y fabricación de las Bombas Cooper HE (High Explosive) de 20 libras MK, pero las pocas fuentes disponibles coinciden en que su invención se dio en los albores de la Primera Guerra Mundial.

El diseño de la bomba, en particular de la espoleta que la hacía detonar, es obra del inglés Thomas Cooper que la patentó en 1916. La empresa creada por este ingeniero señala que Cooper inventó y fabricó” las primeras bombas aéreas”, características por ser pequeñas y un peso mínimo de 20 libras.

Las armas diseñadas por Cooper se utilizaron por el Reino Unido durante la Primera Guerra Mundial entre 1914 y 1918, por lo que su uso pasó a Estados Unidos, aliado de Gran Bretaña, según informes de una web especializada en armamento de aviación.

Foto: CNS

La bomba de 20 libras fabricada en Estados Unidos por John Alcorn (…) es idéntica a las bombas de fabricación británica, excepto por su color”, señala la página especializada que incluye fotografías tomadas en el Museo de la Real Fuerza Aérea del Reino Unido (RAF, por sus siglas en inglés).

Estudiosos del tema han encontrado evidencias del uso de las bombas Cooper durante la Guerra Civil Española, incluyendo el cruel bombardeo de Guernica. Además, revela que manuales bélicos de la época incluían imágenes del explosivo y de la espoleta para el conocimiento de las tropas españolas.

Sobre su llegada a México no hay pistas directas, pero la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) en una breve historia de la aviación militar mexicana da cuenta de que los únicos bombardeos que se han registrado en la Ciudad de México tuvieron lugar durante la Revolución Mexicana y el combate a distintos levantamientos post-revolucionarios.

La posibilidad de que la Bomba Cooper HE de 20 libras perteneciera al Escuadrón 201 que combatió durante la Segunda Guerra Mundial está descartada.

La Sedena reconoce que los pilotos mexicanos fueron preparados y equipados en bases militares de Estados Unidos, por lo que no realizaron misiones volando desde México ni puede tratarse de un explosivo perdido por el Escuadrón 201 en despegues o aterrizajes.

La bomba Cooper estaba allí, pero jamás se sabrá cómo llegó a los terrenos del ex NAIM para detonar 100 años después de su invención y fabricación.




Source link