Hay noticias que, aunque esperadas, provocan la misma tristeza. Esta sobre la muerte de Borislav ‘Bora’ Stankovic
es un ejemplo más. Se ha ido un gran hombre, un visionario, diplomático, políglota, un hombre que te ganaba con una amable sonrisa…Fue jugador, internacional yugoslavo 36 veces, participó en el primer Mundial de 1950 en Buenos Aires, funcionario (secretario general de la federación yugoslava entre 1956-1966), entrenador en Belgrado e Italia y, sobre todo, un gran dirigente de FIBA. Fue su secretario general entre 1976 y 2002 y mantuvo el título “emérito” hasta su muerte. También fue miembro del Comité Olímpico Internacional (COI) desde 1991 miembro del “Hall of Fame” de Springfield.
Entre sus muchos méritos el mundo de baloncesto le debe, junto a David Stern, la apertura del baloncesto para todos los jugadores. Gracias a estos dos hombres, a los que el destino se ha llevado el mismo año, en los Juegos Olímpicos de Barcelona de 1992 tuvimos la oportunidad de ver el ‘
Dream Team’ de Estados Unidos y en años posteriores otros grandes jugadores de la NBA en competiciones de FIBA. Como todos, tuvo sus errores, pero como pocos mostró una gran capacidad para rectificar. Su autoridad fue indiscutible, su visión impecable, detrás de su sonrisa estaba una voluntad de hiero. Siempre miraba adelante, tratando de convertir nuevas ideas en realidad. El baloncesto mundial le debe mucho.
Para más de uno este artículo será una pequeña sorpresa. ¿Borislav ‘Bora’ Stankovic, secretario general emérito de la FIBA, fue también entrenador? Sí, lo fue. Y la sorpresa puede ser aún mayor si se añade que ganó tres ligas yugoslavas y una Copa con el OKK Belgrado y una Lega italiana con el Orasonda Cantú, convirtiéndose en el primer técnico extranjero que conquistó el ‘scudetto’. Los números también avalan su trayectoria como entrenador: en 13 temporadas acumuló 241 partidos de liga yugoslava con el Zeleznicar de Belgrado, el Partizan y el OKK Belgrado, además de otros encuentros de Copa y de Copa de Europa. En Italia disputó 66 partidos de la Lega, más los de Copa y Copa de Campeones. En total, más de 300 partidos. Sin embargo, más tarde su trabajo en la FIBA superó con creces sus logros como técnico.
Fue secretario general de la FIBA entre 1976 y 2002 y mantuvo el título ‘emérito’ hasta su muerte. También fue miembro del COI y desde 1991 miembro del ‘Hall of Fame’ de Springfield
Ya como jugador, Borislav o ‘Bora’, como le suelen llamar sus amigos, o Boris, como le llaman en el Oeste de Europa, había mostrado su talento como entrenador. En el Partizan fue jugador-entrenador y también compaginó esos dos puestos en el Zeleznicar, pero su verdadera carrera como ‘coach’ empezó en 1953, cuando fue fichado por el OKK Belgrado. Cuando los entrenadores extranjeros dieron los primeros cursos en Yugoslavia, Stankovic fue un alumno aventajado, apuntando lo que decían el búlgaro Veselin Temkov, los húngaros Istvan Kamaras y Ferenc Nemeth o el francés Henri Hell. También fue un autodidacta. Tras superar el cursillo correspondiente que organizaba el profesor Bora Jovanovic, ex seleccionador de Yugoslavia, en la Facultad de Educación Física, comenzó a construir un gran equipo en el OKK Belgrado.
El talento de Korac
Stankovic mostró gran talento a la hora de elegir a los jugadores, fichando a jugadores de otros equipos, como Miodrag Nikolic, del Radnicki, o a Trajko Rajkovic, del Zeleznicar. Sin embargo, la pieza clave fue la aparición de Radivoj Korac. Dragan Glisic, entrenador del equipo ‘junior’, le dijo un día “oye, Bora. Tengo a un chaval sensacional en la ‘cantera’. Hemos ganado un partido anotando 56 puntos y todos los ha metido él. Se llama Korac, Radivoj Korac”.
No tuvo que repetirlo dos veces. Stankovic subió a Korac al primer equipo y en la primera jornada de la temporada 1958 (se jugó en canchas al aire libre entre abril y octubre) ante el campeón, el Olimpia de Ljubljana, el OKK Belgrado se impuso por un contundente 105-67 con 25 puntos del joven Korac. Había nacido una estrella. Al final de la temporada, el equipo de Belgrado quedó campeón con 16 victorias en 18 partidos, Korac fue el máximo anotador con 633 puntos, 37,2 de promedio por partido. Stankovic ganó el segundo título de Liga dos años después, con un récord de 14-4, Korac fue otra vez el líder anotador con un promedio de 39,2 puntos por encuentro. Ese mismo año logró el ‘doblete’, imponiéndose en la final de Copa a su mayor rival en esa época, el Olimpia de Ljubljana.
No es tan conocida su faceta como entrenador pero ganó varios títulos y fue quien dio la alternativa a Radivoj Korac
Mientras entrenaba al OKK Belgrado trabajaba como veterinario y también era el secretario general de federación yugoslava de baloncesto. Debido a sus múltiples obligaciones, sobre todo en su trabajo principal, dejó el banquillo del OKK Belgrado en manos de su amigo Aleksandar Nikolic, quien ganó el título de liga 1963. En el campeonato de 1964 Stankovic volvió a dirigir al OKK Belgrado y logró su tercer título con un balance de 15-3. Por supuesto, Korac fue el máximo anotador con 33,8 puntos de promedio.
Sin suerte en la Copa de Europa
Stankovic conoció a William Jones, secretario general de la FIBA, en el Mundial de Buenos Aires de 1950. Con los años su relación se fue haciendo cada vez más estrecha, Jones había visto en Stankovic a un hombre inteligente, políglota, hábil, trabajador y bien visto en ambos lados de una Europa todavía separada por sus ideologías. Stankovic fue uno de los fundadores de Copa de Europa de campeones, creada en 1958. En su segundo año de competición participó como entrenador. Su OKK Belgrado llegó hasta la semifinal, donde fue eliminado por el Akademik por siete puntos.
El segundo intento, en la temporada 60-61, acabó mal: el OKK Belgrado fue eliminado por el Antwerpen por negarse a jugar el partido de vuelta en Belgrado. El equipo belga ya estaba en Belgrado cuando llegó la noticia de la misteriosa muerte de Patrice Lumumba, primer ministro de Congo, una ex colonia belga. La policía de Belgrado no pudo garantizar la seguridad al equipo visitante y el Antwerpen ganó por un resultado oficial de 2-0.
Stankovic tampoco tuvo suerte en su tercer intento, en la temporada 64-65. El obstáculo en la semifinal fue el Real Madrid con un partido interminable, ya que el OKK Belgrado, con un reloj trucado, intentó recuperar el -23 de Madrid. Ganó por 113-96 con 56 puntos de Korac pero no fue suficiente. El 14 de enero de aquel año, 1965, el OKK Belgrado ganó al Alvik sueco en octavos de final por 155-57 con 99 puntos de Radivoj Korac.
Los años en Italia
Los buenos resultados del OKK Belgrado llamaron la atención de Gianni Corsolini, general manager del Orasonda Cantú, que ofreció a Stankovic 1.000 dólares al mes, piso pagado y coche.
“Llegó sin saber italiano pero en tres meses ya hablaba igual que nosotros”, recuerda Arnaldo Taurisano, su ayudante en Cantú
Era una suma enorme en aquella época, pero la motivación de Bora era demostrar a todos y a sí mismo que valía como entrenador, incluso lejos de casa. Arnaldo Taurisano, su ayudante en Orasonda Cantú, me explicó en una ocasión que “Stankovic fue toda una revelación para nosotros. Un hombre muy inteligente, educado y dialogante. Llegó sin saber italiano, pero en tres meses ya hablaba igual que nosotros. Era un gran gestor del carácter de los jugadores. Era un maestro a la hora de colocar a cada uno en su sitio y sacar lo máximo de él. Era muy nervioso, cada partido era para él un gran sufrimiento, pero tenía la concentración necesaria de dar buenos consejos en los tiempos muertos”.
Stankovic formó un equipo muy competitivo, aunque con pocos jugadores. Jugaba con tres hombres altos, Merlati, De Simone y el americano Bob Burgess, su gran fichaje. La temporada anterior había estado en el Real Madrid, que había intentado nacionalizarle, pero él no había aceptado. Stankovic aprovechó su excelente relación con Robert Busnel, francés que entrenaba Real Madrid, para ficharlo. Llegó lesionado en un tobillo, pero se recuperó y ofreció un gran rendimiento.
Desde mis días de jugador tuve claro que no éramos todos iguales. Un entrenador debe estudiar a sus jugadores, encontrar el papel de cada uno
Tenía, además a tres bases/escoltas, entre ellos, a un joven Carlo Recalcati, máximo anotador del equipo con 18,4 puntos por encuentro. Ganaron la Lega con 18 victorias y 4 derrotas. En la Copa de Europa, el Orasonda llegó hasta los cuartos de final, pero en el grupo quedó tercero, por detrás de Zbrojovka Brno y de Standard Lieja. El trofeo se negaba llegar a manos de Stankovic, aunque no pasaría mucho tiempo antes que él, como secretario general de la FIBA, entregará este trofeo a los capitanes de los respectivos equipos campeones.
Stankovic no dudó en explicarme su filosofía como entrenador cuando le visité en su domicilio de Belgrado. “Es muy simple. Desde mis días de jugador tuve claro que no éramos todos iguales, que no todos teníamos las mismas características y habilidades y que, por lo tanto, no podíamos hacer todos lo mismo. Un entrenador debe estudiar a sus jugadores, encontrar el papel de cada uno y adaptar su filosofía a sus posibilidades y no al revés. Por eso, mi idea siempre fue que en ataque tiene que tirar más el jugador con más talento, con mejor mano, con mejores porcentajes. Cuando vi a Korac no tuve ninguna duda de que era nuestro mejor jugador, nuestra arma ofensiva”.
El juego de su vida
En su casa del barrio de Banovo Brdo, en Belgrado, vi el manuscrito de su libro autobiográfico, que llevaba por título ‘El juego de mi vida’, trabajando en su elaboración con el reconocido periodista serbio Aleksandar Miletic, un libro escrito en primera persona, con muchos detalles de su vida privada, de sus más de 70 años en el baloncesto, de todo su camino, de su recorrido desde sus inicios como jugador hasta sus días como máximo dirigente del baloncesto mundial. Los lectores pueden descubrir ahí que antes de dedicarse al basket jugó al tenis y al tenis de mesa, que su madre era checa, que su nombre de pila se debe a un gran escritor serbio que llevaba ese mismo nombre y apellido, que durante la Segunda Guerra mundial perdió a 14 familiares o que los comunistas ejecutaron a su padre. Su historia es al mismo tiempo la historia del baloncesto yugoslavo, europeo y mundial porque él, Borislav ‘Bora’ Stankovic, es un hombre único, patrimonio del baloncesto mundial.
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