Aunque la economía brasileña ha dados algunas señales positivas en los últimos meses -las ventas minoristas crecieron y el desempleo está en 10,5% el nivel más bajo desde 2016-, se está recuperando a un ritmo menor del esperado mientras el país se dirige a las elecciones presidenciales de octubre, cuando se enfrenten el presidente Jair Bolsonaro y Luiz Inácio ‘Lula’ da Silva.
El escenario es difícil para el actual mandatario. Si bien este año ha logrado repuntar en las encuestas ahora que las vacunas ayudan a poner distancia del caótico manejo que tuvo de la pandemia, y un nuevo plan social Auxílio Brasil -cuyo monto mínimo es de 400 reales o u$s 83 por mes, y se estima que beneficia a alrededor de 40 millones de brasileños-, Bolsonaro sigue rezagado en los sondeos. Lula aventaja a Bolsonaro por 21 puntos (48% a 27%), según el último sondeo de Dataholha.
A pesar de que la economía creció 1% en el primer trimestre (menos de lo estimado por los economistas), la inflación es un problema para Bolsonaro que ha centrado su atención particularmente en la suba de los combustibles: durante su gestión el presidente ya removió a tres CEO de Petrobras (Roberto Castello Branco, Joaquim Silva e Luna, y José Mauro Ferreira Coelho) y al ministro de Energía y Minas, Bento Albuquerque, en el contexto de aumentos de la energía. El Gobierno también ha avanzado -muy públicamente- en la privatización de la mayor empresa de América latina.
Lula da Silva tiene COVID otra vez a sus 76 años: cómo está y qué pasa con su campaña a presidente de Brasil
Agresivo, desde el año pasado el Banco Central de Brasil (BCB) ordenó una serie de alzas de la tasa de interés de referencia (Selic) desde un mínimo histórico de 2% hasta el actual 12,75%. Sin embargo, la inflación está en 12,3% anual y es la más alta en 26 años.
Los economistas son pesimistas respecto a que el repunte del consumo y los servicios (que representa el 70% del PBI brasileño) vaya a durar mucho más tiempo: la administradora de fondos XP ha pronosticado una recesión técnica para finales de año tras dos contracciones consecutivas en el tercer y cuarto trimestre, ya prevén que la combinación de inflación y tasas altas afectará al consumo.
La producción industrial de Brasil también registró un crecimiento mínimo en abril debido a las condiciones financieras y los problemas de las cadenas de suministro. Según los datos oficiales, la producción subió apenas 0,1% con respecto a marzo. Sobre una base interanual, la producción cayó un 0,5%.
El presidente del BCB, Roberto Campos Neto, descarta la posibilidad de una recesión, pero los analistas esperan una desaceleración de la economía justo cuando Brasil entre en la recta final a las elecciones. “Mantenemos una perspectiva cautelosa, especialmente para el segundo semestre del año, teniendo en cuenta la inflación aún elevada y el efecto retardado de la importante suba de las tasas de interés en Brasil, así como la expectativa de una desaceleración de la economía mundial tras el endurecimiento de las condiciones financieras en el extranjero”, le dijo Rafaela Vitoria, economista jefa del Banco Inter al Financial Times.
Brasil: la economía crece menos de lo esperado y complica los planes de reelección de Bolsonaro
Mientras tanto, Lula sigue enviando señales a los mercados. “La conversación con los mercados ya comenzó y no se detendrá”, le dijo Alejandro Padilha, exministro de Relaciones Institucionales de Lula y uno de sus muchos interlocutores, a Bloomberg.
Según Padilha, los inversores no deben preocuparse por un excesivo gasto público, en caso de que el líder del PT llegue a su tercer mandato. “No somos un Gobierno derrochador”, dijo y agregó: “la responsabilidad fiscal siempre fue un sello distintivo de la Administración de ocho años de Lula”.
El expresidente se ha manifestado en contra del techo fiscal -una ley que condiciona el gasto a la inflación del año anterior-, pero Padilha dice que en todo caso sería reemplazado por otra herramienta de ancla fiscal.
Source link