Sergio Boris González Monteagudo (Avilés, 1980 ) pasará a la historia de la Real por ser el primer jugador ni extranjero ni vasco de la era moderna en enfundarse la elástica txuri urdin. Lo trajo Roberto Olabe a la Real cuando todavía era un chaval en 2002 y venía dispuesto a colaborar para certificar una pronta permanencia. Pero estuvo a punto de alzar el título liguero con Denoeuix.
¿A qué se dedica ahora Boris?
Este es mi cuarto año en un colegio de Avilés, el San Fernando, y estoy entrenando a los benjamines y a un infantil. A la vez, ayudo a Manel, un exjugador del Depor, en el Praviano, de Tercera División. No tengo hecho el curso de entrenador, pero mi idea es sacármelo.
¿Tiene decidido seguir vinculado al fútbol?
Sí. Llevo toda la vida en el fútbol. Cuando jugaba, no sabía qué haría, ni siquiera me lo planteaba. Pero un día mi amigo Geni, el que jugaba en el Rayo y el Alavés, que estaba de profesor en el colegio San Fernando, me propuso entrenar a los críos, a ver si me gustaba. Y estoy encantado. Quiero seguir en esto.
¿Jugó hasta hace bien poco, ¿no?
Sí, hasta hace dos años. Me retiré con 38 años. Mi último año de profesional fue en el Numancia y estuve en equipos de por aquí, de Asturias: Avilés, Marino de Luanco y en el Colunga, en Segunda B y Tercera.
¿La Real fue su momento cumbre?
Así es, mi momento más alto. Y donde más disfruté, con el año del ascenso con el Numancia. Siempre recordaré el día que me llamaron. La verdad es que me sorprendió. Imagínate. Fui con la idea de alcanzar la permanencia, y es lo que dije en mi presentación, y mira el año que hicimos, el año del subcampeonato.
¿Le llamó Olabe?
Sí, me llamó Olabe. Y me sorprendió mucho, porque sólo tenían gente de casa y extranjeros. Pero todo fue hacia adelante y estuve cuatro años encantado por allí.
¿Fue una presión ser el primer ni vasco ni extranjero en la Real?
Hubo unos días en los que lo pasé mal. Yo tenía otra pareja entonces y tenía miedo, no sabíamos lo que nos íbamos a encontrar. También tenía una oferta del Espanyol, pero me convenció Olabe, apostó mucho por mí. Fui con miedo, pero me fue bien y me trataron muy bien siempre.
¿Le recibieron bien desde el principio?
Nunca tuve ningún problema. Lo único fue que en mi presentación hubo una amenaza de bomba, que al final resultó falsa, por lo de mi fichaje. Me dio mucho miedo. Cuando te pasa a ti, dices: ‘¡Me cago en diez! Yo no quiero problemas. Me voy para casa y ya está’. Pero no fue nada y desde entonces, todo fue perfecto. La gente fue muy cariñosa y atenta conmigo.
¿Se arrepintió alguna vez de venir a Donostia?
No, para nada. Aparte de que Donosti es una gran ciudad y viví encantado. Ahí dejé amigos y el trato con los compañeros fue muy bueno. La experiencia fue muy positiva. Lo que pasa es que a mí me pilló muy joven, con 22 años. Nunca había salido de casa y me planté allí con una pareja. En Asturias vivía con mis padres. Fui con respeto, pero pasó todo.
¿Qué le sorprendió cuando entró en ese vestuario?
Lo primero que te llama la atención es convivir con gente tan importante: Nihat, Kovacevic, De Pedro, Karpin, Aranzabal, Schürrer, Xabi Alonso, Rekarte, Aranburu, Jauregi..Era un equipazo. Y yo estaba ahí metido, con 22 años. Pensé que sólo me quedaba aprender. Jugué bastantes partidos y salió todo redondo. Los extranjeros tenían su vida, con sus parejas y sus hijos y tenía menos trato, pero los de casa se portaron conmigo de 10: Prieto, Gabilondo, Xabi Alonso, Gurrutxaga… Quedaban conmigo y me hicieron mucho caso. Hice grandes amistades. Ellos eran también jóvenes y estaban solos. En diciembre del año pasado estuve con muchos de ellos, en el homenaje de despedida a Mikel Alonso. Lo que más me gustó es que parecía que llevábamos poco tiempo sin vernos. Como si nos hubiésemos separado ayer.
¡Que temporada aquella!
Para mí fue un sueño. Vas con la idea de pasar apuros por seguir en Primera y al final casi ganamos la Liga. Nos salía todo. Fue de 10, aunque no ganamos el título. Se nos fue al final.
¿Vio ganada la Liga?
Puede ser. La perdimos contra el Villarreal. Teníamos el partido ganado y se nos fue al final. No contábamos con eso. En Vigo, el Celta se jugaba entrar en Champions y era más complicado.
Y usted jugó ahí de lateral
Sí, porque se lesionó Aranzabal. En el Oviedo ya había jugado de lateral en Primera una temporada. No me gustaba mucho, porque había que ser rápido. Pero me puso un partido y salió bien.
¿Cómo fue la experiencia en Champions?
Antes veía imposible que yo pudiera jugar la Champions. Fue impresionante. Un sueño hecho realidad.
También hubo años malos, ¿no?
Sí, el último, después de irme cedido al Córdoba. No contaba para nada. Fue muy malo. Fue duro. Yo quería quedarme, quería ganarme un puesto en la Real, aunque la gente me decía que me fuera. Aprendí mucho.
¿Ha visto partidos de la Real?
Sí. Juega muy bien con el balón. Es fabuloso. Es una pena que la temporada se parara.
¿Quién le llama la atención?
Oyarzabal e Isak le dan mucho.
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