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Bonn, en la ciudad natal de Beethoven

En la llanura arenosa de la cuenca de Franconia central y con más de medio millón de habitantes, Núremberg es, después de Múnich, la ciudad más grande de Baviera. Caminar por su casco antiguo traslada a la Edad Media, ya que aún se pueden apreciar construcciones de la época. La urbe fue un importante centro editorial y hoy es una de las más atractivas de Alemania.

10.00. Empezar por el castillo

El casco antiguo está cercado por una gruesa muralla que protegía el castillo Imperial (Kaiserburg) (1) (Burg, 17) y está dividido por el río Pegnitz. Es buena idea empezar el día recorriendo los cuatro kilómetros del cerco original que se conservan. El castillo de Núremberg, convertido en museo, tuvo que ser reconstruido tras la II Guerra Mundial. Al lado está el edificio de Palas, cuya forma fue dada en el siglo XV y donde todavía se ven los aposentos de las damas (Kemenate). Desde la Sinnwelltrum (torre redonda), iniciada en el siglo XIII y finalizada alrededor de 1560, se disfruta de una buena panorámica de la ciudad. Camino al centro, se distinguen las enormes rocas sobre las que se construyó.

Estatua de Durero, obra de Christian Daniel Rauch (1828), en la Albrecht-Dürer-Platz de Núremberg. getty images

11.00. Homenaje a un gran artista

Junto a la plaza Tiergärtnertor (2) se halla la casa-museo de Alberto Durero, nuremburgués de origen húngaro y el artista más importante del Renacimiento alemán. Desde las terrazas que rodean esta explanada de ambiente medieval se ve la casa del pintor y el monumento que se levantó en su honor en 1984: una liebre de bronce gigante del escultor Jürgen Goertz. Se puede hacer un alto en la terraza de Augustiner Zur Schranke para probar las famosas salchichas de Núremberg (rostbratwurst), elaboradas por primera vez en el año 1300. Otro lugar para saborearlas es Bratwursthäusle (3) (Rathausplatz, 1). Cerca de ambos se encuentra la Casa de Pilatos (4), antiguo taller del herrero Hans Grünewald, construido en 1489, donde hay una simpática estatua de san Jorge.

15.00. Dos iglesias, dos barrios

Las iglesias de San Sebaldo (5) (Winklerstrasse, 26) y San Lorenzo (6) (Lorenzer Platz, 1) dan nombre a dos de los barrios importantes del centro. La primera es la más antigua de Núremberg (su construcción empezó en 1215) y en ella se puede apreciar el tránsito del arte románico a los estilos góticos. Sobresalen sus excelentes vidrieras y las obras de arte que alberga en su interior, como la Crucifixión del escultor Veit Stoss o el sepulcro de san Sebaldo, de Peter Vischer. Al otro lado del río se encuentra la zona de San Lorenzo. Su iglesia es muy parecida a la de San Sebaldo y una buena representante de las Hellenkirche, templos de estilo gótico alemán con las tres naves a la misma altura.

16.00. Un puente colgante histórico

Construido entre 1446 y 1448, el depósito de vino (Weinstadel) (7) (Altstadt-Sankt Sebald Mitte) es una de las edificaciones más interesantes de Núremberg. En su origen hospedaba a leprosos, pero a partir de 1571, cuando el número de enfermos disminuyó, empezó a usarse como depósito de vino. La mejor vista del lugar se tiene desde el Maxbrüke (puente Max) (8). Desde aquí también se otean la torre de agua y la pasarela del Verdugo (9), construida en 1457 como un puente de madera. Entre los siglos XVI y XIX, el verdugo de Núremberg vivía en esta parte de la ciudad, aislado. Hoy, los sábados y domingos abre el Museo de la Casa del Verdugo (Henkerhaus) (10). Desde Maxbrüke se divisa además la pasarela Kettensteg (11), el primer puente colgante de Alemania (data de 1824).

17.30. Entre pequeñas calles

Augustiner Zur Schranke y Bratwursthäusle son dos buenos locales para probar las famosas salchichas

La arquitectura tradicional de los siglos XV, XVI y XVII queda a la vista cuando uno recorre la Albrecht-Dürer-Strasse (12), en la que abundan las casas entramadas, fachadas románticas a base de madera o piedra y adornadas con miradores. En la calle ­Füll (13), perpendicular a Dürer, sobresalen, además, una serie de voladizos que asoman hacia el exterior. En una esquina a la altura de las casas números 5 y 7, una pequeña escalera conduce al mercado del vino, donde empiezan a asomar viviendas de estilo posgótico. Atravesando el mercado surge Weissgerbergasse (14), que destaca por sus artesanales casas de piedra y madera entramada y sus cafés, bares y pequeñas tiendas.

19.00. Un ritual

Un reloj mecánico del siglo XVI, cuyos hombrecillos del reloj o Männleinlaufen salen todos los días a las 12.00, adorna la iglesia de Nuestra Señora (15) (Hauptmarkt, 14). Se puede ver desde el mercado central (16) (Haupt­markt), la plaza más importante de Núremberg. En una de sus esquinas, rodeada por una verja forjada, se eleva unos 19 metros la Fuente Hermosa (Schöner Brunnen). Según la leyenda, el “anillo del deseo” que incorporó un aprendiz de herrero en la verja sin que lo supiera su maestro cumple tus anhelos al darle tres vueltas.

20.00. Aprender del pasado

La relación entre el Tercer Reich y Núremberg fue estrecha. Hitler mandó construir aquí el gigantesco Pabellón de Congresos del Régimen (17) (Bayern­strasse, 110); aunque no llegó a ser terminado del todo, sí albergó grandes manifestaciones del régimen. Las marchas y discursos en el Campo Zep­pelin (18) (Beuthenerstrasse, 43) o los juicios de Núremberg se pueden ver hoy en el centro de documentación, que acoge un museo (cierra a las 18.00) que recuerda al visitante la etapa más siniestra de la ciudad.

21.00. Cena tradicional o cosmopolita

Para cenar, un sitio asequible es Bierwerk Nürnberg (19) (Unschlitt­platz, 9), una fábrica de cervezas donde degustar la comida local. En toda Franconia central, la cocina tradicional convive con la de otras partes del mundo; el restaurante Estragon (20) (Jakobstrasse, 19) es un claro ejemplo y cuenta con una buena carta vegetariana y vegana. Wonka (21) (Johannisstrasse, 38) es una alternativa más elaborada, con menús desde los 80 euros.

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